¿Qué dicen los índices reproductivos en una ganadería, más allá de las metas tradicionales?
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Por CONtexto ganadero - 13 de Mayo 2024
Los relatos que Ramiro Charry Gutiérrez y Ramiro Charry Durán presentaron ante la Justicia Especial para la Paz (JEP), puede ser el de miles de ganaderos en toda Colombia que durante los años más difíciles del conflicto armado fueron víctimas del accionar delictivo de los grupos armados al margen de la ley.
Ramiro Charry Durán fue el primero de su familia en alzar la voz en contra de quienes, durante más de 50 años, han venido utilizando el secuestro y la extorsión como mecanismo para la financiación de sus ‘actividades militares’.
Recordó esa primera oportunidad cuándo que se dio cuento en el problema en el que se encontraba, por el simple hecho de haber nacido en una familia trabajadora y exitosa, justamente por esa dedicación incansable a los asuntos del campo.
“Tengo 45 años, de los cuales, y desde que tengo uso de razón he sabido lo que es vivir extorsionado y administrado por las FARC. Todo mi núcleo familiar: abuelos, tíos, hermanos, primos y padres. Somos familia agricultores, ganaderos: mamá y papá, el papá de mi papá, el papá de mi mamá, el abuelo y mis bisabuelos, toda la vida trabajaron en el sector del campo y toda la vida nosotros, los que trabajamos en todo el campo, administrados, extorsionados y secuestrados por La FARC, siempre”, arrancó su intervención en la audiencia.
Más adelante, explicó cómo aun siendo el hermano mayor de la casa, tiene que arreglárselas para seguir avanzando sin que sus hermanos menores noten el impacto de tal situación en la vida diaria, mientras que empiezan a cuestionarse las razones o sinrazones de este tipo de acciones.
“Me acuerdo como si fuera ayer: 30 de octubre del 2001, 6:00 de la mañana y mi papá llega de caminar y le dice a mi mamá que la acompañe a la finca y juntos salen. A las 1:00 de la noche de ese día de octubre, mi papá y mamá no volvieron.
¿Qué pasó? Yo era un joven universitario, mis hermanos también y de un momento a otro huérfanos, huérfanos y con el temor constante de que no regresaran. ¿Será que vuelven? ¿Será que no vuelven? ¿Qué grupo? ¿Por qué? ¿Por qué nosotros? ¿Por qué otra vez seguir pagando, si es que estamos pagando la extorsión anualmente? Nos lo preguntábamos con un tío”, cuestionó Charry Durán con bastante sentimiento en su voz.
Pero, lo que es tal vez la parte más dura de su historia, fue la sugerencia que le hicieron los milicianos de las Farc cuando un mes después de tener a sus padres secuestrados por fin se comunican con ellos y ‘ponen sobre las mesa las exigencias’ para su liberación.
“Cuando empiezo a entrar en contacto con ellos, lo primero que les dije fue: mire señor, suéltelos que nosotros somos tres jovencitos, tres chinos, con nosotros no va a conseguir nada, no podemos ni tenemos ningún manejo de nada, somos tres niños prácticamente. Mande uno a sus hermanos o cámbiese usted por ellos, como si fuéramos un objeto mercantil, un objeto mercantil, ninguna otra cosa diferente sino un objeto mercantil. Ahí no hay ni corazón ni alma ni familia ni nada, un objeto mercantil, ese era el reclamo que más les hacía”, comentó el hoy médico veterinario.
Al tiempo que la incertidumbre mataba a la familia en Neiva, los dos padres en manos de la guerrilla vivían su propio calvario. Ramiro Charry Gutiérrez, cuando tuvo el uso de la palabra, dejó claro que además de las pretensiones económicas, lo que le hicieron a sus hijos, entonces unos adolescentes, fue una tortura psicológica.
“Solo un mes después lo llamaron a decirle que eran las FARC quienes nos tenían secuestrados, óigase bien: un mes y un mes ellos en esa incertidumbre de llanto todas las noches, porque decían: los mataron, los enterraron, con todo lo que se usaba allá en ese entonces”, arrancó diciendo.
Ratificó la idea expuesta por su hijo según la cual, los secuestrados eran asimilables a un objeto que se puede comerciar, que puede retenerse cortos o largos periodos de tiempo y liberarse de acuerdo a la disposición de los familiares para dar por ellos dinero. “El día de secuestro, al que llaman El chivo me dijo esto: esto es un secuestro económico y le respondo: amigo ustedes se equivocaron conmigo, yo estoy muy jodido”, dijo frente al magistrado que tomaba atenta nota.
Más adelante, comentó lo que es a todas luces un hecho claramente inhumano y que solo puede observarse en contextos como los vividos en el país desde mediados de los años 50 hasta un poco después de la primera década del 2000.
“Mi señora tuvo un accidente: se fracturó una pierna en tres partes caminando y cuando me mostró el pie que le hacía así (palpitaba), le dije al comandante que nos llevaba que llamara su comandante me comentó que no se atrevía. A regañadientes me consiguió una hamaca y así fue que pudimos transportara esa primera noche”, señaló.
En este punto de su narración, se puede evidenciar el nivel de indolencia de la guerrillerada y que es al tiempo, un indicio de la forma cómo fueron llevando durante más de 50 años su ‘defensa de los intereses del pueblo’, como dicen frecuentemente en sus alocuciones desde el monte.
“Ella no sale de aquí hasta que no se vaya por sus mismos medios, aquí la vamos a enyesar o le vamos a hacer cualquier cosa”, le dijo el que hacía las veces de enfermero. “Para bañarla tenían que destruir dos carpas y hacerme un ruedo grandísima y entre cuatro guerrilleros me la llevaban al centro del ruedo y yo bañarla y así, ¡qué dolor! Todos los días yo pensando a qué horas iban a salirle gusanos de esa pierna, por Dios”, explicó.
Sobre este asunto, dijo también que fueron casi 20 días con sus noches los que estuvo su mujer gritando de dolor, hasta que por asuntos más bien tácticos que humanitarios, la dejaron en libertad, no obstante en ese punto, fue muy poco lo que los médicos pudieron hacer para salvarle la pierna, antes de terminar esa primera intervención, dejó abierta la puerta respecto de la verdad que buscan conocer a profundidad en este proceso y en razón de la cual fue estatuida la JEP.
“Fui presidente del Consejo de mi pueblo; fui diputado, vicepresidente de la Asamblea; fui representante de la Cámara; fui el secretario de Agricultura del departamento; fui secretario de Gobierno del departamento y el último cargo que tuve, fue gerente del Fondo Ganadero del Huila y cuando me salí, que coloqué el fondo ganadero en el nivel más alto del país con 57.000 cabezas de ganado, entonces me decían que esas 57.000 cabezas de ganado eran mías. ¡Vaya viendo usted! Pero hay algo más grave, allá me recalcaron: ¡cómo que usted no tiene plata, si usted está construyendo una granjas integrales!, efectivamente yo tenía ese proyecto de construir y estaba vendiéndole al banco para ver si no seguían con el embargo de la finca, eso lo sabía muy poca gente”, comentó Ramiro Charry Gutiérrez.
Durante los más de cuatro años que lleva el macrocaso donde están siendo investigados los crímenes sufridos por la familia Charry Durán, todos los integrantes de ese núcleo solo han exigido una cosa a sus captores.
“[…] Nosotros no teníamos plata, en todo caso, nos pasó eso y yo no he visto, señor magistrado, […] que esta gente cuente la verdad, cuente la verdad ¿Cómo fue? ¿Quién fue que les dijo a ustedes que yo tenía plata para que me llevaran? ¿Quién les dio la información de esa granja integral?”, apremió el exsecuestrado con la voz quebrada.
El pasado mes de abril, sus demandas de verdad se perfilaron bastante, pues, Víctor Hugo Silva o alias El Chivo o Erik, guerrillero encargado de su secuestro, asumió de manera personal la responsabilidad del hecho, lo que es un avance importante.
“Referente a mi responsabilidad sobre el hecho de la familia Charry Durán, yo individualmente asumo la responsabilidad de su secuestro, inclusive, ustedes han sido víctima no solo por el hecho de haber secuestrado al señor Ramiro Charry Gutiérrez y a doña María Fernanda, sino también por el hecho de nosotros haber secuestrado a su abuelo, Don Ernesto Durán Cordovez, quien era un destacado dirigente, periodista y político que tenía mucha influencia en el departamento del Huila”, inició diciendo el exguerrillero.
Así mismo, precisó que la información que les sirvió de base para perpetrar la retención ilegal fue suministrada por civiles en la ciudad de Neiva que prestaban ese tipo de servicio a la guerrilla a cambio de información, sin embargo, no entregó nombres de los informantes.
“Yo en muchos casos me encargué de hacer la inteligencia, a veces con gente de la misma guerrilla y otras veces, solicitamos la colaboración de terceras personas que pasaban la información, no eran milicianos, eran personas que trabajaban bajo un porcentaje con nosotros”, explicó el compareciente Víctor Hugo Silva.
Finalmente, como la familia Charry Durán quedó inconforme con la información, que aunque da detalles del accionar de la sociedad huilense de la época, no es suficiente para satisfacer las exigencias de verdad de los afectados, se llevará a cabo una sesión privada más extensa y con la participación de un mediador especializado para alcanzar el objetivo que persigue el proceso.
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