La “bolita de cristal” del B de la R

El gerente general del Banco de la República, Juan José Echavarría, en su análisis sobre la “Situación actual y perspectivas de la economía colombiana”, dijo cosas muy importantes que en lenguaje popular significan que como vamos, no vamos bien. Los resultados del primer trimestre confirman los pronósticos.   Dijo, por ejemplo:   Que el aumento del IVA y de otros impuestos indirectos ha afectado la capacidad de gasto de los hogares y por esta vía el consumo, lo cual significa que los colombianos se están apretando más el cinturón y por tanto los productores no tendrán tantas ventas como requieren sus negocios.   Que el menor poder adquisitivo de las familias se debe al incremento de la inflación y las acciones de política monetaria necesarias para tener una inflación del 3 %, que es la meta que se ha propuesto lograr el Banco de la República (B de la R), también han sido factores que han contribuido a la desaceleración del crecimiento económico. En buen romance significa que cada vez producimos menos riqueza con lo mismo que tenemos y que la política monetaria -léase tasas de interés- nos están ahorcando.   Que las cifras de actividad económica para el primer trimestre de 2017 sugieren que la dinámica de la demanda interna habría sido más débil que la estimada 3 meses atrás. En otros términos, que la gente no tiene plata para comprar la comida y los bienes que se producen en la economía nacional.   Y este pronóstico se está cumpliendo. Las ultimas cifras sobre crecimiento de la economía, publicadas por el DANE el pasado viernes 19 de mayo, muestran que en el primer trimestre de 2017 respecto al mismo periodo de 2016, el Producto Interno Bruto creció 1,1 %, cuando un año antes, se registró un crecimiento en el primer trimestre de 2.7 %   Esto tiene que ver con el comportamiento de la inflación. El Banco dijo que la inflación básica (aquella que no tiene en cuenta los precios que responden a choques de oferta o que son muy volátiles), registró nuevamente en abril un descenso lento en sus variaciones anuales, con tasas superiores a la meta del 3 % y similares a las observadas en diciembre pasado (5,52 %).   Es decir, que los precios no cayeron por el aumento del IVA y de otros impuestos indirectos, y que el precio de la gasolina, también afectado por la reforma tributaria, impidió mayores descensos en la variación anual del grupo de regulados.   Más señales   El índice de confianza del consumidor y las ventas al por menor también apuntan hacia un consumo creciendo a tasas históricamente bajas. Esto indica, valga la redundancia, que cada vez hay mayor pesimismo sobre el estado general de la economía y sobre la situación financiera personal.   Que la inversión podría registrar una recuperación modesta, principalmente por el comportamiento de las obras civiles. Esto siempre y cuando quede algo para hacer obras civiles.   Que la dinámica de las exportaciones netas habría restado al crecimiento. En términos simples, que compramos más bienes del exterior que lo que vendemos en esos mercados.   La consecuencia lógica   Al finalizar 2016 se decía que la economía en 2017 iba a crecer 2.8 % y que "el próximo año será mejor por el simple hecho de que 2016 fue muy malo" (2 %), pero de acuerdo con el equipo técnico del B de la R la proyección de crecimiento para todo 2017 sigue bajando. Ahora la sitúan en 1,8 %. Y para no equivocarse, advierten que estará entre 0,8 % y 2,6 %.   Por lo pronto ya acertaron con el primer prnóstico sobre el crecimiento económico.     Como quien dice, con tanta “tierrita” no vemos lo que está haciendo el gobierno con la economía. Estamos en aguas movedizas.