Jairo Oviedo Hernández es Médico Veterinario, especializado en inmunología veterinaria, egresado de la Universidad de Medicina Veterinaria en Brno, República Checa.
Inició su experiencia laboral en Vecol como profesional auxiliar, luego llegó a la Gerencia de Producción y finalmente fue gerente de Control de Calidad. En esta empresa trabajó por 14 años. Posteriormente fue subdirector general en el Instituto Nacional de Salud, responsable de la producción de vacunas humanas.
Trabajó durante 7 años en los Laboratorios Limor de Colombia, y luego estuvo vinculado al ICA en la Dirección Técnica de Análisis y Diagnóstico Veterinario, por lo que su conocimiento en materia de sanidad animal es amplio.
En diálogo con CONtexto ganadero, Oviedo hizo un análisis sobre la vacunación contra aftosa que se adelanta en Colombia, la producción del biológico y su relación con la salud humana.
CONtexto ganadero (C.G): Usted es una persona que ha liderado la fabricación de biológicos humanos y veterinarios en el país y que conoce las virtudes de las vacunas, ¿cómo ve el panorama actual de su producción local?
Jairo Oviedo Hernández (J.O.H): Tenemos dos de las mejores empresas productoras de vacuna contra la fiebre aftosa en el continente y tuve la oportunidad de trabajar en ambas, conociendo de primera mano sus fortalezas en cuanto a bioseguridad, infraestructura y equipos, personal altamente calificado, buenas prácticas de manufactura y alta calidad de sus productos.
Por lo mismo, tengo el total convencimiento que las instalaciones y las vacunas nacionales allí fabricadas, cumplen con los máximos estándares internacionales. Son productos que realmente protegen y son eficaces contra la enfermedad.
En cuanto a las vacunas humanas, fueron producidas en el país hasta el año 2001 y por decisiones gubernamentales de ese momento se decidió dejar de producirlas y empezar a importarlas.
CG: ¿Cómo funcionaba esa elaboración local de vacunas humanas en el pasado?
J.O.H Colombia fabricaba vacunas para humanos en el Instituto Nacional de Salud INS, del cual fui su último director de producción. Hasta el año 2001 y por mas de 80 años, producíamos vacuna contra la rabia, tuberculosis BCG, viruela, fiebre amarilla, difteria, tétano, tos ferina, además de varios sueros antiofídicos.
En ese momento se tomó la decisión desde el Gobierno, que por aspectos económicos era más conveniente traer el producto terminado y no invertir en el mejoramiento de las tecnologías y adecuación de laboratorios en que se elaboraban.
Concretamente como te comenté después de haber evidenciado las falencias a nivel mundial en los mecanismos de contención de pandemias, pienso que la única posibilidad de obtener autonomía en el suministro de vacunas para nuestro país, no solamente para COVID-19 sino también otras enfermedades inmuno-prevenibles, es retomar su producción local y atender los diferentes desafíos que plantean las pandemias como la necesidad de fortalecer las capacidades e instalaciones, para reducir la dependencia de los mercados internacionales. De esta forma podremos garantizar el acceso equitativo y oportuno a medicamentos incluyendo los biosimilares y otras tecnologías de calidad, seguras, eficaces y asequibles.
Por fortuna estoy seguro que hay consenso en todos los estamentos de la vida nacional para recuperar esa capacidad de producción de biológicos.
Colombia tiene empresas farmacéuticas y empresas de biológicos veterinarios de tradición, que son reconocidas por su profesionalismo y calidad en varias partes del mundo, las cuales, por su afinidad y experiencia, bien podrían participar de esta recuperación de la capacidad productiva de vacunas humanas en el país destaco además el papel clave de la ciencia, la tecnología y la innovación para la respuesta a los trastornos de salud, económicos y sociales causados por enfermedades infecciosas como la pandemia de COVID-19.
Asimismo, reitero la necesidad de fortalecer los esfuerzos nacionales en pro de la innovación en el ámbito de la salud como mecanismo crucial para que todos los países, incluidos los países en desarrollo, puedan producir vacunas y tratamientos que salven vidas, no solo en el caso de enfermedades comunes, sino también de brotes de enfermedades infecciosas que requieren una respuesta rápida.
CG: Usted mencionó la soberanía sanitaria en la producción de vacunas humanas, ¿eso también se predica de las vacunas veterinarias?
J.O.H: Por supuesto que sí. Tener laboratorios instalados y operativos brinda la confianza de tener una provisión segura y permanente de vacunas contra las enfermedades que se combaten actualmente, pero también sobre la rápida capacidad de reacción para producir de emergencia vacunas contra nuevas enfermedades.
Los laboratorios productores de vacuna, incluidas las veterinarias, son un patrimonio de los países que deben protegerse.
CG: ¿Cómo pueden darse pasos firmes para la protección de la industria local biotecnológica, si se habla por ejemplo de levantar y desmantelar la vacunación contra algunas enfermedades bovinas?
J.O.H: Colombia necesita seguir siendo independiente en la producción de sus vacunas y medicamentos veterinarios, para ofrecerlos a las campañas de vacunación obligatoria y a los programas de control sanitarios, da una gran fortaleza a los sectores que las consumen y a su propia industria.
Se requiere del apoyo de las entidades regulatorias para que la actividad de esa industria local sea controlada, pero ello no le reste competitividad y se conviertan en una herramienta para su desarrollo y expansión.
Finalmente, se requieren políticas públicas que expresen la voluntad y fomento para que los empresarios colombianos se mantengan en sus actividades productivas y más pronto que tarde, se allane el camino para que otros incursionen en el ámbito de las vacunas humanas.