Bioinsumos, la alternativa para enfrentar dependencia de importados

A raíz de la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, los precios de muchos insumos para la producción agrícola sufrieron incrementos importantes de precios, elevando los costos de producción de agricultores y ganaderos que siembran la comida para sus animales. Frente problemática los bioinsumos se constituyen en una alternativa que puede ayudar a aliviarles esos costos.

Jaime Andrés Gaviria Millán afirma, en un artículo del proyecto Agronegocios e Industria de Alimentos (Aneia), de la Universidad de Los Andes, que “a principios de 2020, en una visita a un trapiche entre Risaralda y Valle del Cauca, descubrí una serie de productos agrícolas sostenibles y ecológicos que incrementan la capacidad de desarrollo de los cultivos y potencializan las propiedades del suelo. Estos productos son capaces de incrementar la productividad de los cultivos, establecer el equilibrio en los suelos y disminuir la aplicación de insumos químicos, contribuyendo a disminuir el impacto sobre el medio ambiente. A pesar de sus ventajas, para la administración del trapiche no era prioridad comercializar este producto ni comunicar la investigación y desarrollo que se estaba realizando en su laboratorio llamado Biointegrados”.

Sin embargo, un tiempo después cuentan con una estructura mucho más desarrollada que busca incrementar su participación en el mercado colombiano y aprovechar las oportunidades que se presentan a partir de las dificultades que generan el mercado internacional de fertilizantes y plaguicidas.

De acuerdo con lo expuesto por el autor “a pesar de la necesidad que existe por estos insumos y el incremento de proyectos para desarrollarlos y comercializarlos en el mercado nacional, el país solo cuenta con el 20% de autosuficiencia”. (Lea: ¿Por qué los bioinsumos son clave para la producción sustentable?)

Esta poca autosuficiencia pone en riesgo la competitividad del agro colombiano que desde el 2020 se ha visto afectada por el aumento de los precios en los fertilizantes y plaguicidas, los cuales han alcanzado máximos históricos de las últimas décadas.

Esto se da porque dependemos, en gran medida, de los factores que están afectando al mercado, que son el alto precio internacional de materias primas para la producción de fertilizantes primarios, las restricciones a las exportaciones por parte de China, Rusia y Egipto y una persistencia de la demanda que permaneció fuerte después de la pandemia.

Necesidad de bioinsumos

Gracias a esta coyuntura se ha evidenciado la necesidad por la producción, comercialización y aplicación de bioinsumos. Ante esta situación, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) ha propuesto una alternativa para la implementación del manejo orgánico de los cultivos.

Además, las investigaciones recientes advierten que garantizando una transición hacia una agricultura sostenible y realizando prácticas sostenibles, se aumenta la productividad del agro colombiano. Por ende, señala el autor, “es importante garantizar el abastecimiento de fertilizantes orgánicos, incluir prácticas e insumos agrícolas que mejoren la calidad de la tierra para desarrollar una productividad sostenible”.

Sin duda, el sector agrícola colombiano tiene enormes oportunidades de incrementar su autosuficiencia en fertilizantes primarios, a través del desarrollo y comercialización de insumos orgánicos. Es necesario aumentar la inversión para la investigación y desarrollo en prácticas y productos que respondan a las necesidades de la agricultura sostenible, señala Gaviria Millán.

Se debe promover el mejoramiento de prácticas agrícolas mediante educación por medio de las diferentes entidades para incrementar la demanda de los bioensayos. También, sería beneficioso para el sector, crear planes para facilitar el desarrollo de proyectos que investiguen y desarrollen productos y servicios que giren alrededor de la agricultura sostenible. (Lea: Colombia le apuesta a la elaboración de productos orgánicos)

Por último, sostiene, es necesario fomentar en la agricultura por contrato la periodicidad a largo plazo, con el fin de incentivar las buenas prácticas en el uso de la tierra. Lo anterior solo se logra teniendo claro los derechos de propiedad sobre las tierras y una estructura.