Carlos Ángel, de la firma Anka, sostiene que para desarrollar el campo y elevar la productividad de producción de comida por hectárea es necesario introducir tecnologías que generen dos efectos positivos, que la gente del campo encuentre alternativas viables para continuar manejando el campo, y que sean rentables y provean mejor bienestar. Tres jóvenes ingenieros, con grandes sueños por contribuir al desarrollo del país, constituyeron un emprendimiento empresarial, hace unos tres años. Ellos son Diego Bohórquez, Daniel Pérez y Carlos Ángel. Ingenieros, uno industrial y los otros 2 eléctricos, que se encontraron en Australia terminando estudios y decidieron hacer realidad ese sueño al constituir una empresa con un nombre digno de una multinacional: Anka Robótica Aérea. Su objetivo es utilizar los drones como una herramienta de ingeniería con el propósito de robotizar cualquier de tarea que existiera a campo abierto, en cualquier industria. Teniendo en claro esta visión, empezaron inicialmente a desarrollar productos y servicios para ingeniería civil. Los levantamientos topográficos y la inspección de redes eléctricas fueron sus primeros trabajos. Servicios que buscaban disminuir los tiempos y riegos, con aumento de eficiencia. Su corta vida empresarial les ha permitido estar en proyectos de construcción de vías, oleoductos, poliductos, redes eléctricas para empresas importantes como Pacific Rubiales, Ecopetrol, Marval, Concesión del Sisga, Constructora Colpatria, y consultoras ambientales. CONtexto ganadero: ¿De las obras civiles, cómo pasaron al sector agropecuario? Carlos Daniel Ángel: Yo soy de origen campesino y tengo un gusto grande por la agricultura y el ambiente rural. Conozco a Colombia y sus regiones rurales, y eso sirvió para detectar que era en este sector donde tendríamos más impacto social. Estamos convencidos que a futuro será el sector que tendrá más importancia y más oportunidades. Los hidrocarburos por ejemplo, es una actividad que va de salida en el mundo, y que los proyectos de ingeniería son puntuales, mientras que la agricultura a pesar de que hoy es un sector subvalorado, va a estar en los primeros lugares de la economía colombiana. ¿Por qué considera que la tecnología de los drones va a tener un impacto social? Por tres factores muy evidentes. Primero, porque la tecnología -lo que son la inteligencia artificial, los drones-, atraen mucho a las nuevas generaciones. La tecnología es la herramienta que permite que esas nuevas generaciones permanezcan en el campo, teniendo un empleo digno, y contribuyendo a lo que a ellos también les gusta. Nosotros nos hemos dado cuenta que la gente se enamora de sus regiones, de sus pueblos, de sus cultivos, pero rechazan repetir la misma historia de sus padres, a tener el mismo trabajo en condiciones difíciles. La tecnología les permite seguir en el campo con ingresos diferentes y una calidad de vida acorde a la que todo el mundo desea tener. El segundo, porque la productividad es algo que el sector agroindustrial del mundo le reclama a los países en desarrollo, y es evidente que está en mora de mejorase. Los índices de producción de comida por hectárea en Colombia están lejos frente al de otras economías que tienen condiciones más desfavorables, como son por ejemplo las estaciones. Y esa mejora en la productividad solo lo lograremos cuando tengamos tecnología puesta en el campo. Y tercero, porque la tecnología, a través de la robotización, permite realizar tareas en donde ya no se encuentra mano de obra. Un ejemplo muy sencillo es la aplicación de herbicidas. Es un trabajo que ocasiona lesiones, en donde la gente está incomoda, que se ha envenenado, que requiere un esfuerzo físico grande. Al poderse hacer esta tarea con drones, se evitan todas esas impactos en los trabajadores, además que se hace más rápido y más controlado. Ya en muchas partes del país no se encuentra quien haga ese tipo de aplicaciones, entonces la tecnología ya lo permite, pero además se puede hacer a precios asequibles. Es como los celulares que al principio tenían precios elevados, pero en la medida en que estos bajaron de precio y el celular se popularizó, y en los campos todo el mundo tiene celular. ¿Cómo llegaron a la conclusión que la tecnología es la herramienta que permite que esas nuevas generaciones permanezcan en el campo, cuando todos los gobiernos en Colombia no han encontrado una fórmula real para lograrlo en condiciones dignas? Nosotros hicimos el ejercicio. Fuimos a una región y concretamente a una vereda en donde buscamos un colegio de un pueblo. Este colegio tenía un enfoque tecnológico, y allí buscamos un par de talentos, e investigar cómo ellos respondían al estímulo de la tecnología. La respuesta superó las expectativas. También hicimos el ejercicio de presentar los drones en las escuelas, a niños y adolescentes, quienes mostraron un interés inusitado por el tema. El brillo de sus ojos y sus preguntas eran constantes y repetitivas. Y esas inquietudes es lo que nos ha alimentado el modelo. Ellos se entusiasman demasiado con la tecnología y presionan a sus padres o a sus patrones para acceder a ella. El ejemplo es una tablet. Si uno les muestra cosas prácticas que puedan hacer con ella en campo, la reacción es diferente. En esencia lo que la gente del campo anhela es tener una calidad de vida mejor y mantenerse en sus regiones. Anka busca atraer a los jóvenes del campo con actividades que no solamente requieran esfuerzo físico, sino que también impliquen un reto intelectual donde se puedan usar estos aparatos electrónicos. La idea es que cada uno de ellos, que viven en los municipios y en veredas, con capacitación adecuada, se vuelvan técnicos operadores de los drones. Así, no solamente se fortalece el tejido social con las nuevas tecnologías al introducirlas al campo, sino que tendrán una actividad rentable. Por ejemplo en aspersión hay drones que pueden asperjar área pequeñas de una hectárea, media hectárea. Esta tarea puede hacerla un joven de la región con entrenamiento en el manejo de drones. Una persona, con experiencia y capacidad, puede asperjar a pie máximo una hectárea al día, mientras que con un dron pequeño, puede hacer dos o tres hectáreas al día, lo cual representa una multiplicación de su ingreso, lo que le permite además amortizar el equipo. Imagínese el beneficio para personas que hacen esta labor con equipos a la espalda o bombas estacionarias. Además el dron tiene mayor precisión que la aspersión realizada mediante una avioneta, pues puede volar a pocos centímetros o máximo un metro de las plantas que se quieren fumigar, mientras que con la avioneta se pierde el 50 % de la fumigación. Adicionalmente con el dron se producen nanogotas, lo que hace que con poco producto se tenga mayor eficiencia a pesar de que hay que recargar baterías y tanques más frecuentemente y se asperjan áreas donde la avioneta no puede hacerlo con precisión como son las esquinas de los predios o áreas que se requieran fumigar ¿Han presentado esta iniciativa a las entidades encargadas de erradicar cultivos ilícitos? Si. Hay un proyecto piloto. Además de los beneficios señalados para las personas, permite controlar que no afecte cultivos ilícitos cercanos a los ilícitos. ¿Cómo pueden vincularse los jóvenes a este tipo de actividad? Anka ha desarrollado un tipo de negocio basado en productos y servicios. Puede una persona adquirir un dron, pero también puede adquirir el servicio. Se busca tener en las regiones aliados que manejen estos drones, a los que se les proporciona la capacitación y el mantenimiento del equipo, que presten el servicio diariamente. Hemos identificado cerca de 30 centros agrícolas en donde se requiere este tipo de servicios, el cual puede ser prestado por gentes de la región con las ventajas que tienen: conocen la región, sus gentes y no tienen que venir a las ciudades a vivir o a entrenarse. Además la gente se va empoderando de esa tecnología. No funciona de otra manera, porque todo lo que tiene que ver son servicios agrícolas, debe hacerse de forma local. Para un demandante del servicio, Anka analiza las variables para poder monitorear y modelar. Por ejemplo para cultivos se puede monitorear un brote de una plaga y monitorear su comportamiento para que con base en sus resultados se tomen los correctivos necesarios. Creemos que este tipo de actividades puede cumplir una función social incluyente y le permite al campo colombiano avanzar en productividad.