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Foto: Semarnat

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¿Por qué es importante el carbono azul?

Por - 17 de Septiembre 2018

Los ecosistemas costeros brindan importantes servicios ambientales, entre los que se incluyen la protección de costas, la purificación de agua, el sustento de pesquerías, la conservación de la biodiversidad y el secuestro de carbono.


Los ecosistemas costeros brindan importantes servicios ambientales, entre los que se incluyen la protección de costas, la purificación de agua, el sustento de pesquerías, la conservación de la biodiversidad y el secuestro de carbono.   La Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Semarnat, de México, ha elaborado una publicación ilustrativa para promover la protección de ecosistemas de carbono azul (“Todos podemos contribuir a la protección de ecosistemas de carbono azul! ¡Súmate a la acción!”). (Lea: La importancia del carbono azul.). De dicha publicación se extrae la siguiente nota.   Señala la publicación que en los últimos años se ha fortalecido el conocimiento científico en torno a la enorme capacidad de los ecosistemas de manglar, pastos marinos y marismas para captar y almacenar dióxido de carbono (CO2) en forma de carbono orgánico. A este carbono se le conoce como “carbono azul”.   A pesar de los múltiples beneficios de los ecosistemas de manglar, pastos marinos y marismas, sus tasas de degradación y pérdida siguen en aumento, lo que ocasiona impactos graves: no sólo disminuye su capacidad para captar carbono, sino que se producen emisiones a la atmósfera del carbono ya almacenado, así como un aumento de la acidificación de las aguas de los litorales que afecta directamente a la biodiversidad y la población humana [1].   ¿Dónde se encuentra el carbono azul?   Los ecosistemas que captan y almacenan carbono azul cubren menos de 0.5% de la superficie marina del planeta, pero la cantidad de carbono que secuestran en un año equivale a casi la mitad de las emisiones producidas por el transporte a escala mundial.   Marismas salobres, manglares y pastos marinos son los ecosistemas costeros que captan carbono azul, y lo hacen en una magnitud mucho mayor que los ecosistemas terrestres.   A diferencia de lo que ocurre en los bosques tropicales, el almacenamiento de carbono orgánico en estos ecosistemas costeros se da principalmente en el suelo mismo y, en menor medida, en el material vegetal superficial.   México es uno de los países con mayor superficie de ecosistemas que captan y almacenan carbono azul.   Diversos actores —la academia, la sociedad civil y el gobierno— se han dado a la tarea de aumentar el conocimiento científico acerca de estos ecosistemas costeros. Gracias a la labor de la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA), Canadá, Estados Unidos y México han dado pasos firmes en el avance de la denominada “ciencia del carbono azul”: ha sido posible cartografiar estos ecosistemas en América del Norte; estandarizar las metodologías para contabilizar sus reservas, y determinar la magnitud de algunos de los sumideros de carbono azul.   Este conocimiento básico permite diseñar estrategias orientadas a reducir las emisiones de carbono de estos ecosistemas y proteger tanto sus actuales niveles de captación y almacenamiento como la biodiversidad en ellos.   Debido a su ubicación en los límites entre la tierra y el mar, manglares, pastos marinos y marismas resultan ser ecosistemas altamente sensibles y vulnerables.   Su pérdida y degradación son causadas principalmente por la urbanización costera; la contaminación de los cuerpos de agua; los cambios en la cobertura y uso de suelo asociados a la acuacultura, ganadería y agricultura; la falta de sedimentos suspendidos; el exceso de nutrientes; el estrangulamiento de las costas; la construcción de infraestructura portuaria; el turismo; el incremento del nivel medio del mar, y los eventos climáticos extremos (por ejemplo, huracanes) [4].   La problemática se agrava porque una vez que estos ecosistemas se degradan o son destruidos, el carbono que durante años había estado almacenado en ellos se libera, con lo que aumentan las concentraciones de CO2 en la atmósfera.   ¿Por qué es importante el carbono azul?   Biodiversidad. Mantener el buen funcionamiento de los ecosistemas costeros favorece la conservación de la biodiversidad y los servicios ambientales que éstos ofrecen [2, 4].   a) Marismas: proveen alimento y fungen como hábitat de poblaciones de peces y aves; son sumideros de contaminantes; actúan como barreras naturales que protegen de las tormentas a tierras continentales.   b) Pastos marinos: filtran las aguas y aumentan su claridad; son hábitat temporal y permanente de numerosas especies (por ejemplo, camarones y estrellas de mar, respectivamente) y constituyen la base de redes alimentarias de otros entornos estuarinos y costeros que a su vez sustentan gran cantidad y diversidad de especies; evitan la erosión de playas, manteniendo los sedimentos entre su sistema de raíces.   c) Manglares: desempeñan un papel importante en la atenuación del oleaje; funcionan como zonas de amortiguamiento frente a tormentas; son un hábitat crítico (sitios de reproducción, anidación y crecimiento) para peces, crustáceos, moluscos, aves y especies de importancia económica.   Mitigación del cambio climático y adaptación a sus efectos. Los ecosistemas de carbono azul cubren menos de 0.5% de la superficie marina mundial [3], pero captan carbono a una tasa anual de dos a cuatro veces mayor que la de los bosques tropicales maduros, y almacenan entre tres y cinco veces más carbono por área [1].   Asimismo, representan más de 50% del total de carbono contenido en sedimentos oceánicos, y en un año secuestran una cantidad de carbono equivalente a casi la mitad de las emisiones generadas por el transporte a escala mundial [3]. Por otra parte, su cobertura vegetal disipa la energía de las olas, controla la erosión y amortigua los impactos del aumento del nivel del mar. Conservar estos ecosistemas costeros es una medida de adaptación al cambio climático basada en ecosistemas.   Referencias: 1. CCA (2014), El carbono azul en América del Norte, Comisión para la Cooperación Ambiental, Montreal, 4pp. 2. The Blue Carbon Initiative, “Mitigating climate change through coastal ecosystem management”, en: . 3. Herrera Silveira, J. A., A. R. Camacho, E. Pech, M. Pech, J. Ramírez, C. Teutli Hernández (2016), “Dinámica del carbono (almacenes y flujos) en manglares de México”, *Terra Latinoamericana, 34: 61-72. 4. CCA (2016), Carbono azul en América del Norte: evaluación de la distribución de los lechos de pasto marino, marismas y manglares, y su papel como sumideros de carbono, Comisión para la Cooperación Ambiental, Montreal, 58 pp. 5. CCA (en prensa), Análisis de las oportunidades para la integración del concepto de carbono azul en la política pública mexicana, Comisión para la Cooperación Ambiental, Montreal, 113 pp.   Fuente: Sermarnat*

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