En regiones como Norte de Santander, Meta y Tolima, los pequeños y medianos productores que participan en esta iniciativa tienen la oportunidad de comercializar sus mercancías evitando los intermediarios. En Bogotá ya es una tradición.
Uno de los principales problemas que tiene el sector agrícola son los intermediarios, esas personas que se encargan de recoger una mercancía en un determinado lugar y llevarla a un centro de consumo, a grandes superficies u otros lugares para su venta posterior al consumidor final.
El proceso les permite quedarse con un importante margen de ganancia, incluso ganar por partida doble. Primero porque le compran al productor a un precio bajo, aprovéchandose de sus dificultades para transportar el fruto de su trabajo, de su desconocimiento del mercado, de las variaciones de la economía, entre otros factores; segundo porque fijan el precio que desean recibir por parte de quien se encuentre interesado, obteniendo al final un alto margen de utilidad en el que lo único que hicieron fue eso: intemerdiar. (Lea: Mercados campesinos se toman a Yopal y Cúcuta)
Con el propósito de evitar la presencia de esos terceros y formalizar una venta directa entre campesinos y compradores surgieron los mercados campesinos, una iniciativa que en Bogotá ya cumplió 10 años de existencia, mientras que en otras regiones como Norte de Santander, Meta y Tolima se ha vuelto cada vez más popular.
Según explicó Angélica María Gutiérrez, coordinadora de comunicaciones de la Asociación de Usuarios Campesinos, Aduc, ente que viene promoviendo esta clase de iniciativas, el objetivo es mejorarles la calidad de vida a aquellos pequeños y medianos productores rurales, quienes se ven afectados por la intermediación, ya que de esta forma el consumidor paga un precio justo por el artículo, mientras que los agricultores perciben un mejor ingreso. (Lea: En Cabuyaro fomentan los mercados campesinos)
“La comercialización de los alimentos a través de los mercados campesinos, ha contribuido a la integración de los productores al mercado, además de potenciar la seguridad alimentaria. No obstante, pretendemos una reivindicación de las familias campesinas que se dedican al agro”, contó Gutiérrez.
En el caso de la capital del país, Carlos Simancas Narváez, secretario de Desarrollo Económico del Distrito, aseguró que los mercados campesinos hacen parte de una estrategia de vinculación y fortalecimiento de las capacidades de comercialización para los pequeños y medianos agricultores del sector primario, al realizar ventas directas a consumidores que visitan los parques y, adicionalmente, a supermercados, tiendas, plazas de mercado, fruver y restaurantes, entre otros establecimientos de venta de alimentos de la ciudad. (Lea: La plaza de mercado más grande del país estará hoy en Bogotá)
“Buscamos mejorar la calidad de vida tanto de los ciudadanos como de otros sectores productivos de la nación, en este caso de más de 1.200 familias campesinas de 60 municipios de los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Tolima y Meta”, expresó Simancas Narváez.
Mientras que en Bogotá los mercados campesinos se encuentran posicionados, en Norte de Santander la idea apenas va a cumplir un año, pero ha sido tal su aceptación que el objetivo es replicarla en la provincia de Ocaña, integrando a la zona del Catatumbo, como una medida económica para los campesinos que ven limitadas sus posibilidades de sacar sus productos a otros municipios. (Lea: En 2014 los mercados campesinos se toman a Cúcuta)
“La iniciativa se convierte en un espacio importante para los agricultores que tienen directamente la oportunidad de comercializar sus productos, lo que permite a los habitantes del área metropolitana adquirir hortalizas, frutas, carnes, pescados y legumbres a un menor precio”, aseguró, Yesid Toloza Yáñez, secretario de Desarrollo Económico.
Mientras que en Meta, Criseldo Capera Cuervas, campesino y cultivador de plátano, aseguró que desde que está participando en los mercados, sus ingresos han aumentado notoriamente, ya que no debe pagar a un tercero para que su producción llegue a los centros de consumo. (Lea: Buscan afianzar comercio entre productores y tiendas de mercado)
“Por ejemplo, antes me compraban una arroba de plátanos en $8.000 o $10 mil pero ahora como yo soy el que los vendo directamente en la plaza, lo divido por racimos y el precio está entre $4.000 y $8.000, dependiendo del tamaño, lo que mejora notoriamente mis ingresos”, remató el productor.
Cada vez más rincones de Colombia tienen instalado un mercado campesino, la oportunidad para muchos de evitar a los intermediarios y para los consumidores de ahorrarse unos pesos.