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Por - 08 de Enero 2013
Colombia es un país con amplia diversidad de destinos turísticos, apreciados de la misma manera por nacionales y extranjeros; entre todos está Taganga. Este corregimiento, ubicado en cercanías a Santa Marta, cuenta con enormes playas que le han permitido, a un alto porcentaje de las 3.000 personas que habitan la zona, vivir del turismo.
Colombia es un país con amplia diversidad de destinos turísticos, apreciados de la misma manera por nacionales y extranjeros; entre todos está Taganga. Este corregimiento, ubicado en cercanías a Santa Marta, cuenta con enormes playas que le han permitido, a un alto porcentaje de las 3.000 personas que habitan la zona, vivir del turismo.
La Costa Caribe colombiana, es un destino por excelencia para pasar un periodo de vacaciones. En Cartagena, las murallas e islas que la rodean se convierten en uno de los lugares predilectos para hacerlo; así como Santa Marta y en especial, El Rodadero, es un lugar escogido para salir de la rutina y el afán del día a día. Sin embargo, el exceso de turistas que reciben estas dos playas, ha hecho que los colombianos vean en Taganga un lugar ideal para descansar.
“Aquí siempre hay turistas, antes eran muchos colombianos, pero ahora, los extranjeros son los que predominan”, dice Giovanni Parejo, administrador de un restaurante en esta playa, y es no es raro, por esta temporada, el fuerte frío que se vive en Europa y Estados Unidos, contrasta con los 30° centígrados de temperatura y los colores del mar caribe que baña a Taganga.
Pero son muchas personas que gracias a esta playa logran subsistir, negocio de ceviche, cocadas, “la banana”, alquiler de carpas, sillas, helados, cerveza, manillas, etc., predominan durante esta temporada de vacaciones y es lógico, dice un vendedor de helados, “los turistas no se van a pegar un viaje hasta aquí a pagar lo mismo por un helado, por eso yo los cobro más caros y ellos los pagan, porque tienen la plata”.
Y eso es de lo que ellos viven, del turismo, pero en casos particulares, hacer de su negocio, cualquiera que sea y lograr buenos dividendos económicos, se debe a la paciencia, asedio de los clientes y el humor.
Stella, Héctor y Giovanni
La venta de cocadas es tradicional es cualquier playa de nuestro país, pero para Stella, una morena de 40 años, dedicarse a este oficio ha sido cuestión de amor a sus tradiciones. “Yo hago esto porque me gusta, desde que soy pequeña lo aprendí y gracias a eso salgo adelante”.
Ella hace parte de un colectivo de vendedores ambulantes que trabajan en la playa, plenamente acreditados, quienes se encargan de ofrecerle todo tipo de servicios a los visitantes, nacionales y extranjeros, para que su hospedaje en Taganga sea placentero.
“Para poder vender estas cocadas, es un trabajo que empieza a las 4 de la mañana y acaba a las 11 de la noche. Primero en la noche, cuando llego a la casa dejo parte de los dulces preparados, eso lo acabo a tipo 11 y me levanto a las 4 a terminarlos, para llegar a la playa a las 9 a venderlos e irme a las 5”. Esta rutina le permite a Stella, percibir el 100 % de los ingresos sobre sus cocadas. Además, su ingeniosa forma de vender su producto, hace que Stella sea de una de las vendedoras más reconocida en estas playas.
Pero no solo es Stella, Héctor, un joven samario, encontró en la venta ambulante de cocteles de camarón una forma de salir adelante, además de ser un negocio muy rentable durante la temporada alta.
“Este negocio es pura paciencia” dice Héctor, quien ofrece camarones, pulpo, calamares, y los prepara dependiendo del gusto del cliente. “Yo diariamente vendo unos 100 cocteles, lo cual me representan unos $500.000 diarios, de los cuales invierto $200.000 en los camarones, cebolla, salsas, plásticos y galletas, pero eso solo pasa durante la temporada, porque en el resto del año, mis ventas no pasan de los $100.000”, asegura el vendedor de camarones.
Este tipo de personas son las que hacen que los extranjeros valoren a Taganga, fe de esto la da Francesco Ferrari, un italiano que llegó al país evadiendo el frío intenso que se vive en su natal Roma y quien manifestó sentirse muy a gusto en el corregimiento. “La gente de aquí es muy amable con nosotros, además aquí nos sentimos muy seguros, por eso ves en las calles a gente de otras partes de Europa, América y hasta África”.
Y esa amabilidad es la que permite que Giovanni Parejo mantenga lleno el restaurante donde es administrador, mesero, jalador de clientes y hasta cantante vallenato. Es que la temporada alta y el turismo en Taganga, dispara el empleo tanto que el mismo empleado llevó a su esposa, que es enfermera de profesión a que trabajara con él y así se ganara unos pesos adicionales, mientras estaba en vacaciones.
“Acá toca trabajar duro para marcar la diferencia, con los colombianos es saberlos atender y con los extranjeros, entender qué es lo que quieren y darles lo que piden, para que vuelvan; además hay tantos restaurantes que si yo, que conozco el producto, no lo sé ofrecer, la gente no viene”, afirma Parejo.
Estos son algunos ejemplos de lo que ocurre en Taganga, porque hay más personas, como los que rentan apartamentos o las mujeres que hacen las trenzas y los masajes, por citar algunos casos, que gracias al turismo, tienen una vida digna, se ganan su plata de forma honrada y satisfacen las necesidades de los turistas que llegan a este corregimiento a descansar y pasar vacaciones.
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