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¿Por qué la incidencia constante de clostridiosis bovina?

Por - 28 de Febrero 2023

Su impacto es permanente a lo largo y ancho del país, generando pérdidas importantes en la productividad de las fincas o hatos ganaderos, pero los ganaderos no ejercen mayor control de esta enfermedad. Pautas para un buen control.


Su impacto es permanente a lo largo y ancho del país, generando pérdidas importantes en la productividad de las fincas o hatos ganaderos, pero los ganaderos no ejercen mayor control de esta enfermedad. Pautas para un buen control.

En nuestro país llamamos Carbón, a la enfermedad que se manifiesta con muerte súbita en los ganados, o generando síntomas externos en regiones musculares del animal (inflamaciones gaseosas), y que terminan con la muerte de este, o con un animal que luego de ser tratado y evitado su muerte permanece sin recuperar totalmente su condición física en el área afectada, así como su desempeño desde el punto de vista productivo.

Su impacto es permanente a lo largo y ancho del país, y casi que se ha convertido en un evento común y regular en los predios ganaderos, generando pérdidas importantes en la productividad de las fincas o hatos ganaderos, pero aun así no parece generar un mayor interés de los productores para ejercer un mayor control al respecto de esta enfermedad y un conocimiento de la epidemiologia de ella en las fincas o regiones.

El manejo frente a esta enfermedad casi que solo se basa en la aplicación de una vacuna, de la cual esperamos que solo ella resuelva el tema, y a pesar de ello, basados en los reportes de venta de dosis de vacunas clostridiales (para el carbón) anuales en el país, frente a los inventarios de ganado, se revela un bajo uso de ellas con lo cual podemos pensar que este es uno de los factores que demuestra el porqué de la incidencia constante de esta enfermedad.

Las clostridiosis han ocupado un lugar importante en los sistemas de producción ganaderos del mundo (Mudenda et al., 2000; Titball et al, 2006; Martínez et al., 2011), ya que generan múltiples patologías de tipo agudo y producen pérdidas económicas.

Las bacterias generadoras de estas enfermedades que causan muerte súbita son del genero Clostridium (Garrity et al., 2007), estos son un extenso grupo de gérmenes presentes en multitud de situaciones. Se consideran telúricos porque se encuentran de forma natural en el suelo, pero también están en el estiércol, piensos, aguas, entre otros. Forman parte de la flora normal del aparato digestivo de los animales. Tienen la capacidad de crecer de forma exponencial en condiciones favorables y producir potentes toxinas.

En función del lugar donde actúan las toxinas, podemos dividirlos en enterotóxicos, histotóxicos y neurotóxicos y son ellas las que causan la muerte.

En el medio ambiente (presencia de oxigeno) están en forma de esporas que les permite perpetuarse por muchos años, hasta que se den las condiciones y puedan multiplicarse en un animal. Por esta razón se considera que nunca podremos erradicarlas.

Dentro de los clostridios que se consideran patógenos en los bovinos podemos mencionar los siguientes: Cl. Chauvoie (Carbon sintomático), Cl. Septicum (gangrena gaseosa), Cl. Novyi (Hemoglobinuria bacilar), Cl. Perfringes (Enterotoxemias), Cl. Sordelli (miositis necrótica), Cl. Tetani (tétano), Cl. Botulinum (Botulismo). Biberstein & Chung, 1994; Hatheway, 1990; Smith & Holdeman, 1968.

Control de la enfermedad

Debido al cuadro agudo o hiperagudo de presentación de la enfermedad, que en la mayoría de los casos impide un tratamiento, es la prevención la alternativa que tenemos, a través de vacunas. Sin embargo, es importante tener claridad de las características que tienen ellas, para así poder establecer un programa de vacunación que nos dé una alta efectividad.

Las vacunas clostridiales son hechas a partir de las mismas bacterias que producen la enfermedad, pero ellas están muertas o inactivadas, de ahí el nombre de bacterinas, esto hace que la inmunidad que generan no sea de tan largo plazo como desearíamos, de allí el que debamos estar vacunando con frecuencia y en muchas ocasiones realizando refuerzos para disminuir el impacto de la enfermedad.

Estas vacunas deben contener antitoxinas o toxoides que contrarresten el efecto que generan las toxinas liberadas por estas bacterias al multiplicarse en los animales. Y deben tener las distintas cepas involucradas en a casuistica.

Contando con las cepas nativas aisladas y caracterizadas de bacterias patógenas asociadas al suelo, y con la cooperación sinérgica de la industria, es posible preparar biológicos (bacterinas y toxoides) empleando material biológico autóctono, el cual se someterá a evaluación para determinar su eficacia.

Una vez se cumplan estos pasos es posible establecer programas de vacunación con amplia cobertura y cuyo impacto se pueda medir posteriormente, así como el posible uso terapéutico de las bacterias y sus toxinas (Jankovic y Brin, 1991).

Un buen programa de vacunación de establecer los siguientes protocolos:

  • Vacunación de la totalidad de bovinos del hato, desde los 3 meses de edad.
  • Revacunación entre 2 y 3 semanas de todos los primo vacunados (terneros que reciben por primer vez la vacuna).
  • Revacunación semestral de todo el hato, sobre todo en las regiones de mayor impacto (trópico bajo), o en zonas de alta presencia de la enfermedad.
  • Manejo adecuado de la red de frio en las vacunas, apropiada aplicación en los animales (manejo de agujas, dosis) y el registro de las fechas de vacunación para poder hacer un seguimiento, evaluación y cronograma de aplicaciones.

Otras medidas que complementan el programa de control de la enfermedad:

  • No abrir los cadáveres para evitar la esporulación de estas bacterias.
  • No arrastrarlos a otro lugar si es posible.
  • Evitar los animales carroñeros

  • Adecuada disposición de los cadáveres de animales muertos con sospecha de esta enfermedad (enterramiento profundo, encalamiento, o incineración total de los animales que no permita diseminación de esporas.

  • Fuentes de agua limpia, disminuyen el riesgo de contagio.

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