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Foto: CONtexto Ganadero.

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Es hora de recuperar a La Guajira

Por - 29 de Febrero 2016


El departamento está integrado por 16 municipios. Los del sur son los que mandan la parada en materia agropecuaria, en el centro están las explotaciones mineras y en lo más alto está la población indígena y la producción frutícola. Inversiones y apoyo es lo que piden para potencializar su campo.   Los ojos de Colombia se posaron sobre La Guajira. La actual crisis que viven las comunidades indígenas del departamento, en donde el hambre extrema ha generado decenas de muertes de niños Wayúu, han ocupado las páginas de los principales medios del país. (Lea: Radiografía de La Guajira: la ganadería podría desaparecer)   Esa situación ha despertado la solidaridad de los colombianos quienes se han unido para enviar alimentos no perecederos, agua, ropa y hasta juguetes a los pequeños guajiros, con el objetivo de que la falta de comida no siga siendo la principal causa de muerte.   No obstante, el sector agropecuario del departamento padece una crisis similar. La ausencia de lluvias desde hace varios meses ha generado que los semovientes mueran, escasee el agua para los cultivos, en muchos casos no hay ni siquiera el recurso para consumo humano. Ante tal panorama, este diario consultó a 3 personas que residen en La Guajira, quienes pidieron que la miraran no con lástima, sino con ambición e interés por sacarla adelante.   Potencialidades agropecuarias de La Guajira   El departamento está ubicado en un punto privilegiado. Tiene el mar Caribe a lo largo de 340 kilómetros de costa. 7 ríos lo bañan a lo largo y ancho, los cuales nacen en la mítica Sierra Nevada de Santa Marta. Posee tierras fértiles y aptas para diversas actividades, lo que le permitiría ser la despensa agrícola de la zona.   “Por tradición, los guajiros somos agricultores, ganaderos y comerciantes”, aseguró Rubén Fuentes Aragón, secretario de Desarrollo Económico para el departamento. Para el funcionario, quien conoce bien el sector pecuario, las actividades ligadas con el campo deben ser las que manden la parada, ya que en menos de 35 años, la minería extractiva que funciona allí, deberá culminar. (Lea: Secuestro, prostitución y verano golpean a La Guajira)   Es decir, desde ya se debe empezar a trabajar en mejorar y fomentar la agricultura, para que en el futuro esas sean las principales actividades económicas y las encargadas de jalonar el PIB del departamento.   “Nosotros tenemos tierras aptas para cultivar muchos productos, pero se debe hacer un uso responsable del suelo y así no exceder la frontera agrícola indicada para nuestro departamento”, amplió Fuentes Aragón.   Además de las bondades de la tierra, la cercanía con el mar es una ventaja comparativa que el departamento debe aprovechar de mejor forma. Eso significaría, constituir asociaciones costeras y pesqueras que exploten de forma responsable el mar y el turismo. Fomentar la exportación de productos y sacarle un mayor provecho a los Tratados de Libre Comercio suscritos por el Gobierno colombiano.   Sin embargo, el agua sigue siendo un dolor de cabeza. A pesar de que 7 ríos bañan al departamento y desembocan en el mar, es necesario implementar obras que aseguren el recurso a todos los sistemas productivos que se pueden implementar y de los que pueden depender cultivadores, ganaderos, indígenas y comerciantes. (Lea: Alimentos, agua y pozos piden ganaderos de La Guajira)   Un dolor constante   Desde que fue concebido como departamento en 1965, la zona ha padecido diversos dramas. Uno de los más recordados fue la ‘bonanza marimbera’. La calidad del suelo de la región permitió que se cultivara una marihuana muy apetecida, eso generó una locura colectiva entre los agricultores guajiros que al final solo dejó sangre, dolor y miseria.   En la década del 90 fueron apareciendo los grupos al margen de la ley, quienes seducidos por la zona y su cercanía con Venezuela, vieron en La Guajira un lugar ideal para asentarse y promover actividades ilegales como el narcotráfico y el contrabando. Los frentes 19, 41, 59 y los grupos ‘José Prudencio Padilla’ y ‘Resistencia Wayúu’ de las Farc, el Frente Contrainsurgencia Wayúu de las AUC, y los frentes Luciano Ariza y Gustavo Palmesano del ELN, se disputaron durante años el departamento.   Con la política de seguridad democrática del expresidente Álvaro Uribe Vélez y la presencia del Ejército, fue posible retomar paulatinamente el control de la zona que durante años convivió con el miedo y la zozobra de la guerra.   Conforme eso iba ocurriendo, la revolución minera guajira fue otro caos en el departamento. La explotación de El Cerrejón, ha generado grandes disputas por las tierras aledañas a la mina, por lo que eso también ha causado muertes. Algo similar sucedió con las minas de sal, eso ocasionó disputas territoriales por parte de las poblaciones indígenas asentadas en la Alta Guajira. (Lea: 2015: año gris para La Guajira)   Así se divide la geografía de La Guajira. Foto: CONtexto Gananadero.    Las subregiones   El departamento está dividido en 3 subregiones. Cada una tiene diversas potencialidades. La primera es la Baja Guajira. Allí están los municipios de La Jagua del Pilar, Urumita, Villanueva, El Molino, San Juan del Cesar, Distracción, Fonseca, Barrancas, Hato Nuevo y Albania. Esa zona es conocida, según contó Mayra Correa Parodi, integrante del clan Epieyú de la etnia Wayuú, como la principal despensa agrícola de la región.   La ganadería se destaca en esta zona por cuenta de la calidad de los pastos y forrajes que se ven en la zona. Sin embargo, desde 1994 ese sector del departamento viene siendo víctima de promesas y anuncios que hasta el momento siguen en eso, ilusiones y anhelos de crecer.   “Desde el Gobierno de Samper se está discutiendo el proyecto de la represa del Cercado o del río Ranchería. Cuando se concibió la iniciativa se pensó en beneficiar 18 mil hectáreas que iban desde San Juan del Cesar hasta Albania. A duras penas se construyó una parte de la propuesta, pero el resto sigue pendiente”, reveló.   En la Media Guajira, conformada por municipios de Riohacha, Maicao, Manaure y Dibulla, hay zonas ricas en la producción de frutales como la patilla, el banano, el mango y cultivos de ciclo corto como el plátano y el maíz. (Columna: S.O.S por La Guajira)   No obstante, no hay incentivos para ampliar la frontera agrícola y quienes se dedican al campo, lo hacen para autoconsumo sin visión de negocio. A eso se le suman inconvenientes para adquirir semilla de buena calidad y agua, por lo que poco a poco ha ido muriendo la cultura del cultivo.   Los indígenas de esa zona y de La Alta Guajira conformada por el municipio de Uribia, son reconocidos por la cría de chivos, labor que es netamente cultural y que fueron aprendiendo de generación en generación. Pero factores como el clima obligaron a este tipo de tribus a comerse sus animales y por ende abandonaron esta clase de actividades.   “Hay un conflicto evidente entre el Estado y los indígenas Wayúu. No pueden seguir viendo a La Guajira sin conocer su realidad. Creen que lo que piensan detrás de un escritorio en Bogotá es indicado para esta clase de poblaciones, sin conocer sus creencias, necesidades e intereses. Al final son paños de agua tibia y se convierten en un problema mayor”, agregó Correa Parodi.     Desmotivaciones   La falta de seguridad es una problemática constante del departamento. Los robos de animales son uno de los principales factores de desmotivación en el sector bovino, lo que en muchas ocasiones lleva a pensar al productor en claudicar y no sacar adelante este rubro de la economía. (Lea: Los pesares de la ganadería en La Guajira)   Sol Fanny Daza, hija de un ganadero de antaño y quien sufre al ver la condición de su papá, clamó al Gobierno Nacional por ayudas reales para tecnificar e impulsar la producción bovina no solo de su padre, sino de todo el departamento. Aseguró que las condiciones climáticas actuales tienen aguantando hambre tanto a vacas como a productores.   “Mi papá tiene 6 meses de trabajo, de bonanza y otros 6 de crisis. Lo que gana en el primer semestre lo invierte en el segundo para que sus animales no se mueran. La falta de agua y comida hacen que llevar la ganadería sea muy difícil, en especial entre los pequeños productores”, dijo.   Sacar al departamento de la crisis humanitaria y agropecuaria que vive es un asunto del Estado, los dirigentes nacionales, locales y la misma ciudadanía, quienes deben ser vigilantes de los recursos y pensar en el bien común. Una vez se termine el asistencialismo y se fomenten actividades sostenibles y viables económicamente, La Guajira ocupará las primeras planas de los medios, ya no por sus dramas, sino por sus logros. 

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