La realidad supera la ficción —la vieja y trillada frase que se utiliza para ilustrar el desborde de una situación—, está siendo superada por los niveles de crueldad que ha adquirido la criminalidad en Colombia, y que cada día abre más agujeros al paraguas de una paz total que la mimetiza y que soslaya la justicia frente a la gravedad del tema en nuestra sociedad.
Y es que las páginas de CONtexto ganadero registran constantemente el secuestro de ganaderos sin que a los secuestradores les importe la edad o su estado de salud, llegando hasta el asesinato. El abigeato se pasea por todos los campos y el carneo es pan de cada día en los predios rurales, sembrando la zozobra en los productores y erosionando su economía, para quienes no les sirve el cándido “se está investigando”, que responden las autoridades.
La creciente crueldad animal en la región
Así como el microtráfico, el carneo se ha extendido por todas las regiones del país. Este delito que solía aplicarse a los vacunos, ahora abarca a los equinos. ¿A dónde va a parar la carne de estos animales?, deberían preguntarse las autoridades como el Invima. ¿Cuál es el daño en la dinámica económica que causa?, se deberían preguntar los alcaldes y gobernadores. Y ¿cuál es el impacto de una justicia que se afinca en la investigación, pero que muy pocas veces llega?, debería preguntarse la Fiscalía. Esto, para no hablar de la cantaleta de los animalistas.
Con voz de “ayúdenme”, un ganadero de Albán, Cundinamarca, Joaquín Ricaurte, relata uno de esos casos en los que la realidad supera la ficción.
Su propiedad es una de las haciendas más antiguas de la zona, con 170 años de historia. En ese trasegar ha fortalecido la economía de la región, con productos de la actividad ganadera y generando empleo.
Don Joaquín cuenta que fueron víctimas de un acto de crueldad animal sin precedentes. Cinco caballos, animales queridos y valiosos, fueron robados y brutalmente sacrificados para obtener su carne.
Los descuartizaron de manera profesional y cruel
En diálogo con CONtexto ganadero afirma que los caballos estaban en el centro de la finca, de donde los cogieron en las horas de la noche del 25 de mayo.
“Alguien los tuvo que haber cogido, haberlos llevado", sentencia Ricaurte. "Los caballos fueron llevados hasta un bosque de pinos que tenemos en Somerón, donde fueron sacrificados inhumanamente para extraer su carne y seguramente venderla. Los descuartizaron de manera profesional y cruel, como se puede apreciar en las imágenes", dice con tristeza.
La pérdida económica derivada de este cruel acto también ha sido significativa. Los caballos sacrificados, incluyendo dos ejemplares andaluces, tenían un valor aproximado de entre 25 y 30 millones de pesos.
"Lo triste de esto es que se cree que son personas de la zona”, que los pueden tener vigilados.
La indignante respuesta de las autoridades
Tan crueles como indignantes resultan las actuaciones y respuestas de las autoridades. Ante estos hechos, Don Joaquín presentó la denuncia ante las autoridades competentes. "Puse la denuncia tanto en la policía de Albán como en la fiscalía de Bogotá.” Sin embargo, el proceso de denuncia no resultó tan sencillo como esperaba.
En la alcaldía no le recibieron la denuncia. El funcionario argumentó que no lo podía hacer por la ausencia de su superior.
"Llegué a la alcaldía y les conté que me habían atacado a cinco caballos. Había parte de la comunidad presente, pero la persona encargada se excusó diciendo que su jefe no estaba y que no podía tomar la denuncia", manifestó Don Joaquín.
CONtexto ganadero se puso en contacto con el cuadrante de la policía de Albán, para conocer cómo avanza el proceso. Un lacónico “se encuentra en fase de investigaciones para determinar quiénes son los responsables”, fue su respuesta.
Mientras tanto el delito continúa su creciente marcha
Este no es el primer incidente de este tipo en la región. Hace aproximadamente tres meses, dos caballos fueron robados y sacrificados en una finca cercana. Hace dos meses, acota Don Joaquín, fueron robados, en un acto igualmente violento, cinco terneros, en la zona de Entable.
Una hacienda reconocida por la comunidad
La hacienda de Don Joaquín, que pertenecía originalmente a su abuela, ha sido reconocida por su colaboración con la comunidad local a lo largo de los años.
"Esta hacienda era de mi abuela, es una finca que lleva 170 años de existencia. Y nosotros hemos colaborado mucho con la comunidad", afirmó. Cuenta que en la finca está construida una planta de purificación para que la vereda tenga agua.
Finalmente, Don Joaquín expresó que se sienten afectados porque en los últimos años, la región ha sufrido un deterioro progresivo y han sido víctimas de robos de ganado. “Inicialmente, **los ladrones sacrificaban solo una o dos vacas, pero ahora han llegado a extremos inaceptables.
Joaquín y su familia están a la espera de que las autoridades competentes lleven a buen término las investigaciones para evitar que estos hechos sigan ocurriendo.**”
Esa es la realidad que ahora vive Colombia. No es difícil imaginar que esa carne llegará a la boca de muchos colombianos, como tampoco que la calidad higiénica pase desapercibida frente a las narices de las autoridades que le restan importancia a una demanda como la informada aquí.
¿Llegará esa justicia o seguirá cojeando?