A propósito de la audiencia pública de la Comisión IV del Senado de la República el próximo 10 de mayo en la capital lechera, Ubaté, bien vale la pena revisar el origen de la crisis y sopesar estas propuestas

Frente a la infinidad de diagnósticos sobre la cadena láctea colombiana, pasando por el acuerdo de competitividad de los 90, hasta los millonarios CONPES lácteos, la situación no mejora. Las crisis cíclicas se hacen cada vez más agudas y permanentes. ¿Qué ha faltado? Coherencia en las políticas públicas y verdadera unión dentro del sector, parecen ser las claves.

Por el poco apoyo real de parte del estado para reconvertir la ganadería a esquemas sostenibles silvopastoriles, la situación ganadera se torna incierta incierta, más aún que sin haber pasado la etapa crítica de El Niño, desde ya se anuncia fenómeno de La Niña para Octubre

La tarea de aclarar y normar técnicamente esta situación la venimos realizando desde hace años liderados por el INVIMA, acompañado por el Consejo Nacional Lácteo, donde, desde FEDEGAN, hacemos la vocería de los ganaderos del país.

Hace carrera, entre muchos ilustres personajes de este país, la frase lapidaria de la ministra Corcho: “Si se necesita una crisis, la generamos.” Lo propio hace el señor Álvaro Urrea, presidente de ASOFRICOL, al alertar, por cuenta de su interés particular, sobre una posible crisis de seguridad alimentaria en el país, y culpar de ello a los ganaderos y a las exportaciones de ganado en pie, y concluir, en su sentir, que los colombianos no podremos suplir nuestras necesidades nutricionales.

Luego de leer artículos de una y otra orilla, de ver comentarios en las redes sociales de unos y otros, de oír a los protagonistas en espacios públicos y privados, y de pensar y repensar sobre lo sucedido; me duele aún más mi sector ganadero.