Sequía, calor y escasez de agua

Luis Altahona es un sucreño de 35 años que adquirió el amor por el campo gracias a los valores que le inculcó su madre. Este profesional agropecuario sueña con ver a los gobernantes verdaderamente comprometidos con el sector.

Por estos días en el Departamento de Sucre hemos batido record en altas temperaturas, llegando a registrar 45°C. Salir al medio día ya sea caminando, en moto o carro es sumamente sofocante; siendo la situación muy preocupante tanto en la zona urbana como en la rural.

En la zona urbana la población es cada día más consiente sobre la necesidad de sembrar y cuidar los árboles, de mantener zonas verdes donde las personas y la fauna circundante llegue a protegerse de la inclemencia del sol; pues las altas temperaturas están afectando nuestro estilo de vida, aumentado el consumo de energía eléctrica para encender abanicos y aires acondicionados, impactando la situación socioeconómica de miles de familias en especial los que hacen parte de la economía popular como por ejemplo los vendedores ambulantes, carretilleros y mototaxista, quienes día a día están expuestos a estas altas temperaturas y sienten los estragos del calor.

En la zona rural la situación no diferente. Conversando con campesinos manifiestan que años anteriores en los meses de febrero y marzo ya habían iniciado mecanización de suelos, estando muy preocupados por vivir en zonas donde no llueve desde diciembre; incluso los suelos están tan secos que no han podido meter los tractores a arar por lo reseca que se encuentra la tierra.

Además de no poder iniciar la producción de alimentos -para garantizar nuestra seguridad alimentaria-, se suma a lo anterior que muchos de nuestros corregimientos y veredas no cuentan con servicio de acueducto con agua potable.

Lamentablemente al día de hoy tenemos zonas donde el consumo de agua de muchas familias depende de la generosidad del ganadero que tenga la represa más grande y que les permite sacar el agua y llevarlas en burro hasta sus casas en pimpinas de 20 litros. Sin embargo, hasta el ganadero a veces restringe el acceso a esa agua porque manifiesta que sus animales se van a quedar sin agua. El agua es vida y la falta de agua afecta la producción agropecuaria y principalmente toda la económica campesina familiar y comunitaria de la cual depende muchísimas familias.

Los ojos de la prensa están puestos en Bogotá por ser la capital y tener millones de habitantes, pero, ¿quién se preocupa por el acceso al agua de los habitantes de barrios periféricos de nuestros municipios y por nuestros campesinos?

La sequía, las olas de calor y la escasez de agua, está directamente relacionada con la aparición de enfermedades de la piel, innumerables problemas gastrointestinales y la aparición de enfermedades transmitidas por mosquitos como lo estamos viviendo actualmente.

Esperemos que en los nuevos planes de desarrollo, los procesos de mitigación y adaptación al cambio climático sean una prioridad en beneficio de la comunidad y no se conviertan en simples proyectos ejecutados para evitar sanciones por parte de los entes de control.