Cortisol, uno de los biomarcadores más usados para medir estrés en ganado vacuno

En su investigación, los docentes Marlyn Hellen Romero Peñuela, Luis Fernando Uribe Velásquez y Jorge Alberto Sánchez Valencia de la Universidad de Caldas, describieron cómo la medición de los niveles de cortisol ayuda a evaluar el estrés experimentado por los animales.

Las mediciones de los niveles de cortisol basal y de su variación después de la exposición a un factor estresante son buenos biomarcadores para la evaluación de estrés crónico, aunque también se pueden encontrar en procesos de estrés agudo.

Las concentraciones de cortisol en el plasma sanguíneo aumentan cuando son expuestos a condiciones adversas como el aislamiento, la restricción del movimiento o el transporte. (Lea: Bienestar animal es un elemento de valor agregado para producir carne bovina)

Los niveles de cortisol basal en plasma se encuentran por debajo de 10 ng/ml (nanogramos por mililitro), pero se ha descrito que fluctúa en un rango entre 0 y 20 ng/ml. La interpretación de los niveles basales de cortisol se dificulta porque se afecta por múltiples factores, incluyendo:

El ritmo circadiano (concentraciones aumentadas en la mañana y bajas en la tarde), aunque estudios han indicado que este ritmo es débil en bovinos; el muestreo, la restricción de movimiento, la lactancia, el coito, el ordeño, otras hormonas, las infecciones y las endotoxinas.

El ganado muestra bajos niveles de cortisol después de la exposición repetida a un factor estresante, y la habituación a este depende del tipo, intensidad, duración y experiencias previas individuales, por lo cual no todos responden de la misma forma a los cambios ambientales.

La hormona se puede medir en sangre, saliva, leche, orina y heces, aun cuando se debe tener en cuenta que cada una representa ventajas y desventajas a la hora de tomar la muestra. (Lea: ¿Sabe usted cuáles son las afectaciones del estrés en la reproductividad?)

Sin embargo, su interpretación en heces, orina y saliva se puede dificultar porque los niveles de cortisol en estos materiales pueden ser más bajos que en sangre (cerca de 10 veces menos en saliva) o la hormona puede ser conjugada antes de la excreción (en orina y heces), o puede ser transformada por bacterias en el intestino.

Aun así, además de ser no invasiva, la evaluación de cortisol en heces se ha considerado promisoria cuando se acompaña de otros biomarcadores fisiológicos y de comportamiento, porque proporciona una medición integrada de la producción de hormonas durante un período de tiempo prolongado.

La medición del cortisol es dependiente del tiempo porque requiere entre 10 y 20 minutos para alcanzar valores máximos y tiene una vida media de 60 minutos, eliminándose principalmente por el hígado. (Lea: ¿Qué hormonas que intervienen en la gestación y parto de una vaca?)

Los investigadores señalan que las manifestaciones conductuales de los animales ante un agente estresor están íntimamente asociadas con el incremento de cortisol, pues sus receptores se encuentran localizados en regiones involucradas con la regulación hormonal y con el sistema límbico, que juega un papel relevante en las conductas emocionales.

Por lo tanto, las concentraciones plasmáticas de cortisol, en combinación con las mediciones de glucosa y CK, han sido usadas como un confiable indicador de estrés físico agudo y estrés emocional, este último causado por el ruido durante el cargue y descargue, vibración del vehículo durante el transporte del ganado y cambios en la estructura social.

Debido a la alta variabilidad de estos niveles, no se recomendaría hacer comparaciones absolutas entre los diferentes estudios que evalúan las condiciones de estrés previas al sacrificio de bovinos.