Una de las premisas de la ganadería ecológica es garantizar el bienestar animal, por eso limita mucho la carga ganadera. Además la carne ecológica está libre de hormonas, anabolizantes y restos de antibióticos, algo que no sucede con la convencional, donde el uso de estas sustancias está ampliamente generalizado. Para el control de enfermedades se utilizan principalmente medicamentos a base de plantas, homeopatía y otras terapias alternativas, y se pone especial atención en la profilaxis o prevención de la enfermedad. Por ello no hay riesgo de que la carne esté contaminada con estos residuos. Otro aspecto fundamental y quizá menos conocido, es que la carne es la principal vía de entrada de transgénicos en la cadena alimentaria. Los transgénicos que se están produciendo actualmente a mayor escala están destinados a la elaboración de piensos para alimentación animal. (Blog: Alimentar vacas 'ecológicas' con algas puede aumentar minerales en la leche) La ganadería ecológica basa la alimentación principalmente en el pastoreo y prohíbe el uso de piensos que lleven incorporados transgénicos. Los animales deben alimentarse con al menos un 60% de pastos y/o forrajes en la ración diariamente, lo que obliga a utilizar pastos y forrajes verdes de alta calidad, ya sean frescos, en forma de heno o ensilado. Este porcentaje puede reducirse al 50% durante los tres primeros meses de lactación. Esto previene la aparición de incendios, porque el ganado consume gran cantidad de recursos herbáceos y arbustivos, que cuando se mantienen en el campo suponen un potencial material combustible. En definitiva: La Ganadería Ecológica es un sistema sostenible de producción ganadera, que tiene como objetivo fundamental producir alimentos de calidad diferenciada para la población, obtenidos de animales que gozan de un alto grado de bienestar, que hacen un uso racional de los recursos naturales del campo, que contribuyen a mejorar la fertilidad natural del suelo, y en cuya alimentación y manejo no se emplean organismos genéticamente modificados ni sustancias químicas de síntesis ni otras que puedan suponer un riesgo real o potencial para la salud del consumidor. (Blog: La agricultura y la ganadería ecológica mejoran la biodiversidad) Al probar este tipo de carne llama la atención sus cualidades organolépticas. No es lo mismo cocinar un filete de ternera ecológica que uno convencional. El color no es el mismo, el sabor tampoco, y desde luego, desde el punto nutricional no tienen nada que ver. No hay más que echarlo a la sartén y se observa claramente la diferencia: ¡apenas sale agua! Encuentre el texto original en este enlace.
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Carne ecológica
18 de Octubre 2016