Sanando con cuatro patas. Terapia equina para sobrevivientes de violencia de género

Los caballos han emergido como aliados inesperados en el camino hacia la sanación, brindando apoyo no solo a aquellos que buscan terapia de salud mental, sino también a las víctimas de violencia de género.

La terapia equina ha capturado la atención de profesionales de la salud y defensores de los derechos de las mujeres en todo el mundo, ofreciendo un enfoque alternativo y efectivo para ayudar a aquellos que han experimentado traumas.

Conocida como equinoterapia, ha sido reconocida durante mucho tiempo por sus beneficios en la salud mental, ayudando a personas con una variedad de desafíos, desde trastornos del espectro autista hasta lesiones cerebrales traumáticas. Sin embargo, su aplicación en el contexto de la violencia de género es relativamente nueva y prometedora.

De acuerdo a un artículo realizado por Laura Gambale, el contacto con los caballos “logra reducir el impacto psicológico derivado del maltrato sufrido, además de aumentar la confianza personal”.

Josefina Pardo de Figueroa, psicóloga y presidenta de la Fundación Jujeña de equinoterapia, expone que los caballos son “un espejo de nuestras emociones y que ellos se comportan de acuerdo como está la personas y lo que refleja”.

Esto quiere decir que los caballos ofrecen un espacio único y sin juicios que puede facilitar el proceso de sanación para las víctimas de violencia de género. Al interactuar con estos animales majestuosos, las personas pueden experimentar una sensación de calma y seguridad, lo que les permite abrirse y explotar sus emociones de una manera que pueda resultar difícil en entornos más tradicionales. (Lea en CONtexto ganadero: Equinoterapia, técnica en que caballos ayudan con problemas psicológicos humanos)

En el caso del estudio hecho por Pardo de Figueroa, sostiene que comenzaron “trabajando el contacto y el vínculo directo con cada caballo, un animal de más de 500 kilos al cual hay que enseñar a conducir cuando se llega a la instancia de montar”.

Fueron meses de trabajo en tierra, sin montarlos, con muchas frustraciones y temores a nuevas situaciones. Cada mujer estuvo lista y comenzó a montar a su caballo acompañada siempre de profesionales que vivenciaban junto a ellas cada nuevo logro.

Pardo de Figueroa asegura que “tomar las riendas de un caballos, decidir hacia dónde ir implica haber ganado seguridad y confianza, dos aspectos sumamente dañados en cuadros de violencia de género. Finalmente, ellas volvieron a tomar las riendas de su vida”.

El objetivo de esta terapia con caballos es ofrecer un espacio seguro para la expresión emocional, la terapia equina también puede ayudar a las víctimas a reconstruir la confianza en sí misma y sus habilidades para establecer límites saludables en futuras relaciones. (Lea en CONtexto ganadero: Las vacas salvan vidas gracias a terapias con abrazos)

Participar en actividades como cepillar y cuidar a un caballo puede fomentar un sentido de empoderamiento y autoeficacia, fortaleciendo el autoestima y la resiliencia emocional.