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PorCONtexto ganadero-18 de Noviembre 2024
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Por - 10 de Julio 2022
El secado en las vacas es un periodo doloroso y estresante, por lo cual aquí verá algunas prácticas para mitigar el dolor y la incomodidad en el animal. A continuación usted podrá aprender por qué se produce esta situación de estrés y qué recomendaciones tener en cuenta para aliviar a sus reses.
El secado en las vacas es un periodo doloroso y estresante, por lo cual aquí verá algunas prácticas para mitigar el dolor y la incomodidad en el animal. A continuación usted podrá aprender por qué se produce esta situación de estrés y qué recomendaciones tener en cuenta para aliviar a sus reses.
Según este artículo, el secado en vacas de leche corresponde a la interrupción gradual o brusca del ordeño, que se consigue reduciendo la energía consumida o la frecuencia de ordeño antes del secado. Ambos procedimientos se asocian a la congestión de la glándula mamaria que causa incomodidad y dolor de la ubre.
En el secado, la glándula mamaria continúa sintetizando y secretando leche incrementando la presión intramamaria. Unas 16-18 horas posteriores al secado, la presión intramamaria aumenta rápidamente produciendo goteo de leche y una respuesta inflamatoria moderada, que a su vez ocasiona un aumento transitorio del flujo de sangre.
El riesgo de dolor por la congestión de la ubre en el secado es mayor en las vacas de alta producción, que producen volúmenes superiores a los 20 kg por día. Estas tienen mayor secreción mamaria al inicio de la involución comparadas con vacas de más baja producción. (Lea: Conozca las formas de hacer el proceso de secado de la ubre)
La interrupción brusca del ordeño unos 40 - 50 días antes del día previsto de parto es una práctica de manejo común. Algunas granjas prefieren disminuir la frecuencia de ordeño varios días antes del secado para reducir la producción de leche. Aun así, hay algunas evidencias de que esta práctica podría causar cierto grado de incomodidad debido a la distensión de la ubre.
Las vacas primíparas pueden experimentar más incomodidad en el secado que las vacas multíparas. Aparte de su falta de experiencia previa, tienen una curva de lactación con mayor persistencia y una inmadurez relativa de la glándula mamaria. Estos factores pueden disminuir la tolerancia de las vacas primíparas a las presiones intramamarias altas.
Las vacas reducen su conducta de reposo como resultado del dolor en la ubre, probablemente en un intento de aliviar la presión que sufren sobre esta zona. En consecuencia, evitan permanecer echadas y no se tumban a suelo para mitigar el dolor. (Lea: La importancia de secar bien las ubres para prevenir mastitis)
Cuando un estímulo se aplica en una zona dolorosa, la vaca responde con un comportamiento de evitación como dando patadas, levantando la pata o sacudiendo la cola intensamente. Hasta el momento, el uso de estos métodos en vacas de leche ha ido especialmente dirigido a la evaluación de dolor asociado a cojeras o mamitis.
La escala para evaluar el dolor en la ubre asociado a la congestión tiene 4 niveles: 0 = sin dolor en la ubre; 1 = dolor ligero; 2 = dolor moderado; y 3 = dolor severo, que va de no tener ninguna respuesta de comportamiento ante la palpación a mostrar rechazo. Hay evidencias que indican que el día después del secado alrededor del 21 % de las vacas sufren dolor en la ubre por la congestión.
Una vez se interrumpe el ordeño, la leche acumulada en el tejido mamario causa un aumento de la presión intramamaria. Esta presión puede conducir al deterioro del tejido y causar dolor. Algunas medidas de congestión y/o presión de la ubre han sido sugeridas como medidas indirectas de dolor en la ubre:
El secado causa estrés fisiológico. El dolor causado por la elevada presión intramamaria después del inicio del secado se acompaña de una respuesta de estrés. Las vacas de alta producción con un secado brusco, en lugar de gradual, muestran una mayor presión en la ubre, y un mayor incremento de la concentración fecal de glucocorticoides, que es un indicador de estrés crónico.
Cualquier situación nueva puede desencadenar estrés y el secado se asocia con prácticas de manejo que pueden ser percibidas por el animal como factores estresantes. Por ejemplo, las vacas secas se trasladan a otro corral donde se reagrupan con otras vacas y donde reciben una dieta baja en energía. Tenga en cuenta que el riesgo de sufrir infecciones intramamarias incrementa con la respuesta de estrés.
Minimizar situaciones que pueden causar estrés crónico, tales como la competición por la comida, el agua o un lugar confortable para echarse. Idealmente, los corrales deben incluir un comedero suficientemente largo para que todas las vacas puedan comer al mismo tiempo. Además cada corral debería tener al menos dos puntos de agua que funcionen correctamente.
Una vez se inicia el secado, se recomienda observar a las vacas. Identificar el posible goteo de leche, palpar la ubre y evaluar el dolor en la ubre puede ser de utilidad para estimar la incidencia de problemas de bienestar relacionados con el secado. (Lea: Los registros son clave para un adecuado secado de la vaca)
Se recomienda inhibir la producción de prolactina en las vacas de alta producción para reducir la producción de leche en el secado y para estimular la involución mamaria. Por ejemplo, el uso de una dosis única de cabergolina en el secado, como potencial facilitador del secado, reduce de forma efectiva el goteo de leche, la incomodidad y el dolor debido a la congestión de la ubre.
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