Llegó la hora de cuantificar el costo de la crisis, saber con qué recursos contamos y establecer prioridades. En términos económicos, la mortandad será enorme.

En estas complejas circunstancias se requiere actuar rápido, pero pensar con calma. Nada fácil.

Es grave, y de común ocurrencia, la incapacidad de artistas y literatos para comprender la sociedad y concebir propuestas razonables para modificarla.

Diremos que una isla humana es un hombre rodeado por un océano de libros; y que ese tal se encuentra, al menos de momento, en el Paraíso.

Algunos creen que las protestas sociales ocurridas desde el 21 de noviembre demuestran la súbita insurgencia de un nuevo país. Quizás. ¿Pero de cuál?

Como siempre, los jóvenes quieren un mejor país; para ser escuchados no es necesario que lo paralicen.

Respuesta a los anhelos sociales, sereno ejercicio de la autoridad: urgencias del momento.

La protesta social goza de amparo constitucional, no así los actos vandálicos.

La reforma impositiva del año pasado le ha servido bien al país. En general, el Congreso debería ratificar sus disposiciones.

Los riesgos de contagio pueden ser bajos, pero, si ocurrieren, serían catastróficos.