Hacienda Capitancitos
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Hacienda Capitancitos marca la diferencia en el campo colombiano

Por CONtexto ganadero - 30 de Diciembre 2024

La Hacienda Capitancitos, dirigida por José Abelardo Serrano, representa una tradición ganadera que inició en 1977 con su padre. Ubicada en Santander, esta empresa familiar ha evolucionado a lo largo de las décadas, combinando el respeto por las prácticas tradicionales con la adopción de metodologías modernas y sostenibles.


En cinco predios ubicados en municipios de Bucaramanga, desarrolla el ciclo completo de producción ganadera, con ganado brahman con registro, ganado comercial, levante y ceba de hembras y machos, así como la producción de toros con registro para la venta.

Desde la pandemia, decidió incursionar en la ganadería lechera inspirado por una anécdota familiar: “Uno de mis nietos me dijo que si la leche salía de la nevera, estando en el campo tantos años y el niño, en ese entonces, contaba con 3 años y medio de edad. Tomé la decisión y di el vuelco hacia tener una finca lechera cerca de Bucaramanga para ir involucrando a los niños en el manejo del campo, qué era un parto, de dónde sale la leche, por qué se produce”.

La producción lechera se realiza con vacas de razas girolando, y cruces con pardo suizo, jersey y ayrshire, buscando un biotipo ideal adaptado a las condiciones locales. Los animales permanecen 100 % a pastoreo, sin ningún tipo de estabulación, con un consumo mínimo de concentrado durante el ordeño, logrando promedios de producción de 9 litros por vaca y picos de hasta 18 litros.

En la ganadería de carne, particularmente con el brahman de registro, la Hacienda Capitancitos también opta por un manejo a pasto abierto. De acuerdo con Serrano, cuando compraban toros en ferias o en fincas de sus colegas, al llevarlos a sus propios potreros sufrían una pérdida de peso “monumental”, porque estaban acostumbrados a comer concentrados y silos.

“Y detrás de esos manejos, con el debido respeto con quienes están en ese negocio, se esconden muchas falencias de los toros. Entonces, lo mejor es dejar que los animales expresen realmente su capacidad genética y su capacidad de producción de gramos a pasto abierto, como lo maneja el grueso de los ganaderos en Colombia. Ahí es donde se mide verdaderamente la eficiencia de un buen reproductor”, explicó.


La transición hacia la ganadería regenerativa


Uno de los pilares de la Hacienda Capitancitos ha sido la adopción de prácticas regenerativas en una de sus fincas por las condiciones especiales del terreno. Por ejemplo, el suelo es calcáreo y pedregoso, con muchos minerales, así como también tenían problemas por las malezas tipo leñosas y arvenses, lo que elevó los costos por la aplicación de herbicidas.

“Me contacté con Acoganar y hemos obtenido, en cuatro de las cinco fincas que manejamos, una reducción de consumo de herbicidas, llegando a cero. Nos queda una donde estamos usando algo, por ahí un 20, 25 % de lo que veníamos usando en años anteriores, y realmente muy contentos con lo que estamos viendo por la baja en los costos de producción y la eficiencia en los animales” afirmó.

Los resultados han sido evidentes: mejoras en la salud del suelo, aumento de la biodiversidad y reducción significativa en el uso de antibióticos, así como un mayor aprovechamiento de los recursos naturales por parte de los animales, que consumen lo que antes consideraba que eran malezas. (Lea en CONtexto ganadero: Ganadería regenerativa, una manera de mejorar la rentabilidad del negocio)

“Hemos visto, al tener ganadería regenerativa, que los animales consumen diferente tipo de arvenses, plantas que aportan antibióticos, aportan purgas, otras aportan aminoácidos, diferentes tipos de minerales. El consumo de nuestros antibióticos ha caído ostensiblemente en todas las fincas. Las vacas se nos preñan más, mejores destetes, mayor volumen de producción de carne por hectáreas”, detalló.

Y añadió: “Lo que hemos visto en este manejo regenerativo son unos beneficios económicos importantes. Algunas dudas hemos tenido cuando tengo visitas, porque ha habido gente que me dice: ‘Su finca es sucia’, pero es porque no entienden el concepto. Realmente no es que sea sucio, es que los animales aprovechan realmente eso”.

En una de las fincas, llamada Montebello, el manejo regenerativo ha transformado los resultados productivos. Antes, con pastos humidícolas, la ganancia de peso promedio era de 9 a 11 kilos por animal al mes. Sin embargo, con las nuevas prácticas, esta cifra ascendió a 14 kilos por mes, junto con un aumento del 25 % en la capacidad de carga de la finca. Esto se traduce en una producción adicional de 20 a 30 kilos por hectárea al año, generando ingresos significativos.

En términos de carga por hectárea, Montebello pasó de 750 kilos a 1.200 kilos de peso vivo por hectárea. Serrano resaltó también otras experiencias, como en la finca de La Mesa de los Santos, donde alcanzaron hasta 1.750 kilos de carga animal y una producción superior a 800 kilos de carne por hectárea al año. Estas mejoras son posibles gracias al manejo eficiente del pastoreo, con rotaciones diarias que optimizan el uso de los recursos y reducen el desperdicio al 20 %.

Las prácticas regenerativas también han beneficiado la salud del suelo. El productor exaltó la aparición de hongos, bacterias, insectos y otros organismos clave en la microbiota, que son indicadores de un suelo sano. Además, al eliminar el uso excesivo de herbicidas, se ha promovido la regeneración espontánea de árboles maderables, aves y fauna silvestre como zorros, tigrillos e iguanas.


Educación y responsabilidad social: el futuro del campo


La educación y el amor por el campo también forman parte esencial de la filosofía de Serrano, inculcando el amor por el campo a sus nietos de 4 y 6 años. Por tarde cada quince días los llevan a una de las fincas, donde les enseñaron a cultivar sus propias huertas con todo tipo de legumbres, y cuando está la cosecha, que es para el consumo familiar y el consumo de los empleados dela finca, les compran sus cosechas.

“Uno de los de los indicadores que les damos es que con esa plata que les estamos comprando tienen que ir a gastarles los helados a los niños de los empleados, y salimos todos al centro comercial, ahí en la Mesa de los Santos, con los niños de los campesinos, y de lo que comen mis nietos, comen los otros. Entonces, esa es una forma de irles enseñando, y hoy en día son niños que aman el campo”, reveló.

Para Serrano, el futuro de la ganadería en Colombia pasa por la regeneración y la sostenibilidad. A su juicio, es fundamental producir alimentos libres de químicos, con un enfoque en la salud del suelo y la biodiversidad. Pero esta también pasa por enseñar a los niños a volver o quedarse en las fincas y valorar la producción de alimentos. (Lea en CONtexto ganadero: Revalorizar el campo, la misión de la joven guajira Sandy Toro Ojeda)

“Estamos viendo el campo despoblado en Colombia, tenemos que empezar por nuestros propios hijos y los hijos de los que están trabajando con nosotros, ayudarles y colaborarles. La ganadería ha tenido un problema en Colombia y es la parte social, y nosotros los ganaderos tenemos, primero que todo, una responsabilidad social con las personas que nos están ayudando a cuidar el patrimonio”, enfatizó.

Y agregó: “Tenemos que hacer que la vida de ellos sea mejor cada día más, que los hijos de ellos estudien, pero que no le pierdan el amor al campo. Tenemos que darles las herramientas, si no tenemos Internet o ellos no los pueden tener, pongámoslo, paguémoslo, ¿sí? Que si no tienen los computadores para que los niños estudien, pues, suministrémosle un computador, facilitémosle la forma. Eso, por lo menos, lo aplicamos nosotros en nuestra empresa”.

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