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Por CONtexto ganadero - 31 de Mayo 2023
Conozca los diferentes tipos de micorrizas, su función en la absorción de nutrientes, su capacidad para limitar la absorción de metales pesados y su papel en el fortalecimiento de los cultivos frente al estrés biótico y abiótico.
En el mundo de la agricultura y la horticultura existen múltiples factores que influyen en el crecimiento y desarrollo de las plantas. Uno de esos factores clave es la simbiosis que se establece entre las raíces de las plantas y los hongos micorrícicos, conocida como micorriza. Esta asociación mutuamente beneficiosa ha demostrado tener un impacto significativo en la absorción de nutrientes por parte de las plantas, así como en su protección contra patógenos y otros estresores ambientales.
El término "micorriza" engloba diferentes tipos de simbiosis entre hongos y plantas, y uno de los más conocidos es el hongo ectomicorrizo. Un ejemplo de este tipo de hongo es el níscalo (Lactarius deliciosus), el cual ha sido objeto de estudio en el campo de la agromática. La micorriza ectomicorrizo es aquella en la cual el hongo forma una estructura externa alrededor de las raíces de la planta, ampliando así la superficie de captación de nutrientes.
La función principal de las micorrizas en los cultivos es mejorar la absorción de agua y nutrientes esenciales, como el nitrógeno, fósforo, magnesio, manganeso, zinc, entre otros. Al establecerse la micorriza en las raíces de las plantas, se incrementa la eficiencia en la absorción de estos nutrientes, lo que contribuye al desarrollo saludable de las plantas.
De acuerdo con el portal agromatica.es, además de su función en la absorción de nutrientes, la colonización de las raíces por parte de las micorrizas proporciona protección física contra hongos patógenos y nematodos. La presencia de micorrizas en las raíces limita la capacidad de otros hongos patógenos para colonizar y afectar a la planta. Esto es especialmente importante en la agricultura sostenible, ya que reduce la necesidad de utilizar productos químicos para el control de enfermedades.
Las micorrizas también desempeñan un papel crucial en la limitación de la absorción de metales pesados, como el cadmio, por parte de las plantas. Estos metales pueden ser tóxicos para las plantas y, en consecuencia, afectar su crecimiento y rendimiento. La presencia de micorrizas en las raíces ayuda a evitar la absorción excesiva de metales pesados y protege así a las plantas de sus efectos negativos.
Además de la mejora en la absorción de nutrientes y la protección contra patógenos, las micorrizas ofrecen una serie de beneficios adicionales para los cultivos. Estos incluyen un mayor desarrollo radicular y una mayor capacidad exploratoria de la raíz, lo que permite a las plantas acceder a nutrientes y agua en capas más profundas del suelo.
Las micorrizas también contribuyen a la formación de agregados en el suelo mediante la adhesión de partículas. Esto ayuda a mejorar la estructura del suelo, lo que a su vez favorece una mayor capacidad de retención de humedad en el suelo. Esto es especialmente beneficioso en regiones con condiciones climáticas adversas, como sequías o lluvias intensas, donde el suelo puede volverse compactado o erosionado.
Otro aspecto destacado de las micorrizas es su capacidad para facilitar la disponibilidad de fósforo en el suelo. El fósforo es un nutriente esencial para el crecimiento de las plantas, pero a menudo se encuentra en formas poco solubles o limitadas en su absorción. La presencia de micorrizas en las raíces ayuda a solubilizar y liberar el fósforo en formas asimilables por las plantas, mejorando así su disponibilidad y aprovechamiento.
La interacción entre las micorrizas y las plantas implica un proceso de intercambio de nutrientes. Los hongos micorrícicos suministran a las plantas nutrientes como el fósforo, mientras que las plantas les proporcionan exudados ricos en azúcares. Esta relación simbiótica beneficia tanto a los hongos como a las plantas, promoviendo un equilibrio y una mayor eficiencia en el uso de los recursos.
Además de los beneficios directos en la absorción de nutrientes, las micorrizas también desempeñan un papel importante en la mitigación del estrés biótico y abiótico en los cultivos. El estrés biótico se refiere a los daños causados por organismos vivos, como enfermedades y plagas, mientras que el estrés abiótico se relaciona con condiciones ambientales adversas, como altas temperaturas, sequías o suelos salinos. La presencia de micorrizas fortalece la resistencia de las plantas frente a estos estresores, reduciendo su impacto negativo y mejorando la productividad de los cultivos.
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