En la comunidad que se encuentra en la convergencia de los barrios Mareigua y Nuevo Mileno, en el sur de Valledupar, se ha desatado la preocupación por un perturbador hallazgo: los restos óseos de un caballo, que se presume estaban destinados para la comercialización en expendios locales. Este descubrimiento ha dejado a muchos habitantes perplejos y ha generado inquietudes sobre la posible venta de carne de caballo en la región.
Según el secretario municipal de Salud de Valledupar, Holmer Jiménez Ditta, la comercialización de carne de caballo es legal, siempre y cuando se realice de manera regular y cumpla con todas las regulaciones sanitarias y de seguridad alimentaria.
Sin embargo, el funcionario advierte que el problema radica en que la mayoría de estos productos provienen de mataderos no autorizados, donde no se cumplen las condiciones fitosanitarias necesarias para garantizar la seguridad alimentaria de los consumidores.
A raíz de esto, CONtexto ganadero consultó con Eudes Antonia Garzón, médico veterinario y profesional en región del Cesar, quien asegura que “este tipo de casos ocurren en ciudades capitales en barrios de condiciones subnormales, en donde obviamente hay gente inescrupulosa que desafortunadamente no le importa la sanidad ni la salud de las personas y se dedican al negocio clandestino de equinos, comprando animales en condiciones de salud bastante deplorables”.
Garzón secunda la opinión del secretario municipal de Salud de Valledupar, que dice que la comercialización de carne de caballo es legal y “hay países como Alemania en los que se consume carne de caballo de plantas de beneficio con altos estándares de calidad. Desafortunadamente en Colombia no hay una sola planta de sacrificio avalada para esto, aunque hace muchos años intentaron poner una en el Magdalena, pero no fue exitosa”, asegura el profesional. (Lea en CONtexto ganadero: Miles de caballos son sacrificados anualmente para convertirse en carne en todo el mundo: ¿Un mercado próspero?)
Sin embargo, el problema de esta situación, que está viviendo Valledupar, es que no se sabe el estado en el que se encuentra la carne que se comercializa y también se desconocen las condiciones de salud del animal.
Por lo tanto, “los riesgos de contaminación que se pueden presentar en el proceso de sacrificio, en el transporte y en la manipulación de estos productos cárnicos es alto, especialmente por la forma en que se consiguen ya que no tienen cadenas de frío adecuadas, por consiguiente, la contaminación cruzada puede ser alta y no tienen una trazabilidad sobre la calidad”, comenta Garzón.
Además, a esto hay que sumarle un componente de bienestar animal en todo el proceso de comercialización, pues al realizar el sacrificio en un lugar y condiciones inadecuadas, se rompen las normas de sacrificio y de bienestar, lo cual impacta en la carne que se vende.
De acuerdo a Garzón, “obviamente usan métodos bastante arcaicos como golpes, puñaladas y no hay ningún tipo de insensibilidad hacia el animal ni reducción del miedo, lo que obviamente impacta negativamente sobre la calidad de la carne. Entonces a parte de tener una carne en malas condiciones, el miedo al sacrificio también puede incidir en la calidad de esta carne”.
Finalmente, el profesional en región dice que es muy difícil para el consumidor identificar la procedencia de la carne que encuentra en los expendios, siendo muy riesgoso para la salud pública. Es por esta razón que, como comprador de estas proteínas, usted debe analizar el precio y no confiarse en que, por ser baratas, son mejores. Lea en CONtexto ganadero: Pese a su peligro, delincuentes insisten en comercializar carne de caballo)