El final de 2023 y el inicio de 2024 nos deja varias lecciones, adicionales a las que en ocasiones anteriores he mencionado respecto a la baja en el precio al productor y la fuerte contracción del consumo de leche y sus derivados. ¿Cuáles lecciones? Con un buen manejo logístico de la oferta de leche es posible desligarnos de las importaciones.
De hecho, en enero de 2024 el país importó 6.262 toneladas de leche y productos lácteos, volumen muy diferente a las 21 mil importadas en enero de 2020, o el promedio de 13.683 ingresadas en los meses de enero de 2021 a 2023.
Solo vale recordar que típicamente en los eneros se agota el contingente sin arancel de leche en polvo proveniente de EE. UU., propio al Tratado de Libre Comercio, pero este año, entre enero 1 y abril 5, de las 17.261 toneladas con arancel cero, han ingresado 6.410 toneladas. ¿Qué ocurrió?
Con los avisos de ocurrencia de fenómeno de El Niño, la industria empezó a almacenar leche de manera preventiva desde mayo de 2023, un precio que venía a la baja favoreció el acopio en pro de mejorar los inventarios. De hecho, pudo tenerse una sobreprevisión frente a la sequia y los stocks ser más altos de lo requerido, más con un consumo lesionado.
Así las cosas, sería muy útil tener más plantas pulverizadoras que puedan ubicarse en centros de producción de leche generando mayor eficiencia. Poder aprovechar los tiempos en donde la oferta sube y los precios al productor caen estrepitosamente, serían diferentes al tener plantas pulverizadoras. Podríamos tener mayor oferta de leche pero que va a la pulverización con precios, no a la baja, sino estables al ganadero; y en las épocas de sequía precios estables para la industria, y no al alza, al usar el almacenamiento. Además, empezaríamos a olvidarnos del fantasma de los TLC y la importación de leche.
Desde hace ya varios años sabemos de la necesidad de tener pulverizadoras suficientes, ¿quién hará la tarea de implementarlas? Si fueran estatales, debería pensarse en el esfuerzo fiscal de lograrlas por parte del Gobierno Nacional, por lo que valdría la pena una voluntad conjunta con las Gobernaciones. Por el lado privado, todo es posible, sin embargo, si hasta ahora no se han instalado es porque aún hay fallas de mercado: falta de bienes públicos, problemas de orden público, contrabando; y la misma posibilidad de importar leche, que pone en situación más cómoda al agente privado.
Sin embargo, cuando los precios internacionales de la leche en polvo suben o la tasa de cambio suben, importar no es una opción; menos leche entera que teóricamente tiene más utilización. Por eso con oferta propia nos desligamos de manera importante de otras variables que influyen en la competitividad.
A diferencia de la estrategia cárnica, que tiene un importante espectro hacia afuera, en el tema lechero es hacia adentro, pero se requiere un esfuerzo de inversión en pulverización en zonas estratégicas del país.