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Por - 07 de Abril 2021
También conocido como carcinoma de células escamosas o cáncer de ojo, el carcinoma ocular de células escamosas es una de las neoplasias más frecuentes del ganado vacuno. Conozca sus síntomas, su diagnóstico y su tratamiento.
También conocido como carcinoma de células escamosas o cáncer de ojo, el carcinoma ocular de células escamosas es una de las neoplasias más frecuentes del ganado vacuno. Conozca sus síntomas, su diagnóstico y su tratamiento.
El MVZ y MC Abner J. Gutiérrez Chávez, en su artículo “Enfermedades oculares en los bovinos”, explicó que tanto la genética y el ambiente pueden desencadenar la aparición de esta afección en el ganado vacuno.
De un lado, la pérdida relativa e incluso por la falta total de pigmentación en la corneoesclera y circumocular (alrededor del ojo) son trastornos hereditarios que incrementan la posibilidad para que se desarrolle esta patología.
De otro lado, están factores como la exposición a agentes carcinogénicos como son los rayos ultravioleta (UV) provenientes de la radiación solar. (Lea: ¿En qué consiste la enucleación del globo ocular en bovinos?)
El portal Infovets expuso que el carcinoma ocular es el tipo de cáncer más común que se presenta en el ganado y el que tiene mayores repercusiones económicas. En los mataderos, hace que la gran mayoría de las reses sean declaradas no aptas para el consumo.
En un principio, la mayoría de las áreas de carcinoma de células escamosas alrededor del ojo parecen lesiones pequeñas, bultos blancos o verrugas. Estas lesiones suelen transformarse en tumores malignos de color rosa que por lo general presentan ulceraciones.
Estos tumores pueden ser casi de cualquier tamaño y con frecuencia invaden la estructura del ojo y de los tejidos y huesos aledaños. Si se les deja avanzar lo suficiente, los tumores se propagan a otras regiones del cuerpo.
Factores de riesgo
Gutiérrez detalló que existe una correlación alta entre los animales con ciertas características fenotípicas como despigmentación del párpado y corneoesclera y el número de horas de exposición a la luz solar (rayos UV).
También se ha mencionado cierta predisposición por grupo genético, debido a que se cree que existe un alto índice de herencia para las razas Simmental y Hereford. (Lea: Ojos y piel, zonas sensibles a padecer tumores bovinos)
Patogenia
El MVZ recordó que se debe diferenciar entre una neoplasia benigna y una maligna. Generalmente, los tumores benignos son blancos, pequeños y elevados. La lesión inicial puede encontrarse en la superficie epitelial de la conjuntiva, cornea y párpado.
La lesión se desarrolla en tres etapas: En las primeras dos, se forma una placa y después un papiloma, los cuales no son malignos y tienen una alta probabilidad de involucionar (hasta un 80 %). La tercera etapa es la formación del carcinoma de las células escamosas sin regresión alguna.
Es un tumor invasivo cuya metástasis se localizaría en los nódulos linfáticos cervicales. Parece no haber algún mecanismo de resistencia por parte del animal. Una de las características de estos carcinomas es producir un estado de inmunodepresión.
Signos clínicos
La lesión típica precursora son placas únicas o múltiples de un color blanco grisáceo, lisas o rugosas, con una hiperplasia o hiperqueratosis. Las placas pueden desarrollar dentro de papilomas y acantomas localizados en la piel de los párpados.
La lesión clásica de carcinoma es un nódulo de gran tamaño, irregular, necrótico con un fuerte olor apestoso. El animal tiene permanentemente cerrado el párpado dado que es muy frecuente la presencia de una lesión. Existe una secreción lagrimal profusa e incluso purulenta.
Patología clínica
La diferenciación clínica entre un tumor maligno y uno benigno es difícil, por lo que se recomienda la realización de una citología y/o biopsia para el diagnóstico definitivo. (Lea: ¿Cuáles son las causas de la ceguera en bovinos?)
Tratamiento
Cuando sea posible, las lesiones deberán ser atendidas tempranamente. Sin embargo, no todas las lesiones identificadas necesitan tratamiento por ser alteraciones precursoras y que en la mayoría de ellas involucionan de manera natural (30-50 % hasta un 80 %).
Hay que detallar la naturaleza de la lesión, pues si son pequeñas y bien localizadas (benignas), al recibir algún tipo de tratamiento local, sistémico e incluso quirúrgico, este será exitoso. En cambio, sin son malignas, el pronóstico no es tan favorable.
En efecto, para las lesiones que involucran varios tejidos y estructuras del ojo y se consideran malignas, la resección quirúrgica no daría solución efectiva dado que se ha observado la formación nuevamente de otras lesiones similares.
Existen otras terapias que de alguna u otra forma se han utilizado en contra de este tipo de patologías, como la radioactiva, la inmunomoduladora y la quirúrgica, que dependiendo del tamaño de las lesiones involucrará una enucleación.
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