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Por CONtexto ganadero - 23 de Marzo 2024
Hace media hora, recibí una llamada de la República de Chile de mi gran amigo Martin Alonso Pinzón, quien con voz entre cortada y casi en llantos me dijo: Mi querido Senen, se nos murió Augusto Beltrán hace media hora.
Punta de lanza. Nota editorial.
No era para menos mi impresión, puesto que hace pocas horas también, le había enviado como de costumbre, mis escritos, de los que me hacia el honor de leer y comentarlos.
Augusto estaba muy mortificado con la situación del país, sobre todo por los brotes de violencia y perturbación del orden público que, desde luego, lo incomodaba, especialmente por el impacto que toda esta cosa de la inseguridad sufriría la economía en todos sus ámbitos.
Ese sentimiento y lágrimas inocultables de Martin Alonso por la partida final de nuestro querido amigo Augusto, tenía la más grande justificación para que nos tocara el sentimiento y nos ablandara el corazón, y era por el don de la simpatía, de la sencillez y la humildad que era muy notable, tan notable, como otrora me ocurrió cuando falleció otro grande de la amistad, la simpatía y la sencillez, de la que era poseedor don Carlos Kike Segrera Lemaitre, familiar del hoy fallecido Augusto.
Augusto era un hombre inteligente, versátil, ocurrente, de apuntes maravillosos, de espíritu campechano, que combinaba de manera elegante sin deslucir, un frac o un smoking y luego vestir y ponerse un sombrero vueltiao con la indumentaria completa para andar en las tareas del campo.
De profesión abogado, carrera que ejerció no por muy largo tiempo, para dedicarse al fomento de la ganadería, destacándose como uno de los mejores criadores del cebú blanco, considerado entre los distinguidos de la región y entre los sobresalientes del país.
Tenía una familia muy bien conformada, unida por el amor, por el respeto y la camaradería entre sus hijos, y sus nietos.
Conocí desde muy niño al Dr. Beltrán Pareja, que era mayor que yo, y porque su hermano menor, Alfonso, médico, fallecido, fue mi compañero de estudios en el Colegio de la Salle, y también porque su casa ubicada en el barrio Pie de la Popa nos sirvió de estancia para disfrutar de las festividades de la Candelaria. Recuerdo con gratitud y nostalgia a su señora madre, doña Nelly Pareja, dotada de una inmensa bondad de madre y matrona. Ella nos recibía de niños y nos cuidaba, previa a las advertencias del peligro en las subidas del cerro de la Popa, festividades de la candelaria. Tiempos sanos aquellos que no se olvidan y que se reviven en los hasta luego eternos.
El Dr. Augusto Beltrán se educó en el Colegio de la Salle y recibió el título de Abogado en la Universidad de Cartagena.
Como político, fue un hombre decente, leal a la causa liberal y sobre todo pulcro.
Fue un gran relacionista público. Entre sus amistades estaba el Nobel Mario Vargas Llosa, a quien lo alojo en su casa, y con quien sostenía una buena amistad. Augusto era un buen lector, estaba al día en todo, con una mente analítica muy clara por lo que tenía muchísimos argumentos para medirle el pulso a las situaciones políticas, con un alto porcentaje de acierto.
Fue representante a la Cámara, cumpliendo un papel digno que nos permitió tenerlo como un servidor del departamento de Bolívar, que cumplió con altura su mandato, sin odios ni sectarismos.
Ocupó mucho antes la Secretaría General de la Gobernación de Bolívar, en los tiempos de Rafael Vergara Tamara, y años después ocupó el cargo de gobernador del departamento, realizando una gestión pulcra, eficiente y equilibrada.
Fue Banquero, y por lo mismo se distinguió como gerente del Banco del Comercio. Allí duro varios años, de donde adquirió una vasta experiencia, que le ayudaron a fortalecerse como empresario organizado y sobre todo como visionario.
Como amigo, fue intachable y con los que no estaban muy cercanos a la amistad, fue muy prudente y caballeroso, que fue una de las virtudes que lo distinguió siempre.
A su esposa doña Ana María Segrera de Beltrán, a su hijo Augusto, esposa, nietos y familia. A Gustavo Lecompte y señora. Y a su amigo del alma Martin Alonso Pinzón. A todos les envió estas palabras cortas y tal vez mal hilvanadas de condolencia, escritas en el dolor del momento y en el pensar que a todos nos llega el día de encontrarnos con Dios, lo que debe ser más que un duelo eterno, si una esperanza por el reencuentro.
Con especial cariño.
Senen González Vélez, esposa, hijos y nietos.
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