Este departamento lleva 7 meses con deficiencia en los caudales que proveen de agua a fincas ganaderas para los rumiantes y la renovación de forrajes. Los productores padecen por la escasez de comida y esperan se abra una bodega en la región. Las zonas altas de Quindío, a más de 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar, integran ganaderías de lechería especializada, y las partes bajas, ganado doble propósito. Ambas producciones comienzan a sentir las consecuencias del verano. Lorena Cuervo, profesional en Armenia de Gestión de Proyectos Estratégicos del Fondo Nacional del Ganado, FNG, administrado por Fedegán, expuso que “el sector está golpeado por falta de comida”. La medida adoptada ha sido la compra de ensilajes de maíz que se producen en la región y el aprovechamiento de las pocas lluvias para no permitir la deshidratación de los rumiantes y continuar con el programa de fertilización. Explicó que pese a que algunas fincas en Quindío se han favorecido con el programa de Ganadería Colombiana Sostenible, lo que ha ayudado a mantener a los rumiantes protegidos bajo la sombra y con alimento, otros predios no siembran árboles y han sufrido por la ausencia de pasturas. (Lea: 5 temas que preocupan a los ganaderos) “Acá unas fincas producen silo para la venta, porque la mayoría son pequeñas y no ensilan a gran escala o no ensilan por sus tamaños”, anotó la profesional del FNG, al explicar que el ganado lechero se alimenta de kikuyo y el doble propósito de braquiarias y pasto estrella, pero el que queda no alcanza a suplir la demanda nutricional. Un ganadero afectado en la zona alta de Quindío, Juan Bautista Jaramillo, la manifestó a CONtexto ganadero quesu finca de ganado rojo sueco puro y Ayrshire no dispone de suficiente raigrás para suplir sus necesidades, lo que nunca antes había visto. “Yo estoy en el Valle de Cocora, Salento, zona productora de agua, pero el cambio climático lo alteró todo y los calores insoportables han hecho que escasee el líquido. El caudal del río Quindío ha disminuido y, de seguir así, vamos a pasar situaciones más graves por no tener comida para el ganado. Ya se ve la baja producción”, describió el ganadero. Jaramillo aseguró que nunca ha tenido que acudir a la compra de silo de maíz porque sus reses se alimentan de forrajes y concentrados, pero ante el daño que presentan los pastos, deberá comprarlo, porque además, aceptó, no se tiene la cultura de ensilar en las fincas de Quindío . (Lea: 35 % cae producción de leche en Norte de Santander) Otra medida por la que optará para no permitir la desnutrición y muerte de animales es reforzar la fertilización de suelos, lo que aumentará los gastos en la finca. “Hace 5 meses no llueve por acá. Por eso tendré que usar fertilizantes de 250 kilos por hectárea de urea para que el desarrollo de los pastos sea más rápido”, anotó el productor que suele fertilizar con 150 kilos. Sobre la movilización de hatos a zonas más promisorias explicó que sería un daño tener animales de clima frío en zonas cálidas y de igual forma las partes calientes del departamento están en sequía. Ante eso, solicitó: “Queremos que nos enseñen a ensilar, a cultivar mejores pastos porque esta sequía nos ha afectado”. Lorena Cuervo reconoció que el tema de ausencia de alimento y agua se complica, sobre todo porque el Ideam ha pronosticado que la sequía se extenderá hasta 2016. Como medida de ayuda, recomendó a los ganaderos disminuir la carga animal, buscar ensilajes, evitar que los animales se deshidraten y prepararse para el futuro con la siembra de bancos mixtos y pastos para volverlos suplementos, una vez se normalicen las lluvias.