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Medidas para controlar el síndrome de bajo tenor de grasa en leche

Por - 16 de Abril 2020

Más conocido como depresión de grasa láctea, este fenómeno ocurre cuando la alimentación con una dieta particular reduce el contenido de grasa y altera la composición de ácidos grasos en la leche, que puede ser un indicador de patologías que repercuten en la producción de leche.


Más conocido como depresión de grasa láctea, este fenómeno ocurre cuando la alimentación con una dieta particular reduce el contenido de grasa y altera la composición de ácidos grasos en la leche, que puede ser un indicador de patologías que repercuten en la producción de leche.

En cambio, si las vacas que padecen del síndrome de bajo tenor de grasa no presentan problemas de salud no debería ser un tema de preocupación, e incluso se podría considerar beneficioso. (Lea: ¿De qué se trata la depresión de grasa láctea en las vacas?)

Esto ocurre en razón de un menor requerimiento de energía por litro de leche producido, con lo cual esa energía pasará a formar parte de las reservas corporales de las vacas, beneficiando a aquellas que tengan pobre condición corporal.

Aun así, es importante revisar cuáles son las causas de este fenómeno, pues si se complica, podría derivar en problemas por acidosis ruminal. Una de estas causas se debe a la alimentación de vacas lecheras con granos de cereales, semillas, ensilaje de maíz, heno de alfalfa o forrajes verdes.

Para controlar el síndrome de depresión de grasa láctea, los expertos del INTA en Argentina Gustavo Salado Eloy y Darío Arias propusieron una serie de medidas, como revisar la inclusión de concentrados energéticos (CE).

En principio, recomendaron revisar la cantidad incluida, que debe ser hasta 1 kg CE por 4 kg leche, con un máximo de 10 kg MS/día para vacas produciendo más de 40 kg leche/día. (Lea: Para aumentar sólidos totales en leche, comience por dar mejores pastos)

También hay que mirar el tipo de almidón, por ejemplo los granos de trigo y cebada contienen almidón de rápida degradabilidad ruminal y son más propensos a inducir acidosis que los granos de maíz y sorgo, cuyo almidón se degrada más lentamente.

Se debe verificar el grado y tipo de procesamiento (los CE sometidos a algún tipo de procesamiento conllevan un mayor riesgo de acidosis con respecto a los no procesados), así como también se debe asegurar el contenido de fibra efectiva en la ración (mínimo 22 % de MS).

Otras alternativas consisten en el suministro de sustancias como bicarbonato de sodio (1 % de la MS consumida) y óxido de magnesio (0,3-0,4 %), que ayudan a mantener el pH ruminal en rangos normales. (Lea: Descubra por qué la metionina protegida eleva la producción de leche)

Hay que vigilar los aportes de silos porque tienen una carga adicional de ácido al rumen, que favorece la caída de pH ruminal, o la incorporación de monensina, que produce los isómeros responsables del síndrome. La suplementación con lípidos protegidos de la degradación ruminal en vacas con alta producción permite reducir el riesgo de acidosis.

En general, hay que considerar los aspectos relacionados al racionamiento que pueden alterar los patrones de consumo y la estabilidad del pH ruminal a lo largo del día, como el espacio de comedero (superior a 70 cm/vaca); tiempo de acceso a la ración; consistencia en el suministro diario de las raciones, etc.

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