Ganadería sostenible: un modelo regenerativo para la conservación de la biodiversidad
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Por APNnoticias - 11 de Junio 2023
El presidente ejecutivo de Fedegán e integrante del equipo negociador del gobierno con el ELN se refirió a las declaraciones que hizo Pablo Beltrán al final del anuncio y la firma del cese al fuego el pasado viernes. El jefe guerrillero afirmó que seguirán extorsionando, secuestrando y delinquiendo.
Firmar unos acuerdos de la trascendencia de los firmados obliga a ser cuidadosos y responsables. Los acuerdos traen reglas y las reglas son para cumplirlas. El que incumpla las reglas, viola el acuerdo y en que viola el acuerdo pone en jaque la negociación. ¿Lo hará el ELN? En 180 días lo sabremos y sabremos qué hará el gobierno.
En este proceso, lo que se acuerda se cumple, según nuestro primer mandato. No fue así en el proceso de Santos/Farc. El tiempo lo dirá.
Habrá un estricto cumplimiento del DIH y eso implica suspender una serie de actividades ofensivas contra la población civil. No se puede hablar de participación de la sociedad con unos civiles sometidos por parte de quienes tienen armas.
Este proceso no tiene antecedentes y está enfocado a generar condiciones para que la población pueda vivir y ejercer sus derechos en libertad, dentro del cumplimiento al DIH, supuesto básico para lograr una activa participación de la sociedad, sin amenazas ni hostigamientos, en la búsqueda de soluciones transformadoras que eliminen de raíz la excusa de acudir a la violencia para solucionar los problemas del país.
Nunca se había logrado un acuerdo sobre un punto cualquiera de la agenda propuesta en las múltiples negociaciones con el ELN, y menos sobre “el corazón” del proceso: La Participación. En esta oportunidad logramos algo de gran importancia: unas reglas de juego claras, sobre el cómo y bajo qué condiciones se silenciarán las armas, sin que la Fuerza Pública desatienda sus obligaciones constitucionales; y sobre el cómo y bajo qué condiciones se desarrollará la participación de la sociedad, sin vulnerar la democracia y sus instituciones.
Las reglas, bien definidas, incluyen mecanismos creíbles de monitoreo permanente y preventivo, como también de verificación, con participación de la ONU, la Iglesia y los países garantes, a lo cual se suma un componente clave de “veeduría social”, porque son las comunidades en los territorios, que viven la zozobra de los fuegos cruzados entre diferentes violencias y el “síndrome de la maleta lista” para el desplazamiento, las que tendrán información de primera mano sobre eventuales incumplimientos.
Sin un entorno de seguridad la veeduría de las comunidades sería un loable ejercicio de inclusión, pero también un riesgo para quien denuncia. No olvidemos que, según cifras de Indepaz, fueron asesinados 59 líderes sociales en el primer cuatrimestre, con un “abril negro” que sumó 21 de ellos.
La seguridad será esencial, pero también “la pedagogía”, que el Acuerdo sobre participación plantea como elemento central. En un país sin cultura de participación, más allá del bloqueo y la marcha callejera, debemos alentar la participación efectiva, que solo es posible a partir de una actitud de “ventanas abiertas”, porque solo una sociedad informada sobre las reglas pactadas en relación con lo prohibido y lo permitido durante el cese, podrá identificar incidentes de incumplimiento y denunciarlos con las garantías debidas de seguridad.
La veeduría social al cese al fuego, como expresión de participación, será un gran reto y, de lograrse, un resultado sin antecedentes y una señal positiva para avanzar en la unión de propósitos y voluntades hacia la construcción “participativa” del “Gran Acuerdo Nacional” sobre lo “fundamental”, para lograr desarrollo con equidad, que es sinónimo de paz; un Acuerdo Nacional que no surja del recinto cerrado de una mesa de negociaciones, ni sea impuesto desde el Olimpo del liderazgo político, sino construido entre todos en el valle donde compartimos a diario la inseguridad y todas sus causas, con el narcotráfico en primer lugar.
Información y promoción de la participación efectiva. Ese es mi compromiso como miembro de la mesa y dirigente gremial, y ese debe ser el compromiso del Gobierno, de todos los sectores y, sobre todo, de los medios de comunicación, que auscultan a diario y conocen, como el que más, la realidad de violencia en los territorios.
Estos 180 días serán cruciales para saber si negociamos “en círculo” o si, realmente, hay salida a la vorágine de violencia que ha sido la historia de Colombia.
Amanecerá en 180 días y veremos con mayor claridad las posibilidades de la paz. Mientras tanto prefiero el optimismo.
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