La ganadería extensiva bien aplicada como alternativa en tiempos de la COVID-19

El nuevo coronavirus ha abierto el debate sobre las diversas prácticas a las que estábamos acostumbrados, pero especialmente a las referentes sobre los sistemas de producción pecuaria y el empleo de Buenas Prácticas Ganaderas para procurar el bienestar animal.

En los últimos años, varias voces se han alzado en contra de la ganadería extensiva (un modelo más empleado en economías emergentes), por el uso de la tierra y el impacto sobre el medio ambiente.

Por el contrario, en los países desarrollados abundan las granjas donde los animales están confinados, sin libertad para movilizarse y sobrealimentados con suplementos. (Informe: ¿Por qué vale la pena hacer ganadería sostenible?)

Con la aparición del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, en un mercado de Wuhan (China), la indignación popular se ha volcado contra el comercio de especies exóticas y los mercados húmedos (wet markets).

En estos mercados, se consume carne de perros, gatos, serpientes, tortugas, ranas, insectos, así como murciélagos y pangolines, las especies que habrían transmitido el virus responsable de la actual emergencia sanitaria.

Greta Di Fiore, coordinadora de redes sociales en Igualdad Animal Italia, señala en un artículo que además de los mercados, “hay otros problemas de salud pública que deberían preocupar a la comunidad mundial y que surgen de la ganadería intensiva”.

Uno de ellos tiene que ver con la creciente resistencia a los antibióticos, ocasionado por el uso indiscriminado de estos medicamentos en granjas pecuarias. (Lea: El proyecto Ganadería Colombiana Sostenible le cumplió al mundo)

Según ella, si bien las instalaciones intensivas “consideradas por ley en toda Europa” son diferentes a los wet markets en China, “el mundo “occidental” no es inmune a lo que es y será una de las emergencias sanitarias más importantes del futuro”.

Agregó que la historia reciente ha demostrado que la forma como criamos a los animales puede convertirse en un riesgo para la salud pública, enumerando problemas como la “vaca loca”, la gripe aviar o el uso de hormonas y anabólicos que dejan residuos en carne o leche.

Para contrarrestar estos riesgos, expertos en todo el mundo han defendido el regreso a la ganadería extensiva, pero de manera sostenible y amigable con el medio ambiente, como sostuvo Pablo Manzano, investigador en Ecología y Cooperación al Desarrollo.

En un artículo publicado en la Revista Ecologista en 2019, indicó que “hay una actitud cada vez más favorable del ecologismo hacia la ganadería extensiva”. (Lea: “Estoy impresionado por los esfuerzos de Colombia en ganadería sostenible”: Hsin Huang)

Según él, se debe “distinguir la ganadería extensiva de otros tipos de ganadería más intensificada, con mayor impacto ambiental y que provean de menores servicios ecosistémicos”.

En cambio, “la ganadería extensiva basa su eficiencia en la imitación de los procesos naturales de pastado y herbivoría”, pues “el pastoreo puede ser parte de la transición ecológica al ser social, sostenible y fuente de un consumo moderado y responsable de productos”.

Pero la ganadería extensiva no debe implicar el acaparamiento de tierras y la destrucción de los bosques, sino el uso eficiente del terreno, la siembra de árboles y otras especies, y la aplicación de BPG para procurar el bienestar animal de los bovinos.