De acuerdo con los datos que la semana pasada entregó el DANE sobre el sacrificio, o faena de bovinos, en 2024 se registró el crecimiento de la actividad en 4,5% al pasar de 3.085.664 cabezas en 2023 a 3.225.606 en 2024. Es una buena noticia porque al fin y al cabo se cambia la tendencia decreciente que en años pasados se registró debido al menor consumo de carne y que tuvo como causa la crisis inflacionaria mundial.
Vale la pena recordar que en el año 2021 el IPC de carne de res fue 33%, en un marco en donde todos los productos registraron alzas debido a la crisis logística mundial, pero en 2022 no fue diferente y el alza llegó a 20% influenciado por la crisis global de materias primas derivada de la guerra entre Rusia y Ucrania. En 2023 el IPC mermó de manera importante alcanzando 3,43%, pero fue en 2024 en donde la tasa de crecimiento del precio de la carne fue menor a 1%.
De hecho, el precio de la carne de res fue el que menos se incrementó en 2024, solo 0,7%, mientras que el precio de la carne de porcino lo hizo en 3,1%, el de la carne de pollo en 2,1% y el de pescado en 3,4%. A esto debe sumársele que tradicionalmente el mayor gusto del colombiano está en consumir carne de res, sin embargo, en una economía de ingreso mediano-bajo como la nuestra, la sensibilidad en el bolsillo es la que manda, y si es más barato el huevo o el pollo, el consumo de proteína animal se dirigirá hacia allí.
Pero a pesar de esa tendencia creciente no se puede olvidar que en al país persisten graves problemáticas de sacrificio clandestino. Si bien en 2024 se sacrificaron 3,2 millones de bovinos de manera formal, vale recordar que en el año 2013 esa cifra llegó a 4,14 millones. La baja en la faena formal desde ese año no significa que la población esté dejando de comer carne, más sí existen canales de surtimiento y proveeduría que se nutren de la clandestinidad, el abigeato y el carneo.
Hoy el país tiene un hato ganadero de 29,4 millones de cabezas, mientras que en 2013 era 22,4 millones, lo que indica que por el lado de la oferta de carne hay mayor disponibilidad. Por el lado de la demanda no es diferente pues hoy el país tiene 53,1 millones de habitantes mientras que en 2013 la cifra era de 46,2 millones de colombianos.
Efectivamente, ese vacío en la faena formal lo está llenando el sacrificio clandestino que para 2024 se estima en al menos 1,3 millones de bovinos. Hoy el sacrifico formal, de manera conservadora, debería estar superando los 4,5 millones de cabezas. Surgen las preguntas de cuáles son entonces las causas de tal situación.
Lo primero es que existe menos infraestructura de plantas de sacrificio en el país, luego del cierre de varias de ellas por temas sanitarios y normativos (Decreto 1500). La intención luego del cierre de dichas plantas fue que las que quedaran abiertas surtieran las zonas en donde se viera disminuido el abastecimiento. Esto poco sucedió y sí entro allí el sacrificio clandestino en acción.
Para ello el Gobierno Nacional diseño la figura de plantas de autoconsumo, especialmente para municipios categoría 5 y 6, con el animo de recuperar el consumo de carne con calidad y precios adecuados. Sin embargo, las difíciles condiciones fiscales del país y de estos municipios no ha permitido que tal estrategia se haya consolidado.
Lo segundo, el deterioro de la seguridad rural ha incidido en que el abigeato y carneo no den tregua, además el tema de contrabando sigue siendo un lastre para el país, configurando un entorno de competencia desleal muy grave para la industria frigorífica.
Tercero, algunas plantas realizan el sacrificio industrial pero no realizan el correspondiente registro, incurriendo en desafortunadas prácticas de elusión y/o evasión de impuestos, y contribuciones.
Conocidos los orígenes del problema, deberán ser encausadas las acciones para mitigarlas, que tendrán que ser el principal ejercicio de 2025 para recuperar el sacrificio formal y consolidar a la industria frigorífica colombiana.