Ganaderos de la Sabana de Bogotá han reportado la aparición de esta plaga en sus suelos, que frena el crecimiento de pastos y de otros cultivos. Aprenda en qué consiste y cómo se puede detener la proliferación del insecto. También conocido como Mojojoy, la chiza es una larva subterránea de varios tipos de cucarrones, que afectan los pastos de la ganadería y los cultivos de hortalizas y tubérculos, causando un daño económico grave. Claudio Alejandro Castro, propietario de un predio en Nemocón, contó que el pasado sábado 12 de noviembre estaban arando un potrero cuando encontraron una gran cantidad de gusanos en la tierra. (Lea: Alarma en predios de Cundinamarca por aparición del chiza) “Hace mucho tiempo no movíamos la tierra y cuando lo hicimos con un tractor el fin de semana, nos apareció (la chiza) en cantidades alarmantes. Creemos que la falta de crecimiento del forraje se debe a la aparición de este animal”, indicó. La presencia de la chiza ha impedido el adecuado crecimiento de los pastos en su predio, algo que lo tiene bastante preocupado, sobre todo porque es la primera vez que aparece en su predio. En otra finca cercana a la capital, también se reportaron grandes cantidades del insecto. Por la dificultad que hay de erradicar esta plaga, el ganadero ha solicitado la ayuda de varios profesionales que le indiquen cuál es el producto que debe aplicar. (Lea: 5 dolores de cabeza de los ganaderos de Cundinamarca) CONtexto ganadero consultó a Julieta Castellanos, ingeniera agrónoma, quien explicó que la chiza ha predominado en los cultivos de la sabana bogotana, así como en predios en climas templados o cercanos a páramo. “La chiza es un insecto que corta la unión entre la raíz y la parte aérea del pasto, lo que evita el anclaje de la planta al suelo para la absorción de nutrientes y queda desprendido”, señaló. De acuerdo a la experta, causa un amarillamiento en las hojas y parches a lo largo de las praderas. El productor también lo puede detectar cuando la planta resulta fácil de arrancar o se levanta por sí sola. (Lea: El blissus, un enemigo silencioso de los pastos en Cundinamarca) La ingeniera agrónoma habló sobre las afectaciones de la chiza en predios de la sabana de Bogotá
Aunque ataca tanto a cultivos de papa como de arveja, los pastos suelen ser su alimento predilecto, como el kikuyo que crea una capa protectora donde la larva puede desarrollarse mejor. Castellanos añadió que no conoce la incidencia de la chiza en suelos de trópico bajo, pero sí ha visto grandes afectaciones en predios por encima de los 1.000 msnm. Aparece en la época previa a la salida de los cucarrones, hacia el mes de mayo. Para controlar la plaga, recomendó el encalado, la aplicación de cal, con el fin de ajustar el pH del suelo y provocar la muerte del animal. Precisó que debe aplicarse mucho antes de hacer cualquier siembra. Sin embargo, señaló que muchos productores lo aplican en un tiempo muy cercano a la hora del cultivo, lo que hace ineficaz el uso de este procedimiento. (Lea: Ganaderos enfrentan plagas sin contar con ningún tipo de asistencia) También aconsejó el uso de la Beauveria bassiana, un hongo que controla las poblaciones de la chiza. La desventaja de este método es que su efectividad se puede demorar entre 8 meses y un año, así como otro procedimiento que sugirió una ingeniera de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, Corpoica. “Una ingeniera de Corpoica mencionó que hay 2 agentes patógenos que enferman la chiza. Una la vuelve blanquecina y la otra café, creando una pintura de este color en la mitad de su cuerpo. Otro mecanismo de control es coger chizas sanas y mezclarlas con las que están enfermas, para que se contagien y soltarlas al suelo para que ellas vayan enfermando a las otras”, aclaró. Debido a que proviene de la larva del cucarrón, se pueden emplear técnicas de control de estos insectos como trampas de luz o de agua. Finalmente, aclaró que la dificultad de erradicar esta plaga también reside en que se instala en capas muy profundas del suelo, a 80 cm de la superficie, mientras que los productores suelen hacer trabajos en el suelo a 20 o 30 cm como máximo. La recomendación en todo caso es que cuando presente afectaciones con esta plaga, consulte a un ingeniero agrónomo sobre la mejor forma de combatirla.