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Por - 10 de Diciembre 2020
Menos gases emitidos por las vacas y más producción de leche. Una solución podría ser un descubrimiento ecológico en el que una compañía suiza de biotecnología podría estar a la delantera.
Menos gases emitidos por las vacas y más producción de leche. Una solución podría ser un descubrimiento ecológico en el que una compañía suiza de biotecnología podría estar a la delantera.
El diario The New York Times publicó en su edición de mayo 1 de 2020, un artículo de Adam Satariano, corresponsal en tecnología en Europa (The Business of Burps: Scientists Smell Profit in Cow Emissions), que presenta una visión positiva de la ganadería no sólo por la reducción de metano (uno de los Gases de Efecto Invernadero, GEI) sino por el negocio y beneficios financieros de un suplemento comestible que cambiaría la química digestiva de los animales.
El periodista presenta el caso de una vaca llamada Peaches, localizada en la granja Brades del distrito de Los Lagos, en Reino Unido, que fue sometida a un examen por la científica Deepashree Kand –candidata a doctorado–, quién empleó un dispositivo del tamaño de un escáner para medir la cantidad de metano al eructar la vaca.
Tanto la científica como la empresa suiza en la que trabaja, Mootral, estudian cómo una dieta puede hacer que estos animales liberen menos metano por medio de sus gases, ya que de acuerdo a un compilado de información de la compañía de investigación Rhodium Group, las vacas son el sexto emisor de metano, por encima de Brasil, Japón y Alemania.
Lo interesante del tema que relata el periodista, es que un grupo de compañías y científicos están cerca de encontrar un respuesta ecológica y financiera en la reducción de metano, mediante un suplemento comestible que cambiaría la química digestiva de los animales.
Una de ellas es la compañía holandesa DSM, que está desarrollando un suplemento químico con resultados esperanzadores. Otras compañías están empleando algas marinas. Sin embargo Mootral es la que ha ido más lejos al mezclar ajo, cítricos y otros aditivos, lo que ha sorprendido a científicos al cortar la toxicidad de sus desechos.
La investigación inicial la realizó una compañía llamada Neem Biotech en 2010, que había estudiado las propiedades antimicrobianas del ajo en los humanos. En las pruebas de laboratorio, los científicos descubrieron que también reducía el metano en las vacas gracias a la alicina, el mismo compuesto de olor fuerte que se produce cuando se corta el diente de un ajo con un cuchillo
Esta compañía fue adquirida –y con ella la investigación– por Zaluvida, cuyo propietario –Thomas Hafner– puso en 2016 a un equipo de científicos a trabajar para probar diferentes combinaciones de extractos de ajo.
De acuerdo con el artículo del New York Times, supieron que el desafío era encontrar el equilibrio adecuado entre administrar la cantidad máxima de alicina sin desencadenar efectos adversos. La alicina es el producto de la conversión de la aliina, que se encuentra en el ajo (Allium sativum), por intermedio de la catálisis de la enzima alinasa (Google). Esta sustancia se dirige a las enzimas en el intestino de la vaca que crean metano. Si es mucho, podría dañar la capacidad de la vaca de procesar la comida o darle a la leche y la carne un sabor a ajo.
En 2017 Mootral decidió permitir que otros científicos mejorarán sus propias pruebas, por ello, científicos daneses y alemanes publicaron que la compañía había reducido 50 % las emisiones de metano en sus pruebas de laboratorio; la primera prueba de la compañía en una granja demostró reducir las emisiones 38 %, mientras que un estudio en California mostró una reducción de 20 % en la carne de ganado. Incluso, los gobiernos de irlanda y Suiza están financiando las investigaciones de Mootral.
Entre los descubrimientos inesperados se encontró que las vacas producen una mayor cantidad de leche, posiblemente, al emplear una menor cantidad de energía en la expulsión de metano.
Lo anterior es consistente con estudios realizados por Mootral, y se plantea seguir las pruebas en Estados Unidos y Europa, además, está siendo probado en granjas lecheras y cárnicas, como la empleada por Mcdonald's en Países bajos para desarrollar nuevas técnicas en su cadena de suministro. No obstante, el profesor Hanne Hansen, de la Universidad de Copenhagen y antiguo colaborador de Mootral, señala que son necesarios más estudios en diferentes climas para probar la eficacia, ya que lo que pasa en el laboratorio es distinto a lo que pasa en la vida real.
Conseguir financiadores durante la pandemia
Thomas Hafner reconoce los retos que enfrenta Mootral con la pandemia, pues las negociaciones con dos inversores distintos por 6.5 millones de euros en marzo de 2020 se detuvieron. Sin embargo, señala un giro esperanzador para la compañía dado a las presiones gubernamentales hacia las cadenas de restaurantes para mantener modelos sustentables.
Hafner ha invertido más de 20 millones de dólares en el negocio, y añade que cuentan con un plan para salir de la situación, con el cual se piensa vender el suplemento por 50 euros al año por vaca (aproximadamente 220 mil pesos colombianos).
Respecto al incremento en el costo de producción Hafner dijo que el suplemento añadiría solo unos pocos centavos al costo de la carne o los lácteos. Calcula que las tiendas de comestibles, las cadenas de restaurantes y las grandes empresas de leche y ganado estarán dispuestas a asumir el costo porque están bajo una presión cada vez mayor de atraer a clientes de mentalidad ecológica y satisfacer los mandatos de sustentabilidad de los inversionistas y los gobiernos. Si Hafner alcanza su objetivo para 2024, tendrá ingresos anuales de 375 millones de euros.
Explica que por medio de los créditos de carbono, como incentivo financiero, las empresas pueden compensar sus niveles de emisión de carbono o venderlos a otras compañías que los necesiten o que se hayan comprometido a su reducción como Mcdonalds, Microsoft o Shell (vender en el mercado de carbono).
Incluso, el gerente de Verra, el mayor programa voluntario de compensación de carbono, expresó que Mootral será la primera compañía que podrá vender créditos para reducir el metano de vacas. De aprobarse, compañías tendrían que aplicarlo a su cadena de suministro.
No obstante, existen dos problemas: que el mercado de carbono sigue siendo voluntario para muchas industrias; y la pérdida de credibilidad por proyectos que no tienen un efecto medible en el cambio climático. En 2018, todo el mercado voluntario de carbono fue de aproximadamente 300 millones de dólares, según Forest Trends, un grupo de investigación.
Hafner está convencido de que la demanda crecerá a medida que más gobiernos ordenen reducciones, particularmente para cumplir con los objetivos del acuerdo internacional sobre el clima de París. En Europa, los países se han comprometido a reducir los niveles de emisión de gases de efecto invernadero de 1990 hasta un 40 por ciento en 2030, compromisos que afectarán a todas las industrias, incluida la agricultura. (Lea: Para 2030 se quiere capturar un 51% de los gases efecto invernadero).
“Estamos trabajando desde la suposición de que, en el futuro, cada vaca será regulada para usar un reductor de metano”, dijo, Hafner, de 56 años, durante una cena con bistec en Gales a inicios de mayo. “Esto va a venir”.
Dice el artículo que es una apuesta arriesgada, pues el consumo de carne continúa aumentando a nivel mundial como resultado de una clase media emergente en países como China. Y los líderes nacionales han sido reacios a imponer reglas estrictas a las industrias agrícolas, que son influyentes políticamente. Muchos temen que el cambio climático pase a un segundo plano para volver a encauzar a la economía mundial después de la pandemia de coronavirus. (Lea: “Ganadería colombiana capturará 4,9 millones de toneladas de carbono en la próxima década”: Lafaurie)
Se concluye del artículo de Satariano que las fronteras del capital van a encontrar su expansión en este nicho de mercado, en razón a las repercusiones que tendrán estas compensaciones y los productos que se creen a partir de estos estudios, no sólo en la reducción de emisiones de metano, sino en la restructuración de las cadenas de suministro de compañías de comida rápida y otras que utilicen ganado.
Fuente: Satariano, Adam [2020], "The Business of Burps: Scientists Smell Profit in Cow Emissions", The New York Times, New York, 1 de mayo, https://www.nytimes.com/2020/05/01/business/cow-methane-climate-change.html
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