Mucho cuidado: lactaciones prolongadas no se ajustan a condiciones de las lecherías colombianas
PorAngie Barbosa-27 de Febrero 2025
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Por Melanny Orozco - 27 de Febrero 2025
Las fincas ganaderas del trópico seco son muy diferentes en invierno y en verano. Productores de la región manejan el negocio y deben tomar decisiones entre la incertidumbre climática y lo aprendido a través de la sabiduría popular. El conocimiento científico también les es de gran ayuda.
El clima en el Caribe colombiano ha sido desde siempre un factor determinante en la producción ganadera. La reciente temporada de lluvias, iniciada esta semana, ha generado incertidumbre entre los productores, quienes, basándose en el conocimiento transmitido por generaciones, intentan ir un paso adelante y prever su impacto en las pasturas y en la alimentación del ganado.
Lo anterior ocurre muy a pesar de la validación científica sobre muchas de estas creencias: datos meteorológicos y la gestión eficiente de los recursos naturales han demostrado que son herramientas claves para el éxito de la ganadería en esta región.
Según el médico veterinario y zootecnista Eudes Antonio Garzón, la caída de lluvias en esta época puede tener efectos contradictorios en la producción ganadera. Los rebrotes de vegetación impulsados por el agua favorecen el pastoreo y la alimentación del ganado.
Sin embargo, si estas lluvias son esporádicas y seguidas de largos periodos de sequía, las semillas de pasto que lograron germinar no tendrán el tiempo suficiente para desarrollarse y terminarán siendo devoradas por los animales antes de alcanzar su madurez. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo debe ser la renovación de praderas para incrementar la sostenibilidad)
Esta situación ha sido interpretada por los ganaderos más experimentados como una señal de la extensión del verano, lo que significa que el suelo no logrará una adecuada recarga hídrica.
Sin lluvias constantes, las praderas pierden su capacidad de sostener la producción de forraje y, en consecuencia, el ganado enfrenta un déficit alimenticio que repercute en su desarrollo y en la productividad de la finca.
Más allá de las creencias populares, Garzón enfatizó la importancia de la pluviometría como herramienta fundamental para la gestión ganadera en el bosque seco tropical. Medir la cantidad de milímetros de lluvia caída y la frecuencia de los aguaceros en un período determinado permite estimar si hay suficiente hidratación para las pasturas y si la finca cuenta con la capacidad adecuada para mantener su hato.
Otro aspecto clave en la toma de decisiones es el manejo de la capacidad de carga. Expresada en términos de números de animales o kilogramos por hectárea, esta métrica permite a los ganaderos evaluar si deben ajustar la cantidad de ganado en función de la disponibilidad de alimento.
“El peor error es no medir las lluvias y la cantidad de animales por hectárea y no tomar decisiones a tiempo sobre el comportamiento de la finca”, advirtió Garzón.
Y agregó: “esto condena al predio a una pérdida completa de pasturas y a una disminución de la condición corporal del ganado, lo que traduce en menor producción y rentabilidad”.
Armando Fernández, ganadero del Caribe colombiano, aseguró que le genera mucha incertidumbre el comportamiento del clima. “Con el cambio climático, las lluvias ya no son iguales a cómo eran antes. Por estos días vivimos pendiente al flujo de las precipitaciones, que son determinantes para el manejo de nuestro campo. Esperamos que las lluvias continúen y que, en vez de pérdidas, nos traigan muchos beneficios para nuestras tierras que están muy secas”, expuso Fernández.
El anterior testimonio refleja la complejidad del impacto climático en la ganadería. En un entorno cada vez más incierto, esta debe depender de la capacidad de adaptación de los productores.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) informó en su más reciente pronóstico que existe una probabilidad del 59 por ciento de que el fenómeno de La Niña se extienda hasta abril. No obstante, durante el primer semestre del año, se espera que persista una tendencia seca en regiones como la Andina, el Caribe y los Llanos Orientales, con un aumento paulatino de lluvias a partir de marzo.
Este comportamiento climático refleja la influencia de La Niña combinada con una fase neutral de El Niño – Oscilación del Sur (ENOS). (Lea en CONtexto ganadero: Así será el clima en marzo y abril: recomendaciones para el sector agropecuario)
Si el pronóstico se cumple y las lluvias regresan de forma progresiva en los próximos meses, los ganaderos deberán estar atentos a la variabilidad del clima para planificar su estrategia de manejo de pasturas y carga animal.
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