Así se va a comportar el clima en diciembre: tres regiones de Colombia bajo alerta
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Por Luis Guillermo Altahona Buelvas - 23 de Septiembre 2024
La articulación de la agrobiodiversidad con los sistemas de producción pecuarios en la región Caribe colombiana, contribuirá a la alimentación humana mediante el aumento de la disponibilidad, facilidad del acceso y utilización culturalmente apropiada de los productos alimenticios, lo que representa en sí la mejor expresión del concepto de soberanía alimentaria en el área rural.
Con más de 50.000 especies registradas y cerca de 31 millones de hectáreas protegidas, equivalentes al 15% del territorio nacional, Colombia ocupa el segundo lugar a nivel mundial en biodiversidad y está entre las 12 naciones más megadiversas del planeta (MADS, 2022).
En el Caribe colombiano, encontramos diversos ensambles vegetales que incluyen desde bosques secos con follaje caedizo hasta los bosques muy húmedos pluviales Rangel-Ch. (2015).
Los sistemas de producción pecuarios en esta región, se han caracterizado por ser extensivos y extractivos, afectando la flora y fauna de los ecosistemas donde se desarrollan, haciéndolos menos eficientes, sostenibles y resilientes.
No obstante, la introducción del concepto de agrodiversidad y su aporte a algunos sistemas de productivos en esta región, ha generado que cambien los paradigmas respecto a este tipo de alternativas de producción, debido a que además de mejorar los indicadores productivos y socioeconómicos de quienes las implementan, salvaguarda los objetivos principales de estas prácticas como son la seguridad alimentaria, adaptación y mitigación al cambio climático e integración con las tendencia al desarrollo rural en el país.
Thrupp (2000) indicó que la agrobiodiversidad es un componente fundamental de los sistemas productivos en el mundo, que involucra muchos recursos biológicos, indispensables para el ciclo de los nutrientes, la estabilidad y la productividad.
Dentro del desarrollo de sistemas de producción sostenible, es necesario contar con una oferta de materiales eficientes en la toma de nutrientes, resistentes o tolerancia a plagas y enfermedades, con menor dependencia de insumos externos y con posibilidades de su inclusión en sistemas de producción múltiple, que permitan la utilización industrial de los productos derivados de la actividad agropecuaria (Lobo, 2008).
En términos pecuarios, para que un sistema sea sostenible y competitivo debe integrar factores no solamente inherentes a la producción animal y su relación con factores ambientales, socio-culturales y económicos, sino también aquellos relacionados con la globalización, la inocuidad y seguridad alimentaria y la adaptabilidad a áreas geográficas particulares (Rodríguez Carías, 2013).
Brown y Hodgkin (2007) indicaron que el gran desafío de la comunidad agrícola mundial es cómo desarrollar y mejorar la productividad de los ecosistemas agrícolas para disminuir la pobreza y brindar la seguridad alimentaria de una manera sostenible, para lo cual se ha reconocido que la diversidad genética vegetal es esencial (Smith et al., 2008).
Se estima que aproximadamente mil conjuntos de animales domésticos están en peligro de extinción (Loftus & Scherf, 1993). En consonancia con lo precedente, Gibson et al. (2007) informaron que 35% de los mamíferos y 63% de las aves utilizados por el hombre están en peligro de desaparición. El ganado vacuno representa 90% de la producción mundial de leche y 32% de la de carne; los cerdos aportan aproximadamente 40% de la carne consumida en el planeta, en tanto que las ovejas y las cabras, el 4% de la leche, 6% de la carne y alrededor de 85% de la producción de fibras animales para textiles (FAO, 1995).
Sistemas de producción pecuarios biodiversos ofrecerían a los ecosistemas un amplio conjunto de beneficios, según Tilman et al. (1999) comprenden una serie de aspectos críticos como son: purificación del aire y el agua; control de sequías e inundaciones; generación y preservación de suelos y restitución de su fertilidad; detoxificación y descomposición de desechos; polinización de cultivos y vegetación natural; ciclos y movimiento de los nutrientes; control de la mayoría de las pestes agrícolas potenciales; protección contra los rayos ultravioletas; estabilización parcial del clima; moderación de condiciones climáticas extremas y su impacto; y mantenimiento de la biodiversidad.
En los sistemas de producción pecuarios de la región Caribe, existen alternativas de desarrollo productivos con especies relegadas, las cuales fueron definidas por Hammer et al. (2001) como aquellas que han sido ignoradas por la ciencia, pero que se usan en las áreas de adaptación y son competitivas; y las subutilizadas, aquellas que se sembraban y cayeron en desuso. Los agricultores han conservado la agrobiodiversidad mediante la obtención de semillas y propágulos vegetativos y su siembra continua (Lobo Arias & Medina Cano 2009).
Lo precedente ha conducido al desarrollo de las llamadas variedades locales, folclóricas, primitivas de agricultor, las cuales en concepto de Brown (2000) tienen como ventajas, entre otras, la adaptación a ambientes marginales y a estrés, con una conservación vinculada a su utilización y con un proceso evolutivo en marcha, como respuesta a cambios ambientales y presiones de patógenos y enfermedades.
La FAO (2017) indica que la producción alimentaria deberá duplicarse para el 2050 para poder satisfacer las necesidades de una población global en crecimiento, con nuevos patrones alimentarios que involucran un mayor consumo de carnes y aceites vegetales.
De acuerdo a lo planteado con Zuluaga Sánchez & Ramírez Villegas 2015, es importante anotar que, en Colombia, gracias a la diversidad ecosistémica, se ha desarrollado una gran cantidad de biotipos localmente adaptados y con características importantes incluyendo fertilidad, sobrevivencia, rusticidad y resistencia a enfermedades.
Hoffman (2007) afirmó que el uso y desarrollo de razas de animales y la conservación de conjuntos valiosos, de escaso interés para los productores, debe ser mejorado en forma sustancial para garantizar la seguridad alimentaria y el desarrollo rural continuado y que su uso sostenible, mejoramiento y conservación son elementos críticos complementarios para el cumplimiento de lo anotado.
La articulación de la Agrobiodiversidad con los sistemas de producción pecuarios en la región Caribe colombiana, contribuirá, como lo plantea (Morales, 2007), a la alimentación humana, mediante el aumento de la disponibilidad, facilidad del acceso y utilización culturalmente apropiada de los productos alimenticios, lo que representa en sí la mejor expresión del concepto de soberanía alimentaria en el área rural.
Luis Guillermo Altahona Buelvas es Zootecnista, Esp. Nutrición Animal, MSc. Ciencias Veterinarias del Trópico, Consultor y Asesor Agropecuario
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