Más de 5,3 millones de bovinos y bufalinos alcanza el II Ciclo de Vacunación contra aftosa, en su segunda semana
PorCONtexto ganadero-18 de Noviembre 2024
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Por - 05 de Julio 2020
En los sistemas de producción ganadera, estos parásitos representan un factor limitante por las afectaciones que ocasiona en los animales y, por consiguiente, pérdidas para el productor.
En los sistemas de producción ganadera, estos parásitos representan un factor limitante por las afectaciones que ocasiona en los animales y, por consiguiente, pérdidas para el productor.
Los nematodos son gusanos cilíndricos que habitan en el tracto digestivo de los vacunos y otros rumiantes, y se caracterizan por generar inapetencia, síndrome de mala digestión o absorción, anemia, diarrea, baja productividad o incluso la muerte.
Según el texto “Estrategias para el control de parásitos en bovinos en el departamento de Guaviare” de Agrosavia, causan lesiones en vísceras impidiendo el aprovechamiento de los alimentos. (Lea: ¿En qué consiste la rumenitis en bovinos y por qué se produce?)
Estos parásitos están ampliamente distribuidos en las zonas de clima cálido, donde están las condiciones ambientales adecuadas para que se proliferen y se mantengan durante todo el año, aumentando las probabilidades de transmisión, sobre todo en animales jóvenes.
Además, cuando las parasitosis se vuelven crónicas, generalmente pasan desapercibidas, causando grandes pérdidas económicas que se mantienen ocultas en la productividad disminuida del rebaño. (Lea: 5 consejos para un control integrado de parásitos en vacas)
Actúan de manera insidiosa, minando la capacidad productiva de los animales, lo cual se nota en la escasa ganancia de peso y el decrecimiento de la fertilidad, generando de esta manera innumerables pérdidas en los sistemas de producción ganaderos.
Los nematodos habitan en el abomaso (los géneros Ostertagia, Haemonchus, Mecistocirrus y Trichostrongylus), el intestino delgado (Trichostrongylus, Cooperia, Nematodirus, Bunostomum, Strongyloides, Toxocara) e intestino grueso (Oesophagastomum, Trichuris).
En el abomaso, destruyen el tejido, estimulan la infiltración celular, aumentan el pH, aumenta la liberación de gastrina y la separación de las uniones intercelulares de la mucosa. (Lea: Las enfermedades entéricas que afectan al ganado bovino)
La sintomatología incluye además inapetencia, letargia, pérdida de peso, distensión abdominal, diarrea, deshidratación, pelo hirsuto (largo, seco y quebradizo), mucosas pálidas, edemas y aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria.
Estos perjuicios dependen de la especie de parásitos y del grado de infección, lo que, a su vez, depende de diversos factores como las condiciones climáticas, el suelo, la vegetación, el sistema de producción, el manejo de las fincas, la raza, la edad del animal y el tipo de pastura.
La importancia de los parásitos gastrointestinales, como agentes causales y predisponentes de enfermedad en los bovinos, han estimulado el desarrollo de numerosos trabajos sobre diversos tópicos concernientes a los mismos y especialmente, sobre aspectos epidemiológicos.
Entre las estrategias de control disponibles están los compuestos antihelmínticos, introducidos en el mercado veterinario desde 1950, año en el que apareció el tiabendazol, primer compuesto químico que se emplea para el control de estos nematodos parásitos.
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