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Por CONtexto ganadero - 09 de Mayo 2023
Con la aprobación de la expropiación de tierras de forma ‘exprés’ (aunque el término no haya quedado en el PND), los productores deben hacer una evaluación de sus terrenos y darle vida a esos que están sin utilizar. A continuación se explica cómo revivir esas tierras.
Jaime Elizondo, en su podcast llamado Real Wealth Ranching, expone que darle vida nuevamente a las tierras es trascendental, pues la productividad, salud y rentabilidad de la finca se puede incrementar grandemente si se siguen las leyes de la naturaleza. “Yo considero que una finca es un organismo vivo en donde el dueño es el que toma las decisiones, entonces debemos buscar revivir todas las áreas, pero puede ser por partes”, dice Elizondo. (Lea: Dosis y otros datos del humus de lombriz)
La cantidad de humus en los suelos ha ido bajando con el tiempo, siendo esta la principal causa de una menor productividad y desempeño, lo cual ha generado que se tenga una menor carga animal.
En ese orden de ideas, lo primero que hay que hacer es analizar qué ha causado que el nivel de humus, el porcentaje de especies deseables y la productividad de los pastos haya bajado comparado con las generaciones anteriores. También es importante saber cómo se crea el humus.
Para ser más claros, hay que tener presente que cuando se va acabando el humus del suelo, “es como si lloviera menos y como si se dejara de fertilizar, tomando en cuenta que cada punto porcentual de materia orgánica retiene 125 mil litros de agua por hectárea y libera 40 kilos de nitrógeno por hectárea por año”, afirma Elizondo.
Entonces para aumentar el nivel del humus, hay que saber que el secreto está en aumentar la relación hoja/tallo y en obtener raíces gordas y profundas, que se logra haciendo o implementando programas de pastoreo en donde se evita el sobre pastoreo y se optimice la relación hoja/tallo. (Lea: El humus y la arcilla, ¿qué papel juegan en la rentabilidad de una finca?)
De acuerdo con Elizondo, “esto significa hacer un pastoreo más a fondo que va a permitir la tenencia de más vacas/día/hectárea en la cosecha y un periodo de descanso más largos en el campo, lo que les permite a las raíces profundizar”.
Además, el remover o quitar los tallos que quedan después de un pastoreo selectivo, ya que estos dejan de respirar si se quitan y le remueven energía a la planta.
“La diferencia entre hojas verdes y tallos es lo que queda para producción y para alimentar a los microorganismos del suelo, que a su vez son convertidos en humus al ser digeridos por muchas generaciones de otros microorganismos, con la última digestión, llevada a cabo por hongos. Después de eso se tiene el humus, que es la fracción estable de la materia orgánica que ya no puede ser degradada por la acción de microorganismos y es lo que le da el color café oscuro a la tierra y el olor a tierra de hojarasca”, describe Elizondo.
Esta sustancia llamada humus es lo que les da la verdadera fertilidad a los suelos, por lo que los alimentos producidos en tierra alta en humus son de mayor calidad, pues son nutridos conforme a la demanda y no por inundación de nutrientes solubles como con los fertilizantes sintéticos.
Esto permite una mayor complejidad y calidad en las moléculas de estos forrajes que crecen en tierras altas en humus.
Una vez se cree más humus para el suelo, en el primer año se puede esperar una mayor carga animal debido a un incremento en la eficiencia de cosecha. Para el segundo año se debería empezar a observar aumento en la producción de forraje y una mejor relación hoja/tallo, lo que permite aumentar un poco más la carga animal.
“El tercer año y subsecuentes, podemos observar un menor espacio entre plantas deseables y hojas más grandes y anchas debido al incremento en humus en el suelo, que se observa tanto en los pastos que se están pastoreando en la época verde, como en los pastos diferidos para la época seca”, detalla Elizondo.
Además de esto, se debe lograr alcanzar la máxima biodiversidad, por lo que lo ideal es sembrar árboles para que sean el hábitat de pájaros y vida silvestre, así como también es necesario lograr la mayor biodiversidad en las praderas y debajo de estas.
Para esto, Elizondo concluye que, “es necesario no utilizar venenos ni en la tierra ni en los ganados, pues se acaba con importantes organismos benéficos como el escarabajo estercolero. Sin este, baja la producción de pasto por hectárea en un 30%”.
Finalmente, para darle vida a esa tierra que tiene desprotegida, desgradada y sin uso, puede comenzar a analizar el porqué de sus condiciones, para así darle paso a la creación del humus, que le permitirá obtener un mayor aprovechamiento y rentabilidad de ese terreno, especialmente en la coyuntura en la que atraviesa el país.
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