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PorCONtexto ganadero-18 de Noviembre 2024
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Por - 06 de Marzo 2023
¿Por qué la actualización del pago por calidad de la leche realizado recientemente a la luz de la resolución 17 de 2012 no se debe reflejar en un 26 % del precio final a todos los ganaderos, ni mucho menos al consumidor final?
¿Por qué la actualización del pago por calidad de la leche realizado recientemente a la luz de la resolución 17 de 2012 no se debe reflejar en un 26 % del precio final a todos los ganaderos, ni mucho menos al consumidor final?
Con la actualización el sistema de pago por calidad de la leche que se encuentra incluido en la Resolución 017 de 2012 por parte del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural el pasado 1 de marzo, entre el desconocimiento, el oportunismo mediático y hasta político muchos pretenden pescar en rio revuelto. Aclaremos de entrada qué con la metodología propia al Índice Compuesto del Sector Lácteo, que hoy nos rige, lo que se actualizó fue el valor de los gramos de grasa, proteína y solidos totales de la leche cruda en finca.
Haciendo memoria de cuando ingresé al sector, recuerdo que el precio de la leche cruda al productor se definía en los años ochenta, como mínimo el 70% del precio de la leche pasteurizada en bolsa al consumidor, menos alrededor del 2% por costos de recolección. Así las cosas, y debido a que en esa época la gran mayoría del consumo industrializado de leche era en esta presentación, era relativamente fácil conocer el precio de la leche pagado en la puerta de las fincas productoras.
En aquella época el mercado era puramente nacional y generalmente deficitario en volúmenes producidos. Existían unas épocas de gran escasez donde los productores ganaderos presionaban el precio de leche al alza y algunas pocas épocas “abundancia” o mejor aún, excedentes por bajos consumos en épocas de vacaciones de diciembre y enero en donde veíamos “botar” leche y crisis en algunos negocios de compra, así como la “venganza” de la industria bajando su precio de compra al ganadero.
Estas enlechadas se veían regionalizadas entre razones, porque la calidad de la leche de ese entonces, las vías de comunicación y la escasa red de frio, dificultaban el traslado de leches crudas desde regiones distantes. En aquellos años, recuerdo como testigo de excepción, que desde la industria se insistía a los ganaderos que eran ineficientes e improductivos, invitándolos permanentemente a producir más en sus fincas.
Lo curioso es que varios de esos representantes industriales, de los que algunos hoy persisten en la industria nacional, rápidamente años después, cuando se fue aumentando la producción, buscaron a toda costa imponer cuotas de producción y excedentes pagaderos de manera diferencial.
Apoyado en nuestra producción apenas ligeramente estacional y cíclica, y la baja inversión industrial en acopio, refrigeración y almacenamiento de leche en productos de larga vida como la leche en polvo y los quesos madurados; jamás acompañé esa propuesta pese a pertenecer al sector industria. Siempre he estado convencido del principio de GANAR-GANAR y de la visión de cadena de valor más allá de intereses subsectoriales. Los ganaderos y la industria formal somos socios no enemigos; unidos somos más fuertes.
Vinieron, en la década del 90, cambios sustanciales en el sector como la apertura de mercados, la incorporación a los hábitos de consumo de la leche UHT o larga vida que fue creciendo y desplazando a la leche pasteurizada en bolsa, otrora referente del precio. El mercado, al menos el formal que aprovecho a citar que se ha movido entre el 45 al 55% del total nacional, fue pasando a autosostenible y hasta excedentario. Empresas lideres en el mercado empezamos a trabajar en mejoramiento de calidad de leche de nuestros proveedores y recuerdo que fui o fuimos pioneros en modificar la negociación de leche de un precio fijo a uno variable que tuviera muy en cuenta temas de calidad y no solo de volúmenes producidos.
Todo lo anterior motivó sanamente a que fuera el sector lácteo pionero en realizar un “acuerdo de competitividad” en el que nos sentamos industriales y ganaderos a negociar las nuevas reglas del juego mercantil, a expensas del gobierno nacional.
Hicimos un estudio de competitividad del sector y diseñamos y firmamos el acuerdo mencionado por allá en el 98 que definía un esquema de pago por calidad basado en los sólidos totales, la grasa y la bacteriología medida en recuento bacteriano (UFC/cc) y hasta en reductasa (TRAM). Me precio también de haber sido transparente y abrir el laboratorio de la industria que representaba, a los proveedores ganaderos para generar la confianza necesaria. El acuerdo buscó este camino con los laboratorios de referencia que aun funcionan parcialmente. Como siempre sucede en nuestro país, los protagonistas mediáticos que alardearon sobre el Acuerdo, fueron quienes más demoraron en implementarlo.
El mercado fue cambiando, la calidad y la red de frio mejorando, los TLC a la orden del día, la posición dominante de la industria reforzada con el carácter oligopsónico de nuestro mercado fueron el marco perfecto para que por varios años se presionara a la baja el precio de la leche pagada al ganadero. Las normas debieron ser modificadas para que redujeran las distorsiones de un mercado muy imperfecto que no se puede dejar al libre juego del mercado sobre todo para los pequeños y medianos productores ganaderos y hoy tenemos la Resolución 017 que pretendo defender permanentemente ante el Consejo Nacional Lácteo con argumentos sólidos y el apoyo de y a los cientos de miles de productores pequeños, medianos y grandes ganaderos. El libre mercado debe tener límites en una economía capitalista no salvaje.
Para claridad de todos, la Resolución 017 incorpora la calidad composicional del litro de leche de acuerdo con el contenido en términos de cantidad de gramos para sólidos totales, proteína y grasa por lo que se incrementó días atrás por norma anual, es la valoración de esos gramos al ganadero y no necesariamente debe reflejarse en un incremento de la leche y derivados lácteos al consumidor ni en igual proporción porcentual al precio final de muchos de los ganaderos, principalmente los que hoy ya cuentan con precios muy acordes al mercado en virtud a las bonificaciones voluntarias que responden a las condiciones de este mercado.
Si la relación oferta demanda cambia por temas de producción, clima, consumo por las dificultades económicas que el país empieza a vivir, importaciones o por cualquier otro factor, estas bonificaciones claramente cambiarán.
Hoy aún, la producción es menor a la demanda industrial de leche cruda y el precio se ha incrementado por diferentes factores:
Climáticos, pues el exceso de aguas afecta la producción y el acopio mismo de leches.
Altos costos de producción debidos a incrementos internacionales de los costos de fertilizantes, granos y transportes entre otros y a la tasa de cambio que se ha disparado en los últimos meses y que dicho sea de paso reduce el ingreso de leches importadas.
El paro de 2021 que afectó directamente la lactancia de los animales que por lo general es de alrededor de un año, la fertilidad en el hato que dificultó la consecución de reemplazos y aumento las pérdidas acumuladas para los ganaderos, muchos de los cuales migraron a líneas de producción de un mejor mercado como la carne y la producción de terneros destetos, que ha mostrado unos mejores márgenes de rentabilidad desde 2020
Como conclusión, este ajuste ni se debe ver reflejado en un 26% del precio final a todos los ganaderos, pues el mercado ya en muchos casos absorbió este incremento, ni mucho menos debe ser excusa para incrementar los precios de venta al consumidor en alguna proporción similar golpeando la canasta familiar de los consumidores y generando aumento en la ya altísima inflación que sufrimos todos.
* Ricardo Arenas Ovalle. Médico Veterinario. Especialista en Finanzas y Negocios Internacionales Especialista en Gerencia de empresas agropecuarias Consultor agroindustrial. Experto en producción y calidad de leche.
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