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PorCONtexto ganadero-21 de Noviembre 2024
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Por - 28 de Julio 2022
El hambre que existe hoy en el mundo y la seguridad alimentaria del país no se mejoran atacando la ganadería, ¡se combate protegiendo los campesinos, los ganaderos y toda la producción agropecuaria en lugar de atacar una dizque para promover la otra!
El hambre que existe hoy en el mundo y la seguridad alimentaria del país no se mejoran atacando la ganadería, ¡se combate protegiendo los campesinos, los ganaderos y toda la producción agropecuaria en lugar de atacar una dizque para promover la otra!
Una verdadera reforma agraria no es cambiar –por resentimientos viejos y mal fundados–, la tenencia de la tierra. Es hacer la tierra más productiva, a nuestra producción más competitiva y al campesino proveerle mejor calidad de vida.
A la tenencia de tierra le hemos endilgado históricamente gran parte de la causa de nuestro conflicto armado.
El “discurso” está plagado de imprecisiones como la concentración de la tierra, los grandes terratenientes, la ganadería extensiva etc., etc., etc.
Al ver la verdadera tenencia de la tierra nos encontramos con que el 28 % de la tierra la tiene el 4% de la población colombiana –representada por las comunidades indígenas que curiosamente son los que más insisten en pedir más tierras y producen menos–.
En cuanto a la concentración de la tierra, el promedio de extensión de los predios rurales en el país no llega a 12 hectáreas, siendo más grandes en regiones de suelos más pobres como los llanos orientales y menores en regiones más fértiles como el altiplano cundiboyacense, Antioquia o Nariño, en donde el minifundio está generalizado. Nos quedamos con el cuento de la concentración según cifras no tan exactas y de décadas y generaciones atrás. Hoy la situación es muy distinta.
En cuanto a qué hay muchas tierras en ganadería extensiva y muy pocas produciendo “comida”, esta es otra falacia sobre la que cimientan hoy el discurso.
Primero, la leche y la carne son comida y no solo las lechugas o la papa. Es más, son mucho mejor alimento y de muy alto valor proteico.
Segundo, cerca del 80% de los ganaderos somos pequeños y medianos ganaderos con menos de 50 cabezas de ganado, así las cosas, ¡gravar y atacar la ganadería es atacar al campesino y al pequeño productor!
Tercero, en gran parte de la altillanura y en la costa atlántica donde más podríamos ver ganadería extensiva, la razón es simple: los suelos son muy muy poco fértiles y no logran sostener un animal a no ser que sea en grandes extensiones.
Esos suelos menos van a poder soportar alguna producción agrícola rentable, a menos que se realicen grandes inversiones por hectárea en enmiendas al suelo y, se generen distritos de riego y vías de acceso adecuadas para el ingreso de tecnologías y la salida de los productos para comercializar, lo que, dicho sea de paso, también mejoraría la productividad de nuestra ganadería.”
Las sequías prolongadas y los intensos inviernos con inundaciones periódicas de semanas y hasta meses, hacen que muchas tierras ¡solo sirvan para tener ganado que podemos trasladar si las condiciones así lo requieren! ¿Cómo trasladarían los del discurso vegetariano un cultivo de papa o de maíz porque se está inundando?
El hambre que existe hoy en el mundo y la inseguridad alimentaria del país no se combaten atacando la ganadería, ¡se combate protegiendo los campesinos, los ganaderos y toda la producción agropecuaria en lugar de atacar una dizque para promover la otra!
Punto aparte merecería el análisis de que tan contaminante y generadora de GEI es la ganadería vs la agricultura. ¡Pues ahí está otra mentira! ¡Es falso, que la ganadería colombiana sea altamente contaminante! La producción nuestra es a base de pasturas y sistemas silvopastoriles que hacen que la ecuación cambie.
Mientras estudios hechos en países con estaciones y sistemas de producción intensivos a base de granos y cereales muestran que esa ganadería es contaminante, la nuestra, la Ganadería Colombiana Sostenible ¡es una estrategia para limpiar el planeta! Nuestras praderas, árboles y arbustos capturan más gases de efecto invernadero que lo que expulsan los bovinos en su proceso natural de rumia.
Por su parte la agricultura –y principalmente la gran agricultura– demanda grandes cantidades de fertilizantes fósiles que en su uso liberan GEI
¿Y las más de 200.000 hectáreas en cultivos de coca? Ricardo Arenas Ovalle. Es Médico Veterinario. Especialista en Finanzas y Negocios Internacionales. Especialista en Gerencia de empresas agropecuarias. Consultor agroindustrial. Experto en producción y calidad de leche.
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