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Por - 31 de Octubre 2014
De acuerdo con un informe del BID y el GHI para el año 2050 los países latinoamericanos podrán suplir las necesidades alimenticias de 9.000 millones de personas en el mundo, siempre y cuando se establezcan políticas que permitan el desarrollo en el campo.
De acuerdo con un informe del BID y el GHI para el año 2050 los países latinoamericanos podrán suplir las necesidades alimenticias de 9.000 millones de personas en el mundo, siempre y cuando se establezcan políticas que permitan el desarrollo en el campo.
“La región de América Latina y el Caribe puede ayudar a alimentar a una población mundial de 9.000 millones de personas en 2050, siempre y cuando se implementen acciones de política clave que busquen reforzar la productividad agrícola”, así lo indica un informe publicado por el Global Harverst Initiative, GHI, y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID.
Basado en los conocimientos y la experiencia de más de 30 socios de los sectores público y privado, ‘La próxima despensa global: ¿cómo América Latina puede alimentar al mundo?’, señala los retos, recomendaciones y puntos de acción dirigidos a los hacedores de políticas públicas, la comunidad de donantes, los agricultores, la agroindustria y la sociedad civil. (Lea: Nueva Zelanda le sigue apostando a la ganadería colombiana)
1. Ciencia agrícola, investigación, y desarrollo
La investigación y el desarrollo agrícola, así como el fortalecimiento de los procesos de innovación y su transferencia a los productores, son los indicadores más importantes de la capacidad que tiene un país de sostener un crecimiento de la productividad a largo plazo.
“Dado el largo período requerido para que la investigación y el desarrollo tengan un impacto en el campo, es de vital importancia que los mecanismos institucionales y las organizaciones que promueven la ciencia y la investigación agrícola se fortalezcan en este momento”, señala el informe.
2.Mayor conocimiento y servicios de extensión agrícola para los productores
La maquinaria agrícola, las técnicas agronómicas y las plataformas de almacenamiento y comunicación sobre las que se establecen las operaciones agrícolas más exitosas se vuelven más complicadas y requieren que los usuarios tengan un nivel educativo cada vez mayor. (Lea: Impacto del cambio climático en Suramérica afectará seguridad alimentaria mundial)
“En algunos países de América Latina y el Caribe, suele haber agrónomos profesionales que están muy bien informados y que prestan servicios de asesoría y brindan información y conocimientos técnicos. Sin embargo, a veces los pequeños productores y agricultores no pueden pagar esos servicios, no los consideran importantes o, por su cultura, no confían en las innovaciones y, por tanto, son renuentes al cambio”, comenta Gary R. Burniske, director del Centro para la Seguridad Alimentaria Mundial, Discovery Park, de la Universidad de Purdue.
3.Infraestructura de transporte y logística
Según GHI, las deficiencias de la infraestructura rural y de transporte en América Latina, resultado de décadas de inversiones públicas bajas y a menudo ineficientes, son factores principales que aumentan los costos de transacción y, por tanto, constituyen un desafío importante para lograr un mayor crecimiento de la productividad agrícola.
“Para que la región de América Latina y el Caribe alcance su potencial de productividad agrícola y comercio de exportación, los Gobiernos de la región deben incrementar la inversión en infraestructura a por lo menos el 4 % del PIB. Este compromiso con la modernización de las carreteras rurales, los puertos y las vías férreas —así como los procesos de aduana y la infraestructura de riego, energía y comercialización— reducirá los costos de transporte y aumentará la competitividad de los productores y empresas agrícolas nacionales”, asegura el documento. (Lea: Latinoamérica podría ser granero del mundo, pero faltan prácticas sostenibles)
4. Irrigación, administración de recursos hídricos y tecnología de mecanización
El agua es un asunto clave para la agricultura de América Latina y el Caribe. Pese a que el riego es un importante determinante de la productividad agrícola y la estabilidad de los rendimientos, solo aproximadamente el 15 % de la tierra cultivable de la región cuenta con instalaciones de riego.
Para el GHI un análisis del portafolio de inversiones en operaciones de riego que son financiadas por el Banco Mundial muestra que entre 1998 y 2008, el 92 % de los proyectos reportaron incrementos en la producción agrícola y el 80 % de los proyectos lograron sus metas de producción. El Banco también encontró que los sistemas de riego que son administrados por asociaciones de usuarios funcionaron mejor que los dirigidos por la administración pública, promovieron la eficiencia en el uso del agua, al parecer pueden aumentar la demanda de mano de obra, la comercialización de productos agrícolas y, en general, fomentaron la actividad económica en las zonas de influencia.
5. Comercio regional y global
Una de las recomendaciones que deja el estudio es que en los diferentes países los formuladores de políticas deben garantizar que las leyes de comercio apoyen la productividad agrícola, enfocándose especialmente en la eliminación de las barreras de importación y exportación, así como en la integración de los pequeños agricultores en las cadenas de valor. Se deben armonizar las normas sanitarias y fitosanitarias en toda la región para facilitar el comercio transfronterizo de los productos agrícolas. (Lea: La tecnología, poderosa arma para garantizar la seguridad alimentaria)
6. Acceso a servicios financieros para los productores
Los pequeños agricultores, en particular los de menos recursos, ya enfrentan riesgos altos y diversos, con la exposición a impactos que amenazan sus medios de vida, así como su seguridad alimentaria y nutricional. Estos riesgos van desde lesiones y problemas de salud hasta la degradación general de los recursos naturales, una creciente inseguridad del acceso a la tierra, variabilidad climática, enfermedades que devastan cultivos e incremento en la volatilidad en los precios de los alimentos.
“Los formuladores de políticas y las entidades financieras privadas deben profundizar sus conocimientos sobre la financiación e inversión agrícola para pequeños agricultores, en especial en el área de finanzas para la comercialización, compras de insumos agrícolas y seguros. Se deben desarrollar instrumentos financieros con un énfasis específico en las limitaciones crediticias de los pequeños agricultores”, sugiere el documento.
7. Cooperativas y asociaciones de productores
El fortalecimiento organizacional entre agricultores, que se logra al asociarse en cooperativas y asociaciones de productores, les ayuda a superar las limitaciones del mercado, los altos costos de las transacciones y los problemas de calidad. Al mismo tiempo, les permite verse como actores confiables para las entidades financieras y el sector privado. Los pequeños agricultores de empresas familiares pueden además adquirir una importante capacidad comercial y mercadotécnica a través de su vinculación a estas organizaciones y sus estructuras participativas de auto-gobierno. (Lea: Buscan saber si colombianos comen lo quieren o lo que les toca)
Por ello, el documento recomienda que “los formuladores de políticas deben buscar fortalecer las asociaciones y cooperativas de productores, particularmente en las áreas de capacitación técnica en producción agrícola, así como en manejo poscosecha y almacenamiento, gestión empresarial, mercadeo y negociación”.
8. Reducción de las pérdidas post cosecha
Según un informe del 2010 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, más de un tercio de los alimentos producidos en el mundo se echa a perder.
Por ello, en el informe se sugiere que “los formuladores de políticas deben trabajar junto con el sector privado para optimizar la recopilación de datos y el uso de tecnologías de la información para conocer más a fondo el grado y la naturaleza de las pérdidas a nivel de finca y poscosecha, y para invertir en herramientas para adquirir información precisa y análisis de datos que pueden ayudar a enfrentar estos desafíos. También deben estimular a las alianzas público-privadas para que innoven, prueben y desplieguen tecnologías poscosecha para los pequeños agricultores”.
Finalmente. Margaret M. Zeigler, directora ejecutiva del Global Harvest Initiative, dice que América Latina tiene un gran potencial para ayudar a satisfacer, de manera sostenible y productiva, la creciente demanda de alimentos, pastos, fibras y combustible de nuestro planeta. “Al poner en marcha una agenda comprehensiva de políticas favorables a la agricultura, América Latina puede atraer las inversiones e innovaciones necesarias para convertirse en la despensa global del siglo 21”.
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