La escasez de pastos puede provocar una disminución de la producción de su hato. CONtexto ganadero le explica cómo amonificar para conservar el alimento durante el verano. La amonificación consiste en agregar amoníaco a los suplementos para conservar y mejorar la alimentación de los rumiantes. Con este procedimiento, no es necesario picar, secar o extraer el aire mediante la compactación del material. “Estas condiciones son costosas y difíciles de lograr en la finca. De dichas acciones depende el éxito o fracaso de obtener, conservar y almacenar un bueno heno o silo, lo que puede llevar a un riesgo si se realizan mal”, explicó Juan Carlos Arcos Dorado, profesional en Ibagué de gestión Productiva y Salud Animal del Fondo Nacional del Ganado, FNG, administrado por la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán. Otra ventaja de este procedimiento es que se puede llevar a cabo con múltiples materiales, como el heno o el tamo de arroz. “Se pueden escoger las materias de mayor disponibilidad, y las de menor precio de compraventa, ahorrando costos al momento de transportarlas o de seleccionarlas”, agregó Arcos. (Entrevista: 7 dietas para suplementar ganado durante el verano según la región) El amonificado se hace con urea al 3%, es decir, se agregan 3 kilos de urea granulada por cada 97 kilos de follaje seco o heno. Primero se disuelve la urea granulada en agua corriente dentro de un recipiente plástico, y luego se riega uniformemente y por capas con una regadora de plantas de jardín o una bomba aspersora. El forraje debe estar picado (si así lo desea), y debe sumergir las pacas de heno en la solución, cubriéndolas con una carpa plástica hermética y colocada bajo sombra. El material amonificado se debe almacenar durante un mínimo de dos a tres semanas. (Lea: Déficit de agua se convierte en amenaza para maiceros tolimenses) La amonificación permite no solo conservar, sino mejorar en forma sensible y rápida la calidad nutricional de los productos tratados y almacenados mediante este sistema. Mario Vanegas, ganadero del municipio de Alvarado, Tolima, señaló los efectos del procedimiento en el alimento. “El amoníaco mantiene estables los niveles de proteínas y libera un poco más de proteína del alimento, para que sea más digestible y nutritivo para el animal. En el caso del tamo de arroz, un material muy seco, lo suaviza y mejora las posibilidades nutricionales”, precisó. Este proceso es sencillo, además es de bajo costo y riesgo económico y ambiental. Permite conservar los almidones y azúcares, de alto valor energético, en la forma original en el alimento, evitando la pérdida por fermentación. Igualmente conserva las proteínas, las fermentables que están en el rumen o las sobrepasantes, contenidas originalmente en los materiales tratados. “Yo hago la amonificación para poder guardar el material. Por ejemplo, con este verano tan fuerte, yo he venido amonificando y guardando, y con eso me defiendo durante esta escasez”, manifestó el ganadero. (Lea: 5 estrategias para preservar silo de calidad en las ganaderías) El profesional recordó que el material amonificado se debe suministrar gradualmente a los rumiantes, no a terneros recién nacidos. Una vez los animales se acostumbran al consumo de este alimento, se puede sustituir hasta por el 60% de la dieta diaria. A su vez, Vanegas recomienda este sistema a los demás productores. “Es un procedimiento sencillo, económico, fácil de hacer. No requiere mucha tecnología, es algo que cualquier pequeño o mediano ganadero puede hacer”, aseguró.