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Por - 08 de Diciembre 2013
Países como Chile, Francia, España y EE.UU., están en la mira de los ecologistas debido a que se han convertido en precursores de un modelo de transición que busca llevar al mundo a un estilo de vida más sostenible y saludable.
Países como Chile, Francia, España y EE.UU., están en la mira de los ecologistas debido a que se han convertido en precursores de un modelo de transición que busca llevar al mundo a un estilo de vida más sostenible y saludable.
Los datos que tenemos sobre el clima global muestran que la temperatura del planeta está aumentando de forma alarmante en las últimas décadas. Ciudades como Vigo, Chicago, la región del Aconcagua en Chile o Sao Paulo vienen siendo víctimas del efecto conocido como ‘isla de calor urbano’. Lo que significa en pocas palabras que el cemento y el asfalto absorben y atrapan el calor provocando que la ciudad tenga una temperatura más elevada que las áreas rurales circundantes. Los edificios absorben los rayos del sol durante el día y liberan el calor en la noche.
Por esta razón, arquitectos, ingenieros agrónomos y profesionales de otras disciplinas vienen desarrollando técnicas de arquitectura bioclimática, bioconstrucción y permacultura. ¿De qué se trata esto? Pues es una tendencia que busca reverdecer las ciudades, potenciar la siembra de pastos y árboles, y trabajar con tecnologías aplicadas a invernaderos, para establecer huertos urbanos y techos verdes. (Lea: Las pasturas también ayudarían a mitigar el cambio climático)
Chicago es uno de los centros urbanos que más se ha preocupado por el tema. Para luchar contra el calentamiento global, esta ciudad ha diseñado un ambicioso plan dotado con 7.000 millones de dólares para construir un nuevo Chicago, lo que significará la renovación de la infraestructura de toda la ciudad, desde las aceras hasta los tejados.
El eje central de este plan es añadir vegetación y espacios verdes donde sea posible, y conseguir así un efecto refrescante de forma natural. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Chicago dispone de un techo verde compuesto de hierbas y árboles autóctonos, las plantas y flores se disponen según un patrón de bandas de floración teniendo en cuenta las estaciones. La azotea, a 12 pisos de altura, ocupa 23 mil m2 con más de 100 especies distintas.
El arquitecto Camilo Alvarado de la firma Kubik Lab-empresa que ha realizado diversos proyectos con este novedoso sistema dice que: “Mi experiencia con los techos verdes es que minimizan las filtraciones en la cubierta porque contribuyen a que no se dé la tradicional contracción y expansión de los materiales a causa de los cambios de temperatura, por ejemplo en ciudades como Bogotá, donde en épocas del año hace mucho calor de día, pero de noche la temperatura desciende considerablemente, generando fisuras y grietas que son el origen de la mayoría de las goteras”.
A su vez, en la región de Vigo, en España, los huertos urbanos han enganchado ya a cientos de ciudadanos y pronto crecerá la oferta con dos nuevas parcelas. El gobierno local ha autorizado el uso de cultivos públicos cerca de las avenidas.
Actualmente están en funcionamiento cuatro huertos urbanos en Vigo a iniciativa del Ayuntamiento. El de mayores dimensiones se encuentra en el polígono residencial de Navia, con casi 4.000 m2, al que se suma otro en Teis (2.753), uno en Fontáns (2.303) y uno más en la calle Camelias, el más pequeño y con 100 m2 y también el más céntrico. El de Ramón Nieto será, por tanto, el segundo más grande cuando se ponga en marcha.
Las fincas son de titularidad municipal, lo que facilita la creación de los huertos. Con estas iniciativas se pretende “enseñar a los participantes los fundamentos de la agricultura ecológica“, además de “propiciar una alimentación más saludable y de gran calidad nutricional”. Otros de los objetivos que persigue son “generar oportunidades de participación ciudadana y de voluntariado”, así como “sensibilizar sobre los hábitos de consumo saludables”, dicen las autoridades de la región. (Lea: Crear lluvia artificial, ¿una solución para enfrentar la sequía en el campo?)
Por otra parte, la implementación de techos con plantas o arbustos también tiene un propósito bioclimático porque reduce los costos energéticos y el consumo o demanda de energía ya que funciona como aislante térmico; el manto vegetal contribuye a filtrar y reflejar la radiación solar. En climas cálidos, evita el uso de aire acondicionado, principalmente en los pisos superiores de los edificios; en clima frío, el manto vegetal genera un “colchón” que impide la fuga de calor hacia la atmósfera.
Según el arquitecto Alvarado, “en los proyectos de las casas campestres se desarrolló el concepto de la casa iglú, es decir que la temperatura interior tenga un nivel confortable y al mismo tiempo no haya pérdida de calor gracias a la cubierta verde, y que además esta funcione como una aislante térmico cuando suben o bajan las temperaturas”.
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