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4 estrategias para administrar grasas en bovinos sin efectos adversos

Por - 03 de Enero 2021

Un exceso de grasa en la alimentación de nutrición no solo puede ser inefectivo en la nutrición de los rumiantes, disminuyendo la degradabilidad y el consumo voluntario, sino también acarrear problemas como diarreas. A continuación 4 tácticas para ofrecerlas sin detrimento de los animales.


Un exceso de grasa en la alimentación de nutrición no solo puede ser inefectivo en la nutrición de los rumiantes, disminuyendo la degradabilidad y el consumo voluntario, sino también acarrear problemas como diarreas. A continuación 4 tácticas para ofrecerlas sin detrimento de los animales.

Aníbal Fernández Meyer, doctor y post-doctor en Ciencias Veterinarias y especialista en Nutrición Animal, se desempeña actualmente en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Argentina.

El experto sostuvo en un artículo publicado por el portal Engormix que el empleo de grasas en las dietas de rumiantes no siempre es manejado adecuadamente. (Lea: Los diversos efectos de las grasas en la alimentación del ganado de ceba)

Fernández señaló que no se recomienda que supere el 5 a 6 % de grasa (extracto etéreo) en la dieta total de un rumiante (carne o leche). El extracto etéreo es la grasa bruta formado principalmente por aceites y grasas, que se extraen con éter etílico.

Para adicionar las grasas en la nutrición de los animales sin detrimento de su productividad o su salud, el experto del INTA propuso cuatro diferentes estrategias con grasas protegidas que no se degradan en su paso a través del rumen.

Semillas de oleaginosas

Se pueden emplear semillas “enteras” de soja, girasol o algodón, aunque estas reducen el aprovechamiento de las proteínas y se incrementan las pérdidas en heces. (Lea: Recomendaciones para adicionar grasas en la dieta de los bovinos)

El problema de suministrarlas procesadas, a través de métodos como molienda o aplastado, se liberan aceites que generan un ambiente ruminal inadecuado (por lipólisis y enranciamiento), e incluso se pueden producir toxinas que afectan la salud animal.

En esta medida, el extrusado, que utiliza la presión y calor para extraer la grasa, permite reducir los efectos negativos del enranciamiento, aunque cuando se emplean temperaturas por arriba de los 150°c. (Blog: Claves para diseñar dietas más eficientes)

No obstante, Fernández indicó que se podría afectar tanto la composición química de las grasas como de las proteínas, pues en algunos casos incrementa el poder “by pass” de ambos, pero en otros, se reduce la digestibilidad tanto a nivel ruminal como intestinal.

Grasas encapsuladas

La encapsulación se haría con un recubrimiento proteico que se protege con formaldehído contra la deshidratación en el rumen. “Pero este procedimiento, además de ser complejo y costoso, se pueden romper dichas capsulas liberando las grasas en rumen”, dijo.

Grasas endurecidas hidrogenadas

Se trata de grasas “saturadas” por hidrogenación que tienen alto punto de fusión y baja inhibición microbiana. No obstante, la producción láctea y el porcentaje de grasa en leche han tenido resultados variables por su baja digestibilidad.

Sales cálcicas de ácidos grasos

La protección de los ácidos grasos se efectúa a través de una saponificación con calcio, que a nivel de rumen no afecta la fermentación bacteriana y se digiere muy bien a nivel intestinal. (Lea: ¿Cuál es el límite de suplementación en grasa para ganado bovino?)

El jabón cálcico de ácidos grasos posee una alta palatabilidad y se asocia muy bien con granos y forraje (ensilados o henos) de fino tamaño. Es insoluble en el rumen y resiste el ataque microbiano, sin inhibir la acción de los microorganismos ni reducir la digestión de la fibra.

Finalmente, Fernández indicó que “una vez hidrolizados, los ácidos grasos y el calcio pasan al duodeno en donde se realiza su digestión y absorción”, y describió el ejemplo de “los jabones cálcicos de aceite de palma cuyo coeficiente de digestibilidad alcanza el 93-96 %”.

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