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Foto: Fedegán FNG

“Obras son amores…

Por José Félix Lafaurie Rivera - 08 de Mayo 2013

…Y no buenos anuncios”; así tendríamos que parafrasear el viejo refrán para referirnos a los paños de agua tibia con los que el  ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo Salazar, busca contener el inconformismo latente del sector primario productor de leche.

Cada vez más amenazado por la anunciada inundación de productos lácteos provenientes de los nuevos socios comerciales del país, sin contar todavía con la inminente entrada en vigencia del TLC con la Unión Europea.

Paños de agua tibia porque, sin desconocer el esfuerzo de arbitrar recursos, muchos o pocos, para la urgente reconversión del sector lácteo, los $169 mil millones anunciados resultan, a todas luces, escasos frente al tamaño de la tarea y, sobre todo, a la urgencia de la misma. Mas no solo por eso, sino porque se trata de anuncios, tan solo anuncios, sin que se conozca cuándo se van a desembolsar, a qué se van a dedicar específicamente entre tantas necesidades, cuáles van a ser la prioridades y quiénes los ejecutores. (Lea: “Los recursos llegan solo en titulares de prensa”, Lafaurie)

¿Serán destinados a más estudios de diagnóstico en este país adicto a ellos? ¿Serán entregados a Finagro para que los pequeños y medianos ganaderos se endeuden a tasas de pseudofomento, sin que su fuente de ingreso -la quincena lechera- les garantice capacidad de pago? ¿Serán quizás entregados a la industria con el falso argumento de jalonar desde la demanda la reconversión sectorial? No sabemos.

Sí sabemos con total certeza que, así se concretara su desembolso, son insuficientes y no consultan la realidad de una problemática que es más compleja de lo que parece. Infortunadamente, como la naturaleza todo lo da, todo aquello que tiene que ver con la producción rural se pretende elemental y básico, frente a la sofisticada complejidad de la moderna industria y de los sectores de alta tecnología. (Lea: MinAgricutura recibe duras críticas en el Senado por su gestión)

Pero no se trata solamente de ordeñar una vaca. Si queremos competir con los grandes del cono Sur, con Estados Unidos y con Europa próximamente, tenemos que atacar todos los factores que afectan la competitividad. Se trata, entonces, de ordeñar la mejor vaca, es decir, de excelente genética, con excelente alimentación y excelente manejo, gracias a un excelente servicio de extensión y asistencia técnica para producir excelente leche y en cantidades también excelentes.

Y se trata de operarios excelentes, con una capacitación excelente, que realizan un excelente proceso de ordeño y cuentan con excelentes equipos de conservación, comunales cuando se trata de pequeños productores, por cuenta de un excelente esquema de asociatividad promovido desde el Estado. Y todo ello para entregar diariamente un producto excelente a un excelente sistema de acopio, que lo lleva a través de excelentes vías para iniciar el proceso de transformación en un sector industrial que la recoge en su totalidad, precisamente por su excelente calidad y precio. Así pues, no se trata solamente de ordeñar una vaca.

Y aunque -valga la obsesiva redundancia- lo excelente es enemigo de lo bueno, el problema es lo lejos que estamos siquiera de lo bueno, sobre todo en el gran segmento de pequeños ganaderos -más de 300.000- que responden por gran parte de lo que, paradójicamente, llamamos “lechería especializada”, en las cuencas minifundistas del altiplano cundiboyacense, Antioquia y Nariño principalmente, los primeros que serán borrados por la competencia, seguidos por los pequeños y medianos productores del llamado ‘doble propósito’, que perderán la caja menor de la leche, tan necesaria para sostener el negocio de mayor plazo de la producción de carne, todo ello con unas consecuencias sociales inimaginables. (Blog: Cuál es el precio por litro de leche que debería recibir el productor?)

Frente a esa brecha con lo bueno y ese abismo con la excelencia, de poco o nada sirven los paños de agua tibia. De ahí la importancia de nuestra propuesta de un Proyecto de Ley para la Reconversión del Sector Lácteo, a partir de un Plan Decenal con recursos garantizados y suficientes, con claridad sobre los factores determinantes de la competitividad y, por ende, con claridad también en las prioridades, las metas y los instrumentos para alcanzarlas. Lo contrario son paños de agua tibia para una enfermedad que hoy es crónica y pronto se puede convertir en terminal. Lo contrario son apenas buenos anuncios.