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Por - 09 de Marzo 2017
El camión de la basura frena y Rebeca corre hacia el contenedor para hurgar en las bolsas. Es su carrera diaria contra el hambre, que tiene a muchos venezolanos viviendo de sobras.
El camión de la basura frena y Rebeca corre hacia el contenedor para hurgar en las bolsas. Es su carrera diaria contra el hambre, que tiene a muchos venezolanos viviendo de sobras. Antes de que los desechos sean triturados, revisa veloz y encuentra un poco de pasta. Rebeca León tiene 18 años, está terminando secundaria y vive en el barrio popular de Petare, en una casa que pese a su miseria cuenta con servicios básicos. Un hijo de 2 años desnutrido, una madre discapacitada y semanas "a punta de agua" la lanzaron hace seis meses a las calles de sectores acomodados para buscar comida en la basura. (Lea: En algunos lugares de Venezuela ya no es posible encontrar carne) "Mi mamá no lo quería aceptar, pero qué más se hace con lo mal que está el país. Se iba a morir de hambre, se le veían los huesos. Mi hijo se me estaba desnutriendo", cuenta a la AFP. Su rutina es agobiante. Estudia por las tardes y del colegio sale a cazar carros recolectores y a escarbar desperdicios en restaurantes, de donde saca restos de pollo, pan, pescado o queso. Duerme en la calle y vuelve a casa en la mañana para limpiar lo que recogió, descansar y echar a andar de nuevo el engranaje. "Vivimos de la basura" Esta joven morena de ojos vivaces dejó la vergüenza a un lado para sobrevivir a una angustiosa crisis donde escasean el 68 % de los productos básicos y la inflación crece incontrolable (según el Fondo Monetario Internacional llegará al 1.660 % en 2017). "Lloraba porque me sentía humillada. Ya no le paro (no me preocupa), porque si no trabajas o buscas algo en la basura, no comes", dijo mientras aguardaba un camión que nunca llegó. (Lea: Venezolanos no consumen leche pasteurizada hace 2 años) Con ella, unas 70 personas -incluidos varios niños- esperan los carros recolectores y se reparten el control de la basura de restaurantes. Rebeca registra las sobras de una marisquería de Altamira. Cerca de allí, en un local de comidas rápidas, un hombre fue apuñalado hace poco en una pelea por una bolsa, cuenta un empleado. En ese lugar José Godoy, albañil desempleado de 53 años, lame ansioso un plato desechable. Lo acompañan 2 hijas de 6 y 9 años que beben jugo sacado de un bote. Están anémicas. Una vez al día comen yuca o plátano. La madre de la venezolana Rebeca León, que busca comida en la basura por las calles de Caracas, fotografiada el 22 de febrero de 2017 en su casa en el barrio pobre de Petare. Foto: AFP. Unos 9,6 millones de venezolanos -casi un tercio de la población- ingieren dos o menos comidas diarias y la pobreza por ingresos aumentó casi nueve puntos entre 2015 y 2016, al 81,8 % de los hogares, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida. Un 51,51 % está en la pobreza extrema."Me daba pena, pero una noche nos acostamos sin comer. No se lo deseo a nadie. Los niños lloraban: 'tengo hambre'. Vendí las herramientas, todo, y por último salí a la calle. Miles vivimos de la basura", relata José, quien dice estar cansado de hacer en vano colas para comprar productos subvencionados. Al 93,3 % de las familias no les alcanza para comprar alimentos, mientras siete de cada diez personas perdió en promedio 8,7 kilos de peso en el último año, detalla el estudio de un grupo de universidades. "Yo era gordo, ahora mire: flaquito. A ella tuve que sacarla del colegio porque no podía darle comida para que llevara", dice Godoy señalando a una de las hijas, quien tímida dice que hace mucho no come carne. (Lea: La lección venezolana que ganaderos de Colombia deben analizar) Desmayados de hambre La nutricionista Maritza Landaeta, coautora de la investigación, sostiene que el 10 % de las personas en pobreza extrema (unos 1,5 millones) comen de lo que les regalan familiares o de la basura y sobras de restaurantes, exponiéndose a enfermedades. Pero el presidente Nicolás Maduro asegura que en 2016 la pobreza en el país con las mayores reservas petroleras del mundo bajó del 19,7 % al 18,3 %, y la miseria del 4,9 % al 4,4 %, pese al desplome del crudo, prácticamente único ingreso en una economía dependiente de las importaciones. El Gobierno socialista, que atribuye la escasez a una "guerra económica", reivindica que Naciones Unidas reconoció en 2015 sus esfuerzos contra el hambre. Además, que su programa de venta de productos subsidiados en zonas populares -creado hace un año-, beneficiará a seis millones de hogares en 2017. Con el semblante roto por el trasnocho, el hambre y la desazón por no haber hallado nada, vuelve a su barrio -el más peligroso de Caracas-, desde donde debe caminar una hora hasta el liceo por calles empinadas. Allí, cuenta, algunos compañeros "se desmayan de hambre".Sin embargo, esas bolsas de alimentos solo han llegado dos veces a la vivienda de Rebeca, donde una nevera dañada sirve de alacena para proteger la comida de los ratones. (Lea: Ganaderos de Venezuela revelan propuesta para impulsar el sector) "No quiero quedarme así", dice con el uniforme escolar que está ansiosa por dejar para estudiar turismo. Por ahora, se alista para otra jornada de esta lucha que no vislumbra su fin.
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