La sequía, los altos costos de producción y la elevada demanda de comida bovina han aumentado los precios de los suplementos para el ganado. El silo de maíz y la torta de palmiste han alcanzado precios que impiden su compra a muchos productores. Carlos Arturo Zambrano, profesional en Fundación, Magdalena, de Gestión Productiva y Salud Animal del Fondo Nacional del Ganado, FNG, señaló: “Acá se preparan silos pero ya se acabaron y no han llegado las bodegas subsidiadas”. Las fincas que se encargan de la siembra de pastos para hacer ensilajes comercializan el alimento a altos costos, según Zambrano, porque la inversión para fabricarlos es alta y con el alza en su demanda, comenzaron a escasear, lo que incrementó su valor. (Lea: Ganaderos del Caribe les rezan a los santos para que llueva) A eso se suma que muchos de los suplementos no se realizan en zonas cercanas y el desplazamiento en tractomulas o camiones lo pagan los ganaderos. Desde Córdoba movilizan parte del suplemento para los rumiantes. “La situación está crítica por el verano. Ha habido lluvias pero son fragmentadas y no hacen nada en pastos secos. El ganado acá pasa hambre”, describió el profesional. Pivijay y Fundación son 2 de las regiones del Magdalena más secas y donde es posible encontrar un bulto de 40 kilos de torta de palmiste a $400 mil, cuando antes se comercializaba a $280 mil. “Por acá hay poca comida y la que hay la venden a ese precio. El silo de maíz, cuando se consigue, está a $300 mil la tonelada”, señaló Zambrano. Una tonelada de silo alcanza para 20 animales que consumen raciones pequeñas de 5 kilos diarios, lo que indica que en menos de 10 días el hato se ha ingerido $400 mil en suplementos, lo que no es rentable para los productores. Ante la escasez de silos, torta de palmiste o su adquisición a precios elevados, los ganaderos alimentan sus hatos solo con sales y melaza, lo que ha afectado la corporalidad y producción láctea en la región. Otros han tomado deciciones más drásticas al cerrar las puertas de negocio para dedicarse a otras actividades. Nidia Rueda, pequeña ganadera en Magdalena, dijo que los reservorios están bajos y la construcción de un pozo de 35 metros de profundidad para hallar agua puede estar alrededor de lo $36 millones. Por eso, reseñó que sus animales dependen del agua que cae del cielo y de la bendición que Dios disponga para que llueva, porque no dispone de sistema de riego y por ende de pastos. Tampoco tiene recursos económicos para pagar por la torta de palmiste o el silo de maíz. (Lea: Radiografía de La Guajira: la ganadería podría desaparecer) “Yo le doy sal y melaza al ganado. Ellos comen lo que repelan en lo potreros, porque no tengo más para darles”, relató la productora que agregó: "soy una pequeña ganadera que no quiere que le regalen las cosas, pero sí que me ayuden con alimentos subsidiados”. Rueda aseguró que meses atrás tuvo la oportunidad de comprar una tonelada de silo de maíz por $180 mil, pero ante la situación de escasez de pastos, agua y más comida, sus ingresos en producción de leche bajaron y es imposible comprar suplementos. “Todo está costoso, el silo y la torta. Además, ya no se consiguen muchas cosas. Necesitamos gestión para que nos envíen comida para el ganado”, solicitó la afectada por el verano. Eduardo Daniel, ganadero en Magdalena, aseguró que el verano es solo una pequeña parte del problema. “Lo que realmente pasa es que no hay políticas para el sector. No tenemos Gobierno”, aseveró el productor que lleva más de 40 años en el negocio con un hato grande, pero que comenzó a vender hace 8 meses, al no hallar la forma de aumentar sus ingresos. Daniel relató que dispone de maquinaria para hacer silo en su finca pero también ha deicidio comercializarla porque resulta costoso fabricar la comida por el mal clima. Tampoco puede invertir sumas altas de dinero en suplementación ni en agua para un número grande de animales. (Lea:Producción de leche se redujo 60 % por cuenta del verano) “Yo he abandonado todo. Nosotros los ganaderos estamos en vía de extinción. Con el dolor del alma tengo que vender porque las medidas de ayuda del Gobierno actual son absurdas, no tenemos incentivos”, confesó el ganadero que a sus 60 años confesó que ha visto animales flacos porque no tienen nada para comer.