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Conozca el manejo agronómico de algunos cultivos forrajeros

Por - 27 de Septiembre 2021

Una de las principales limitantes que presenta la ganadería en los trópicos son las fuertes variaciones en el clima a través del año, manifestado en períodos de lluvias intensas acompañado con períodos de prolongada sequía, siendo éste último en muchas zonas alrededor de 4 a 5 meses.


Una de las principales limitantes que presenta la ganadería en los trópicos son las fuertes variaciones en el clima a través del año, manifestado en períodos de lluvias intensas acompañado con períodos de prolongada sequía, siendo éste último en muchas zonas alrededor de 4 a 5 meses.

Según Agrosavia, el establecimiento de cultivos forrajeros con fines de conservación, ya sea en forma de ensilaje o heno, se ha convertido en una forma muy valedera para enfrentar el problema de la falta de alimento en las épocas críticas, ya que contribuyen a disminuir las pérdidas en la producción de leche y carne, mejorar el comportamiento reproductivo, y en muchos casos evitar la muerte de animales.

Las siembras de estos cultivos se deben acompañar de cierto manejo agronómico que permite obtener producciones de forraje en cantidades suficientes para ser conservados y suministrarlas a los animales cuando se presenta la escasez de pasto en la finca.

En tal sentido un primer aspecto es el análisis de suelos. En cualquier actividad agropecuaria es fundamental conocer el suelo sobre el que piensa trabajar, por lo tanto se debe tener análisis físico-químico de los lotes para hacer recomendaciones acertadas de su manejo y fertilización. (Lea: Aspectos a tener en cuenta para crear un banco forrajero)

La muestra de suelo debe estar conformada por varias submuestras tomadas de diferentes sitios del lote; en éstos se debe retirar todo el material que se encuentre sobre la superficie hasta que quede el suelo totalmente descubierto, se hace un hueco a una profundidad de 20 centímetros, utilizando pala o cavador; en la pared del hueco se corta una tajada de suelo de 2-3 centímetros de espesor y de 3-4 centímetros de ancho, que se depositan en un recipiente para luego mezclarlas; se saca aproximadamente un 1 kilo de suelo que es empacado y marcado con los datos de ubicación de la finca, lote, municipio, vereda, propietario, uso anterior del lote, topografía, drenaje, y datos que se consideren importantes, para ser enviada al laboratorio más cercano.

Luego viene la preparación del suelo donde se debe manejar el concepto de labranza adecuada, que consiste en utilizar el equipo o la técnica que requiere cada lote de acuerdo a sus características físico-químicas.

Generalmente los lotes que han estado en ganadería por muchos años, y se van a sembrar en cultivos, es aconsejable descompactarlos por medio de arados de disco o de cincel, si la topografía de éste lo permite. En el caso de suelos que llevan muchos años preparándose con rastras pesadas o arados convencionales es muy probable que presenten problemas de capas endurecidas, en este caso se debe utilizar arados de cincel de tracción mecánica o animal.

Sin embargo, no siempre es necesario preparar los suelos; cuando éstos no presentan problemas de endurecimiento o compactación se puede utilizar el método de siembra directa con labranza cero o reducida, no intervienen o muy poco, implementos de preparación del suelo. Consiste en aplicar un herbicida a la maleza 5 días antes o hasta 2 días después de la siembra.

En cualquiera de los sistemas de labranza la siembra se puede hacer de forma mecánica o manual, en el caso de siembra directa con sembradora, ésta debe tener discos de labranza que remueven el suelo donde va a quedar la semilla; mientras que en la siembra manual se realiza a chuzo con pita y el procedimiento es igual a cuando se prepara el suelo. En el caso de los pastos la siembra también se puede realizar con voleadoras manuales, mecánicas, motores de espalda para gránulos o aplicarlas manualmente. (Lea: 7 acciones a tener en cuenta en el manejo de los bancos forrajeros mixtos)

El establecimiento del cultivo de yuca, caña y elefantes se da por medios  vegetativos, siendo el tallo el órgano de multiplicación, por lo tanto se requiere que presente condiciones adecuadas para el óptimo desarrollo del cultivo. Para tal caso es importante que los tallos, provengan de cultivos libres de enfermedades y plagas, tengan buena hidratación (frescas) y deben desinfectarse con el fin de protegerlos contra insectos y hongos, utilizando una solución de insecticida y fungicida, y luego sumergiendo la semilla por unos minutos.

Respecto a la distancia de siembra es diferente dependiendo de la variedad. En millos y sorgos se pueden utilizar distancias entre surcos desde 50 hasta 80 centímetros, cuando el corte es manual, pero si se va a utilizar una máquina picadora de surcos, hay que utilizar preferiblemente las distancias de 70 centímetros, para evitar que la máquina pueda tumbar el surco que está al lado del que va cortando.

Dentro del surco la siembra es a chorrillo depositando de 30 a 40 semillas por metro lineal, esto equivale a sembrar 15 - 20 kg por hectárea de semilla, lo que permite tener una población de 200 – 300 mil plantas por hectárea a cosecha. La siembra puede ser con sembradora, utilizando platos para sorgo. Si no se cuenta con ésta, se puede sembrar utilizando pitas y rayando el surco a 1 centímetro de profundidad con garabatos; la rayada se puede realizar con los cinceles del renovador de praderas, o con cinceles convencionales superficialmente (máximo 2 centímetros de profundidad), la semilla se puede aplicar en el surco con botellas haciéndole huecos en la tapa, o con la mano y luego se deben tapar.

En el caso del maíz se deben utilizar distancias entre surcos de 80 centímetros; en el semestre que el maíz tiene menor producción (segundo semestre en algunas zonas), se puede reducir a 70 centímetros si se utilizan maíces mejorados; si se siembran maíces criollos es preferible mantener los 80 centímetros entre surcos, ya que estos crecen demasiado y puede presentarse volcamiento o caída de plantas. (Lea: Ganaderos de Sucre se capacitan en cultivos forrajeros)

Si la siembra es con sembradora se deben depositar de 6 a 8 semillas por metro lineal, si es a chuzo se colocan las pitas a 80 centímetros y dentro de las calles o líneas se depositan 3 semillas cada 40 centímetros; lo que equivale a sembrar 20-28 kg por hectárea de semilla, dependiendo del tamaño de ésta, permitiendo tener una población a cosecha de 55.000 a 75.000 plantas por hectárea.

Cuando se trata de pastos, como es el caso del guinea se utilizan de 6-8 kg por hectárea de semilla; para las brachiarias de 5-6 kg y para angleton y climacuna de 20-25 kg por hectárea. Si la siembra es en surcos, en el caso de los pastos de crecimiento erecto, se puede sembrar a 30-40centímetros en cuadro. En pastos de crecimiento rastrero se usa de 80-100 centímetros en cuadro, dependiendo de la disponibilidad de semilla.

La semilla debe provenir de plantaciones libres de plagas y enfermedades, debe ser cortada en pedazos con 3-4 nudos (yemas), por prevención se deben tratar con insecticida y fungicida.

Para la siembra la distancia entre surcos es de 80 – 100 centímetros, la semilla se debe sembrar una seguida de la otra, y luego taparse. El surco se puede realizar utilizando pitas y rayando a unos 5-8 centímetros de profundidad, se pueden utilizar garabatos, los cinceles del renovador de praderas, o cinceles convencionales, si se cuenta con maquinaria.

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