Nelore a pasto, la apuesta ganadora de Rancho Acajure
PorEdgar Aldana-11 de Febrero 2025
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Por CONtexto ganadero - 12 de Febrero 2025
El MVZ Carlos Andrés Rodríguez, de la ganadería Campo Alegre, había intentado durante varios años desarrollar ganadería en sabanas inundables. Aunque sus animales estaban dando resultados, el descubrimiento de los búfalos lo motivó a ensayar con esta especie con la cual nunca había trabajado. Al cabo de 5 años de trabajo, los datos confirman que tomó una buena decisión.
En 2019, Carlos Rodríguez, propietario de la ganadería Campo Alegre, decidió transformar su enfoque productivo tras asistir a un congreso de la Asociación Colombiana de Ganadería Regenerativa (Acoganar) en el que descubrió el potencial de los búfalos. Siempre había trabajado con vacas y cerdos, pero los búfalos era un tema desconocido.
“Escuché hablar de búfalos y pensé en intentarlo porque tenemos un predio con 200 hectáreas de sabana inundable en Hato Corozal donde nada producía. Siempre metíamos caballos, ganado horro y nada producía, entonces cuando escuchamos sobre los búfalos, decidimos probar con ellos”, relató Rodríguez.
Con su equipo decidió visitar otras fincas para conocer los sistemas productivos basados en búfalos, aprender de otras experiencias y nutrir su conocimiento con estos animales, que ya conocía pero que nunca había manejado. Consideró que el predio de Hato Corozal (Casanare) era una buena opción para introducirlos porque de los 12 meses del año, ocho permanece inundados, bien sea con una lámina de agua superficial (hasta el tobillo) o con agua hasta la cintura.
En lugar de modificar el ecosistema mediante drenajes, Carlos decidió introducir animales que se adaptaran a estas condiciones. “Era más eficiente introducir búfalos que cambiar la fisiología de la sabana. Este enfoque forma parte de una visión holística en la que las decisiones se toman en función de la naturaleza”, explica.
Los búfalos, conocidos por su rusticidad, encontraron en este ambiente un hábitat ideal. Rodríguez comenzó con 50 búfalos adquiridos y, gracias a acuerdos de crecimiento, alcanzó un total de 300 animales ese mismo año. Actualmente, maneja una carga de 2.200 búfalos, una cifra significativamente superior a los 1.400 iniciales.
El trabajo con esta especie no solo ha mejorado la eficiencia de la finca, sino que también ha tenido un impacto positivo en la calidad del suelo. “Haciendo cuentas a vuelo de pájaro, un búfalo puede depositar 50 kilos de estiércol al día. Esto equivale a 1,5 toneladas de abono en la pradera, lo que permite producir carne y, al mismo tiempo, mejorar la condición del suelo”, detalla Rodríguez.
La finca emplea un sistema de rotación diaria en potreros inundados, lo que permite una distribución uniforme de nutrientes y evita la sobrecarga de las áreas de pastoreo. Además, los búfalos consumen pastos nativos adaptados al agua, como lambedora (Leersia hexandra), pasto negro y canutillo, maximizando el uso de los recursos locales.
Rodríguez destaca que los búfalos superan al ganado tradicional en varios indicadores productivos. “El intervalo entre partos en las búfalas es de 410 días, mientras que en las vacas está entre 440 y 450 días. Además, las ganancias de peso predestete en búfalos alcanzan los 850 gramos diarios, frente a los 720 gramos del ganado vacuno”, señala.
El sistema productivo de Campo Alegre se centra en la producción de carne, con lotes de 300 búfalas manejados bajo un esquema de multitoro y rotaciones controladas. Este enfoque ha permitido optimizar el uso de los recursos y mejorar la rentabilidad. (Lea: ¿En qué consiste la práctica de la permacultura aplicada a la ganadería?)
Además de la producción ganadera, Campo Alegre ha integrado actividades de conservación y ecoturismo. Las sabanas inundables, que también funcionan como áreas de conservación, albergan una rica biodiversidad que incluye chigüiros, venados, garzas y jaguares.
“En vista de que hay toda esta fauna y que el ecosistema es distinto, atrae a muchos turistas que quieren ir a conocer ese tipo de de experiencias, porque le permitimos generar una conexión, vivir una experiencia llanera”, comentó Rodríguez.
El proyecto ha crecido gracias a colaboraciones con creadores de contenido que promocionan la finca en redes sociales. “Ya hemos recibido nuestro primer turista extranjero. Estamos creando una conexión entre la producción ganadera y la conservación, mostrando que es posible combinar ambas actividades de manera sostenible”, afirmó.
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