Hubo tormenta en La Habana como consecuencia del anuncio del presidente Santos de convocar un referendo sobre lo acordado con las Farc. ´Catatumbo´, negociador de la guerrilla anunció suspensión de diálogos y el presidente Santos ordenó regreso de sus representantes al país.
Lo que parecía inminente ruptura de conversaciones solo duró el fin de semana. Un rompimiento, en este momento, significa cortar el cordón umbilical que alimenta a Santos para su reelección y para la guerrilla perder el escenario internacional. Con el referendo Santos presiona un acuerdo inmediato con las Farc que le sirva de carta de presentación para la reelección, desconociendo que los tiempos de la guerrilla son distintos a los del establecimiento.
Si nada está acordado hasta que todo esté acordado, lo qué explica la precipitud en la convocatoria a un referendo es hacerlo coincidir el con las próximas jornadas electorales y así meterle pueblo a los comicios en un momento en el que tanto la aceptación al de Gobierno de Santos como la percepción de éxito de las conversaciones de paz acusan caída libre en los sondeos de opinión. (Lea: Uribe lanzó 89 críticas contra gobernabilidad de Santos)
Con esta jugada, Santos pretende ganar con cara y no perder con sello. Si le liga y la guerrilla se aviene un acuerdo para la refrendación y aunque este sea rechazado, por lo menos queda opcionado para el Nobel de Paz, su gran ilusión. Si no hay acuerdo, tendrá pretexto para levantarse de la mesa de negociaciones dando un portazo de dignidad ante quienes le han ‘bailado el indio’.
Hasta aquí el paneo general de la coyuntura y su repercusión. Un primer plano en detalle, muestra que la convocatoria al referendo implica torcerle el pescuezo al ordenamiento legal por cuanto prohíbe expresamente la celebración de referendos conjuntamente con las elecciones porque distorsionan y enrarecen el panorama electoral.
Santos y su cáfila de camaleones en el congreso pretenden aprobar a las volandas una Ley estatutaria que permita tamaño despropósito, algo así como legislar en causa propia. (Columna: El “sueño de la paz” de Santos es la pesadilla de los colombianos)
En la práctica la convocatoria del referendo implica meter entre las cuerdas a las Farc para presionar un acuerdo apelando al argumento que no existe ni el tiempo ni la paciencia infinita. Ante esta circunstancia, la guerrilla tiene dos opciones: una es llegar a un acuerdo exprés con una dosis de total impunidad, lo que va en contravía de la lógica y de los lineamientos de la Corte Penal Internacional, CPI y sin tener en cuenta que la Corte Constitucional no se ha pronunciado sobre la exequibilidad del Marco Jurídico para la Paz.
La otra opción de las Farc es no acordar nada, lo que mata el referendo por sustracción de materia y congelan las conversaciones, sin terminarlas porque esto le significa perder el escenario internacional y su caja de resonancia. Santos, con un ‘bluf’ de par sietes se muestra como mal jugador y se hunde con su proyecto de reelección en las arenas movedizas de la improvisación y el desespero. (Lea: "No será fácil reelegir la política de paz de Santos”: Lafaurie)
El proceso de conversaciones de paz en La Habana está herido en un ala. El Presidente con el anuncio del referendo pretendió ensillar sin tener las bestias. “La diferencia entre un estadista y un político es que éste piensa en la próxima elección y el estadista en la próxima generación” (J.F. Clarke).