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Corosito, la finca de palma y ganadera que le apuesta a la sostenibilidad

Por - 28 de Febrero 2020

Camilo Manrique es administrador de la empresa Inversiones La Palmera Corosito, un predio de cerca de 3.000 hectáreas con cultivos de palma de aceite y producción ganadera en el municipio de Maní, en las sabanas de Casanare, que también alberga una reserva natural.


Camilo Manrique es administrador de la empresa Inversiones La Palmera Corosito, un predio de cerca de 3.000 hectáreas con cultivos de palma de aceite y producción ganadera en el municipio de Maní, en las sabanas de Casanare, que también alberga una reserva natural.

Todo lo que se desarrolla en el campo colombiano y de la mano de obra del agricultor es con el propósito de llevarlo de la naturaleza a las manos del consumidor” afirmó Manrique. (Lea: 5 cosas que no sabías del aceite de palma colombiano

Originario de Villavicencio, desde los 18 años se ha dedicado a la industria y posteriormente aprendió sobre ganadería. Con el paso de los años, empezó a incursionar en agricultura sostenible con desarrollo social.

De esta forma, creó la primera reserva natural de la sociedad civil con carácter empresarial del país, convirtiendo a Corosito en lugar donde conviven la palmicultura y la ganadería con especies únicas como el caimán llanero.

“Contamos con aproximadamente 1.500 hectáreas de reserva natural, donde hemos trabajamos con la Corporación Autónoma Regional de la Orinoquía, la Fundación Palmarito Casanare y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) para generar programas de conservación”, contó.

De igual manera, ha desarrollado un plan de rehabilitación y reincorporación de especies en peligro de extinción de la mano con The Nature Conservancy (TNC). (Lea: Colombia tiene 16 millones de hectáreas aptas para palma de aceite)

Debido a que la palmicultura generalmente evoca malas prácticas agrícolas, en Corosito hacen una planificación de los riesgos de contaminación. Antes de aplicar los fertilizantes, se hace un análisis para determinar la dosis y el tiempo apropiados.

Asimismo, Manrique y sus colaboradores han entendido que la ganadería y la agricultura están asociadas, pues la palmicultura genera residuos que pueden ser aprovechados para fertilizar las praderas, con nutrientes como nitrógeno, potasio y fósforo.

Además, como suplementos en la dieta de los animales de la finca, se usan los productos derivados del proceso de extracción del aceite de palma. (Lea: Firman contrato para hacer frente al cambio climático en cultivos de palma)

Cuando inició con el negocio, en Maní no había una sola hectárea sembrada, pero gracias al esfuerzo de Manrique y su familia, en la zona es posible encontrar casi 25 mil hectáreas sembradas, mientras que Corosito buscar ampliar a otras 500.

Esto ha permitido la generación de empleos que constituyen un gran aporte para la región, pues son contrataciones formales con beneficios para los campesinos que normalmente no tienen acceso a una fuente de trabajo como estas. 

“El simple hecho de tener empleos bien remunerados y con todas las condiciones de ley es muy importante ya que generalmente la palmicultura colombiana se ha desarrollado en su mayor parte por el conflicto armado que vivió el país por muchos años”, remató el productor.

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