Los problemas para los miembros de la Empresa Comunitaria de Reforma Agraria La Esperanza no cesan. Llevan más de 3 años esperando lluvias para sus animales, sin embargo en esta época que debían comenzar, los pozos siguen secos.   La empresa comunitaria surgió como un proyecto del antiguo Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, Incoder, actualmente en liquidación, para atender a los desplazados por la violencia que llegaron de diversas partes de la región Caribe.   Hoy en día son 43 pequeños ganaderos y agricultores que, como lo afirma su líder Manuel Castillo, afirman sentirse “revictimizados” por los fenómenos climáticos. (Lea: Productores víctimas de violencia denuncian indolencia del Gobierno)   No solo lamentan la indiferencia del Estado, que los abandonó una vez el proyecto culminó, también las presiones del Banco Agrario para responder por los créditos que ellos alguna vez adquirieron y que hoy no pueden pagar debido al fenómeno de El Niño y al intenso verano que consumió sus pastos y se llevó consigo varios animales.   Marceliano Fernández, uno de los productores más afectados, contó que en total perdieron 120 animales entre los 43 productores porque no tenían agua para alimentarlos ni para sembrar comida. A pesar de que ha llovido, no ha sido suficiente para recuperar los reservorios.   “Necesitamos pozos profundos porque los jagüeyes están secos. Tenemos uno que tiene un poquito de agua, aunque desde el año pasado no ha cogido nada”, aseguró. (Lea: Ganaderos de Piojó se quedaron esperando pozos profundos)   Por esta razón, Fernández señaló que la urgencia de los ganaderos es la construcción de pozos profundos para captar el agua subterránea que el cielo se niega a entregarles. Con esto, esperan contar con el recurso hídrico durante todo el año.   Nelson Trespalacios es otro miembro de la parcelación que también ha sufrido los embates de la sequía. Antes de la época más crítica, contaba con 14 bovinos, pero perdió 3 por falta de alimento y tuvo que vender otras 6 antes de verlas morir. Hoy solo tiene 5 vacas paridas.   “Los animales están en otra parcela porque en los míos no hay nada. Me tocó arrendar un potrero por el lado de Juan del Toro, hacia los cerros”, indicó. (Lea: Construcción de pozos, una de las falencias más graves en el Caribe)   Como Fernández, el ganadero manifestó que su necesidad más urgente es el suministro de agua y que la única solución es la implementación de pozos profundos.   “Estamos viendo la posibilidad de (construir) unos pozos porque por ahí pasa el acueducto que viene de Piojó. La bombean una vez a la semana pero ese servicio para dárselo a los animales es muy caro”, dijo.   Sin embargo, ambos son conscientes de que estas obras tienen un costo muy elevado. Según Trespalacios, cada pozo tiene un valor mínimo de aproximadamente $12 millones y ninguno de los propietarios puede costear ese monto, menos ahora que tanto han perdido. (Lea: Ganaderos de Atlántico reclaman una política seria del Gobierno)   “La única posibilidad es el agua subterránea. (…) Sería bueno que una parte de las obras fuera financiada por el Gobierno o cualquier otra entidad. Aquí contamos con luz eléctrica para que funcionen, ya sería hacer la excavación y buscar la forma de extraer el agua”, precisó.