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Foto: comecarne.org

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Dejar de comer carne no va a salvar el planeta

Por - 28 de Abril 2021

El impacto del cambio climático en nuestro planeta es alarmante. A medida que los efectos nocivos se han intensificado, la carne se ha convertido en un objetivo público. Cada día más gente aboga por comer menos carne para salvar el medio ambiente.


El impacto del cambio climático en nuestro planeta es alarmante. A medida que los efectos nocivos se han intensificado, la carne se ha convertido en un objetivo público. Cada día más gente aboga por comer menos carne para salvar el medio ambiente.

Argumentan que la producción genera más gases de efecto invernadero que todo el sector del transporte. Sin embargo, esta afirmación es falsa (como se comprobará más adelante), pero la persistencia de este idea lleva a suposiciones inexactas en relación con el consumo de carne y el cambio climático. (Lea:

Cambio climático afectaría la calidad de la carne)

La investigación de Frank M. Mitloehner, profesor de ciencia animal y calidad de aire en la Universidad de Davis en California, se centra en analizar las formas en que la agricultura animal afecta a la calidad del aire y al cambio climático. En su opinión, existen muchas razones para optar bien por consumir proteínas animales o bien por elegir un menú vegetariano. Sin embargo, renunciar a la carne y sus derivados no es la panacea para el medio ambiente como muchos nos quieren hacer creer y, llevado al extremo, también puede producir consecuencias nutricionales negativas.

Fuente: FAO, CC BY-SA.

Récord en carne y gases de efecto invernadero

Gran parte de la mala reputación de la carne se centra en la afirmación de que la ganadería es la mayor fuente de gases de efecto invernadero del mundo. Por ejemplo, un análisis publicado por el Worldwatch Institute de Washington en el año 2009 aseguraba que el 51 % de la emisión de GEI (gases de efecto invernadero) en el mundo procedían de la cría y procesado del ganado.

Pero según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, las principales fuentes de emisión de GEI en EE.UU. en 2016 fueron la producción eléctrica (28 % del total de emisiones), el transporte (28 %) y la industria (22 %). La agricultura y la ganadería representaron apenas un 9 % de las emisiones, cifra a la que la ganadería contribuye con un irrisorio 3,9 %. Los números demuestran que la ganadería no se puede comparar con el transporte en términos de contaminación. (Lea: El día sin carne, un Acuerdo que requiere un debate serio)

¿Por qué se ha llegado entonces a esa conclusión? En 2006, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicó un estudio titulado La larga sombra del ganado: problemas ambientales y opciones. El informe, que atrajo la atención internacional, afirmaba que la ganadería producía un asombroso 18 % de los gases de efecto invernadero en todo el planeta. La agencia llegó a una conclusión sorprendente: el ganado hacía más daño al clima que todos los tipos de transporte juntos.

Esta afirmación es falsa y fue desmentida por Henning Steinfeld, el autor principal del informe. El error residía en que los analistas de la FAO llevaron a cabo una evaluación integral del ciclo de vida para estudiar el impacto climático de la crianza del ganado, pero a la hora de analizar el transporte emplearon un método diferente.

Para el ganado, la FAO tuvo en consideración todos los factores asociados a la producción de carne, entre los que se encuentran las emisiones generadas por la elaboración de fertilizantes, la conversión de bosques en pastos, el cultivo de pienso y las emisiones que provienen de los animales (eructos y deposiciones) desde su nacimiento hasta su muerte. (Lea: Estudio concluye que sí es posible producir carne de res sin tantas emisiones)

Sin embargo, cuando analizaron las emisiones de carbono producidas por el transporte ignoraron los efectos sobre el clima que provienen de la fabricación de materiales y piezas de los vehículos, el ensamblaje de los mismos y el mantenimiento de carreteras, puentes, aeropuertos y otras infraestructuras. En su lugar, solo tuvieron en cuenta las emisiones de coches, camiones, trenes y aviones. Como resultado, la comparación que hizo la FAO de las emisiones de gases de efecto invernadero entre ganadería y transporte estaba completamente distorsionada.

Fuente: Herrero et al, 2016, via Penn State University, CC BY-NC-SA

Durante una conferencia dirigida a científicos en San Francisco el 22 de marzo de 2010, el académico señaló el error presente en el informe, lo que levantó una gran polvareda que produjo un importante seguimiento mediático. En un acto que les honra, la FAO reconoció inmediatamente su error, pero desgraciadamente la afirmación inicial de que la ganadería producía el mayor porcentaje de gases de efecto invernadero ya había recibido una gran cobertura por parte de los medios. Todavía hoy luchar para demostrar que no es así.

En su informe de evaluación más reciente, la FAO estimó que la ganadería produce un 14,5 % de los gases de efecto invernadero de las actividades humanas a escala mundial. No existe una evaluación del ciclo de vida completo del transporte con la que se pueda comparar. Sin embargo, tal y como señala Steinfeld, las emisiones directas del transporte se pueden comparar con las emisiones directas e indirectas del ganado, situándose las primeras en un 14 %, frente al 5 % de las segundas. (Lea: "Aporte de la ganadería en captura de carbono es mucho mayor que el perjuicio que provoca”: Viglizzo)

Una producción menos nociva

Mucha gente sigue pensando que dejar de comer carne solo un día a la semana influirá en la lucha contra el cambio climático. Nada más lejos de la realidad. “Un estudio reciente demuestra que incluso si todos los estadounidenses eliminasen todas las proteínas animales de sus dietas, las emisiones de gases de efecto invernadero del país solo se verían reducidas en un 2,6 %”, agregó.

Según los resultados de la investigación en la Universidad de California en Davis, si toda la población de Estados Unidos se sumara a la práctica del Meatless Monday (lunes sin carne), se apreciaría una reducción de gases de tan solo el 0,5 %.

Además, los cambios tecnológicos, genéticos y de gestión que han tenido lugar en la agricultura y la ganadería de Estados Unidos durante los últimos 70 años han hecho que la producción ganadera sea más eficiente y menos nociva para el medio ambiente. Según la base estadística de la FAO, las emisiones directas de gases de efecto invernadero en EE.UU. han disminuido un 11,3 % desde 1961, mientras que la producción de carne procedente de la ganadería se ha multiplicado por más de dos. (Lea: 3 consecuencias de eliminar la ganadería y reemplazarla por carne sintética)

La demanda de carne está creciendo en las economías emergentes y en vías de desarrollo, con Oriente Medio, el norte de África y el sudeste asiático a la cabeza. Aun así, el consumo de carne por individuo en estas regiones todavía dista mucho del de los países desarrollados. En 2015, la media de consumo de carne anual per cápita en los países con economías sólidas fue de 92 kilogramos, mientras que en Oriente Medio y en el norte de África fue de 24 kilos, reduciéndose hasta los 18 en el sudeste asiático.

En cualquier caso, dado el crecimiento previsto de la población en el futuro, países como Estados Unidos deberán adoptar prácticas más sostenibles para la cría del ganado.

Fuente: The Conversation.

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